Babel [Bucky Barnes] EN FÍSICO

Capítulo 5

TW: contenido sexual explícito

A unas pocas semanas de la boda, su cabeza se saturó con labores que ni siquiera le habían cruzado por la mente: en qué salón sería el evento, la comida, el pastel, las invitaciones, los invitados, entre un montón de mierdas que no comprendía completamente. Su madre le ayudaba con algunas cosas, pero ella estaba demasiado fastidiada como para continuar con toda esta farsa. Lo único que le daba un respiro era saber que todo iría a firma de los Barnes, su padre solo tendría que pagar por su vestido de novia, el cual era lo único que le emocionaba.

A diferencia de Sarah, ella nunca soñó con casarse ni nada parecido. Ella se veía como la tía millonaria que viajaba por el mundo y regresaba cada Navidad con regalos costosos para sus sobrinos, tan solo para llevarlos de fiesta a tomar y drogarse el día treinta y uno de diciembre.

La vida adulta te hace darte cuenta que tus fantasías no siempre se hacen realidad.

A petición de su madre, el pastel sería de diez exóticos pisos con algunos detalles floreados. Cuando le preguntaron a George acerca de la opinión de James, éste no parecía nada interesado en las decisiones que tomaran, por lo que aquella fue la elección final junto con la lista oficial de invitados y las tarjetas de invitaciones que fueron enviadas inmediatamente para que todos pudieran preparar sus mejores galas destinadas a esa fiesta.

El evento era tan similar como la boda de la realeza, por lo que nadie querría perderse las novedades del mismo.

Darcy sabía que esa noche todos los ojos estarían sobre ella, y un montón de jóvenes se preguntarían qué es lo que James había visto le había visto para escogerla como esposa. Deseaba con toda su voluntad tener una clase de control remoto para saltarse aquellos momentos, pero respirar profundo le ayudaba a intentar mentalizarse para no dejar que le afectaran. Además, tenía que luchar contra su instinto de decirles que el imbécil no era ninguna clase de príncipe encantador. Al contrario, parecía que cada encuentro era peor al anterior.

Loki había estado demasiado ocupado estos días, por lo que tampoco tenía su desahogo sexual a la mano.

Sarah, Wanda y su madre le acompañan a la tienda de vestidos esta mañana para por fin elegir el que usaría ese día. Su padre había dejado a disposición los últimos ahorros de su familia, poseyendo plena confianza en que esta unión por fin les traería la bendición de unos cuantos billetes más al bolsillo.

Sale con el primer modelo. Un vestido blanco con corte de tubo que caía hasta sus pies. Las presentes soltaron un suspiro en cuanto le vieron subir los pequeños escalones frente al gran espejo con esa pequeña sonrisa que se dibujaba en su rostro. Por primera vez sentía emoción dentro de todo este tortuoso proceso.

—Se te ve divino —expresa Wanda, sosteniendo la copa de champaña entre sus dedos.

—Pareces una ricachona a punto de casarse —ríe Sarah, embobada con la divinidad de su hermana.

—Es porque lo será —La pelirroja coincide, alzando la copa en el aire antes de darle un sorbo.

La castaña contempla su reflejada figura con una enorme alegría llenándole el pecho, dando pequeños saltos emocionados sobre sus pies descalzos. Era verdad, se sentía como una clase de mujer seria viviendo en la alta sociedad a punto de casarse con un empresario dedicado a su familia y a su trabajo.

—Luces un poco... gorda —comenta Alba repentinamente, silenciando el vitorear por parte de las otras dos. Coloca una mueca disgustada, sorbiendo también de su copa.

Y esa esa su madre.

A pesar de ser buena en muchas ocasiones, en otras cuantas deseaba clavarle una estaca en el corazón, incapaz de recordar si ese era el método para matar a los vampiros o a las perras descorazonadas como Alba Collins. La menor coloca los ojos en blanco y camina directo al vestidor para cambiarse al siguiente modelo.