Capítulo 34

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Los análisis de la sangre en el traje resultan ser positivos a pertenecer a Loki Laufeyson, por lo que sus cuentas son congeladas esa misma mañana en que acompañan a Darcy al aeropuerto, agradeciendo mover cualquier necesidad económica con un día previo. La chica no pintaba ninguna sospecha dentro del caso, por lo que su salida del país no se vería como algo por lo cual preocuparse.

La tensión se respira dentro de la Range Rover en el camino, tan solo los ojos hinchados y rojizos de la menor presentes en el asiento trasero, el cual intercambia con Linda para permanecer junto a Steve. Los hermanos tan solo hablan de los planes previos a la salida de la chica y lo que dirían en caso de algún interrogatorio. Aun así, Linda Barnes quiere asesinar a su hermano o cortarle la yugular, pero sabe que el momento no se presta a nada de ello.

Los ojos de James viajan constantemente al asiento trasero, donde la chica no le dedicaba ni una sola mirada, tan solo se mantenía atenta al exterior, envolviéndose en ese cárdigan tejido color beige, abrazando sus rodillas y observando pasar a las personas con el clima nublado, dejando las secuelas del día anterior.

Sus labios iban tintados de un precioso color rojo, haciendo un contraste con las estrellas de la prenda superior, la cual cubría el pequeño vestido negro que había elegido para ese día. Sus zapatos negros encubrían las calcetas de corazones rojos y todo en ella hacía juego a un color tan pasional como el de su boca.

James se ve tentado a besarla en un punto, pero se abstiene cuando su hermana vuelve a cuestionarle algo.

Duele la distancia que se marcó tan de pronto entre ellos. Era un nuevo momento en el que volvían a cuestionarse hasta dónde alcanzarían sus sentimientos para mantenerse apartado del otro, y es cuando presiona el sobre dentro del bolsillo de su saco, poniendo atención a las palabras de Linda antes de aparcar en el aeropuerto. Leo ayuda a bajar las maletas con sumo cuidado. Eran dos simples valijas que preparó la noche pasada mientras las lágrimas le corrían el rostro y de solo ver el color rosáceo de los objetos, su corazón se vuelve a encoger.

Ella va al frente, dejando a los dos hombres respaldándolas. Linda le susurra un par de palabras de ánimo mientras caminan, abrazándola por sobre los hombros y sonriéndole. Le sugiere comprar un café, pero ella solo quiere montarse en el avión para permitirse dejar salir toda la zozobra que acongojaba su pecho.

Acelera el paso, ni siquiera deteniéndose a comprar la cafeína que tanto había alucinado para este momento. Sus maletas son documentadas, entregando su identificación en el recibidor y con las lágrimas volviendo a picar, obligándose a fruncir la nariz para evitar que estas salieran. Siente la mirada del más alto taladrándole la nuca, y no tiene la disposición de voltear, o sentía que en cualquier momento se rompería.

—Tu vuelo sale en dos horas, ¿quieres esperarlo aquí? —pregunta la mayor, notando la tensión de sus hombros.

—No. Prefiero pasar a la sala —responde, apenas mirándola con una diminuta sonrisa, aceptando el pasaje que le entregan y su identificación. Da la media vuelta sin siquiera ver a los chicos.

El olor a sandía y coco cruza por sus fosas en cuando su cabellera pasa frente a él, haciéndole inhalar profundamente su delicioso aroma, necesitando sentirle más cerca como un maldito perro de su amo, y es que ni siquiera se dio cuenta del momento en que volvió a la etapa de buscar la aprobación de otro ser humano fuera de su familia. Quiere alcanzar su mano, pero permite que avance un poco más hasta el filo se las escaleras eléctricas, donde Linda le detiene para tomarla de los hombros.

—Promete que mandarás fotitos de tu departamento —Intenta animarla.

—Lo prometo —Le sonríe débilmente—. Te haré videollamadas en cuanto tenga oportunidad.

Babel [Bucky Barnes] EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora