Capítulo 24

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Andy Beck.

Su piel se veía más pálida, tenia marcas moradas en ciertas partes de su rostro, sus ojos cerrados y sus labios en una linea. Llevo mi mano a su rostro y esta fría, muy fría.

No volveré a ver sus ojos, su sonrisa, sentir sus manos. No la tendré conmigo.

— Mi Paige...

Cierro los ojos con fuerza buscando mi voz. Mi cuerpo no me responde, mi cabeza duele y siento que en cualquier momento caeré.

— Detén el auto, quiero bajarme. ¡Deten el maldito auto!

— ¡No sabes cómo te desconozco, Paige!

Abro mis ojos viendo su rostro borroso por las lágrimas.

— Yo... no lo decía en serio. No te desconozco, Paige —mi voz se quiebra—. Soy la persona que tiene la dicha de decir que conocí todo de ti. No sabes... no sabes lo que me arrepiento, de verdad perdóname...

Con mi mano peino su cabello y llevó mis labios a su fría frente dejando un beso ahí.

— Siempre... siempre me diste tanto de ti. Paige, lo siento tanto.

No solo acabe con su vida, también con la de una hermana, con la de una amiga...

— No puedes dejarme así. El mundo es nuestro ¿lo recuerdas? No lo quiero si no es contigo...  cuanto quisiera que las cosas sean diferentes.

Me duele demasiado que solo puedo llorar. Mi cuerpo busca una manera de dejar salir el dolor y es esta, dejando salir lágrimas gruesas.

Nada seria igual. Mis mejores momentos fueron con ella, si ella no está ¿que me queda?

La culpa me revuelve el estómago. Ver los rasguños en su frente, el golpe en su mejilla solo me repite una y otra vez que fue mi culpa.

De verdad lo siento. No quería esto. Solo quería que la chica que quiero tuviera una noche perfecta ¿por qué acabo así?

Con mi mano tomo la de Paige y la alzo para besar el dorso.

— He cometido muchos errores y también he buscado como solucionarlos, pero ¿como soluciono esto? —veo su rostro y por muy tonto que suene, solo quiero que abra sus ojos y se levante de esa camilla.

No sé cuánto tiempo pasó con ella, diciendo cosas que ni entiendo por mis sollozos. Mis ojos arden y los siento hinchados.

La cortina detrás de mi se corre y aparece la enfermera de antes.

— Joven, debe salir ya. El tiempo acabó y tiene que ir a descansar —ordena con voz suave.

— No quiero dejarla —gimoteo débilmente.

— Se lo que siente —pone una mano en mi hombro—. Hace un año perdí a mi esposo, sentí que todo mi mundo se derrumbó y así fue. Se que ahora puede ser aún no creíble y que tenga esperanza de que ella se levantara de esa camilla o que abrirá los ojos —hace una pausa—. Yo lo creí, me negaba tanto a creer que el amor de mi vida se había ido, pero reconforta saber que ellos están en paz ahora —da un apretón a mi hombro—. A donde vaya, ella estará con usted y aunque ahora parezca lo más difícil, poco a poco irá llevando las cosas.

Dejo un beso suave en la frente de Paige y la enfermera me da un momento para componerme un poco. Me lleva a la puerta y antes de salir tomo aire.

Pongo un pie fuera y mi vista conecta directamente con Luna. Sus ojos están muy rojos e hinchados de tanto llorar, su semblante es lastimero. Verla de tal manera es como un golpe en el estómago. Ella se levanta de la silla y camina a mi.

Ella también sabe que es mi culpa y viene hacia mi para sacar su enfado, para golpearme, reclamar y acusarme de que por mi culpa su hermana ya no esta.

Pero eso no pasa. Luna me rodea con sus brazos, hundiendo su rostro en mi pecho y siento su cuerpo temblar, mis brazos responden y la rodean también. La escucho sollozar y solo puedo cerrar mis ojos con fuerza.

— Andy, mi...  Mi hermana ya no esta —solloza abrazándome débilmente—. Mi Paige, mi motor...

— Lo siento tanto... —murmuro. Me destroza saber que por mi causa ella perdió a la única familia que le quedaba—. Yo... lo siento, Luna. Esto es mi culpa...

— Andy —levanta su rostro para verme—, esto no es tu culpa —sus mejillas están empapadas—. Fue... fue un accidente.

¿Como puede decirme eso? ¿Ella lo cree? Sus ojos me dicen que si. Ella no me ve como culpable.

— Pudo pasarle a cualquier persona —continua—. Me duele tanto que haya sido a ella, pero no pienso culparte porque no fue culpa tuya y no debes creerlo, Paige no lo querría así.

— La quiero de vuelta —vuelvo a llorar—. Luna, la necesito.

Vuelvo a abrazarla llorando en su hombro. ¿Por qué esto tiene que ser así?

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Dos horas después, el doctor llega a mi habitación a checar como me encuentro, honestamente fatal.

Luego de soltar a Luna, quería hablar con Estefanía, pero ella ya no estaba. Mi madre dijo que Marco la había llevado a su casa para que descansará debido a que no había dormido nada estas últimas siete horas. Era ya de madrugada y me habían recomendado dormir, pero no podía pegar los ojos, cada que lo intentaba las imágenes pasan por mi mente una y otra vez.

La imagen de su cuerpo sin vida aparece y siento mi estómago revolverse, salgo rápido de la camilla y entro al cuartito de baño para inclinarme en la taza y vomitar. Las arcadas duelen y mi estómago arde ya que solo es líquido porque no hetenido apetito de comer nada.

No quería nada, no sentía ganas de nada. Solo la quería a ella devuelta.

No asimilaba el hecho de que no la vería más ¿como me acostumbraria a eso? No lo haría ¿como podría dejar de dolerme? Tampoco lo haría. El dolor estaba presente en mi pecho, la culpa martillandome la cabeza.

Por muchas veces que me dijeran que no era mi culpa,  yo sabia que si. Yo era quien estaba conduciendo, yo fui quien no detuvo el auto, pude evitarlo.

Me siento en el suelo frente al escusado, recostando mi espalda en la pared, apretando mis manos.

Lo que más me lastima es que mi último momento con ella fue de la peor manera, discutiendo y diciendo cosas a causa del enojo.

El cuarto del baño lo siento asfixiante y mis ojos arden, los cierro con fuerza para que ya ninguna lagrima salga.

Llorar no va a traermela de vuelta, ya no quiero llorar. Solo quisiera al menos unos últimos cinco minutos con ella, hablarle, pedirle disculpas, abrazarla...

Maldición, Paige, lo siento tanto.

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<|3

Penúltimo capítulo.

N.D

Al final de la noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora