Capítulo 2

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Cinco años después

La música resonaba por todo el lugar, provocando que las paredes punzaran y los cuerpos sudorosos se mezclaran entre sí. Algunas copas ya estaban tiradas en el suelo, mientras que las botellas de alcohol continuaban pasando una tras otra en diferentes direcciones. Algunas otras sustancias eran cruzadas de forma sutil sobre la pista de baile, pero los guardias se hacían de la vista gorda, enfocándose en los borrachos problemáticos.

Los días calurosos provocaban que los cuerpos perlados se agitaran aún más, algunos saliendo con dirección a la playa que quedaba frente club, completamente embriagados y riendo de forma escandalosa, y este era el caso de un grupo de jóvenes adinerados, los cuales bailaban entre saltos y carcajadas, agitando sus anatomías al estruendoso ritmo de la música.

—¿Quieres otro shot? —Se escucha apenas por sobre la música por parte de una blonda.

—¡Sí! —responde la castaña devuelta sin dejar de bailar.

El grupo pasaba un buen rato entre bebidas, risas, bailes y el no comprender ni una palabra que decían a causa del estruendoso sonido. Era una de las tantas noches de primavera, así que los turistas de Los Ángeles invadían las calles, los clubes y la playa misma. Las fiestas podían ser escuchadas en cada esquina y los autos manejaban sin control de alcohol por las avenidas principales.

Darcy movía sus caderas en ese pequeño vestido velvet rojizo, permitiendo que las gotas de sudor se deslizaran sobre sus pechos, los cuales sobresalían por debajo de la prenda. Algunas miradas la seguían, pero ella estaba acostumbrada a la atención, por lo que una sonrisa guasona aparece sobre sus labios escarlatas, permitiéndose continuar con su propia fiesta.

Todo su grupo de amigos le seguían la corriente, pagando trago tras trago con las tarjetas de crédito de sus padres. Ella hacía lo mismo, soltando algunas risotadas mientras pagaba rondas completas de bebidas para el círculo cercano.

Pasadas las cuatro de la madrugada, un auto privado la deja en la entrada de su casa, en Porter Ranch. Baja del mismo, despidiéndose con un ruidoso beso de su conquista de la noche, ignorando el hecho de que su maquillaje estaba deshecho y apenas podía caminar por su propia cuenta hasta la puerta de su casa.

De alguna forma pudo arreglárselas, pero hasta los guaruras de la casa sabían lo que le esperaba dentro.

Una vez que cruzó los obstáculos de la fuente en la entrada principal e incrustar la llave en la gran puerta de madera, se pensó librada, deshaciéndose de sus tacones apenas en el recibidor, procurando mantener sus pasos silenciosos en las penumbras de la gran escalinata que le esperaba. Camina de puntitas, sonriendo bobalicona con las frías baldosas tocando las plantas de sus pies.

Apenas pisa el segundo escalón, las luces se encienden de golpe, provocando que su mirada avellana virara hacia la planta alta, encontrando la imponente silueta de un hombre con canas y brazos cruzados, acompañado de una mujer en bata de cabellos tan castaños como los propios.

—Mierda —masculla para sí misma.

El hombre baja lentamente. Su mirada severa se oscurece cuando nota el estado deplorable en el que su hija llegaba. El maquillaje se le corría por el rostro y el labial disuelto alrededor de sus labios. Un tirante del vestido le caía sobre el hombro de forma descuidada y éste estaba arrugado completamente. Darcy era un desastre, aún más de lo que fue siempre.

—Tantos años intenté hacerte entrar en razón, y ninguno pareció dar fruto —Habla Duncan con ese tono de voz frío.

—P-Papá... —intenta empezar la joven.

Babel [Bucky Barnes] EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora