Epílogo

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Ocho años después


—¡Billy! ¡Tommy! ¡No corran por ahí!

La voz de Wanda hace eco en toda la casa, provocando las carcajadas de los presentes. El enorme jardín albergaba una preciosa decoración sobre la que predominaba el color lila, así como las tonalidades pasteles. Los niños corrían de un lado a otro entre risotadas y lanzándose diferentes cosas. Las mesas estaban repletas de adornos y los platos de los cuales habían comido hace rato.

—¡Billy! —Vuelve a renegar la pelirroja.

Vision, detrás de ella, se encarga de intentar calmarla mientras Sarah se acerca al aludido, ofreciéndole una rebanada de pastel que el niño aceptó con una enorme sonrisa de oreja a oreja y corrió para presumirla a su mellizo. La rubia tenía entre sus brazos a un pequeño de un año y medio. Se trataba de Skaar, el bebé que había tenido junto a Banner.

Después de una larga temporada en la que el doctor apenas tenía el derecho de acercarse a ella, Sarah por fin pudo librarse de sus fantasmas y confiar completamente en que Bruce no era ninguna clase de monstruo. De hecho, se trataba del único hombre al cual podía enmendarle su alma completamente y sabía que no le haría daño alguno.

Esa fue la principal razón por la que decidieron tener un precioso hijo juntos. Posiblemente tendrían algún otro después, pero cada paso se marcaba de forma lenta.

—¿Todo bien, cariño? —Bruce se acerca a su esposa con una pequeña copa de champaña, entregándosela dulcemente.

—Sí. ¿Podrías cuidar a Skaar un rato? Quiero estar con mi hermana.

—Siempre —Le sonríe el otro.

Sus pasos son calmados conforme pasa sobre el césped bien cuidado, escuchando las carcajadas de los infantes alrededor y el hecho de que Wanda y Vision intentaban controlar a sus dos desastres. Sin embargo, ese par no era nada comparado con las dos pequeñas avalanchas que se avecinaban sobre ella.

—¡Tía! —gritan las hermanas al unísono, lanzándose a los brazos de la rubia, quien suelta una carcajada mientras las sujeta a ambas, colocándose de cuclillas para estar a su altura.

—¡Hey! Ahí están mis sobrinas favoritas —Les abraza con fuerza.

—¡Linda me jaló el cabello! —La menor de ambas se queja, haciendo un puchero con ese pequeño hueco que tenía entre los dientes.

—¡No es verdad! —La más alta de las dos responde con el ceño fruncido—. ¡Emery es una mentirosa! —Le muestra la lengua.

Linda era la más parecida a James. Siempre pensaron que fue una situación de azar, pero tanto su cabello como su carácter y el color de sus ojos fueron herencia completa de su padre. Por otro lado, Emery obtuvo un castaño un poco más claro y un tipo de cabello liso, los ojos de su madre, así como el mismo carácter de su padre.

Los primeros años, tanto Darcy como James tuvieron que vérselas de intermediarios entre las peleas constantes que había entre ambas, logrando controlarles apenas un poco el pésimo temperamento de ambas. Collins culpaba constantemente a su esposo de esto, pero el otro le reprochaba sus continuos berrinches.

—Ya, tranquilas —Sarah les coge de la mano, llevándolas al interior de la enorme casa que su hermana y su cuñado habían comprado a las afueras de la ciudad—. ¿Dónde están sus padres?

—Mamá está terminando de vestir a Dante —habla Linda con una gran sonrisa.

—Y papá está cuidando a Joy.

Babel [Bucky Barnes] EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora