Tóxicos

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//Tóxicos//
Culiacán, Sinaloa.

pelearon tú e Iván? -Ovidio se sentó en el sillón- pregunto porque salió como demonio enfurecido -me sonrió-.

Iván no quiere estar conmigo Ovidio, tú mejor que nadie lo conoces, tú mejor que nadie sabes que el no quiere estar conmigo -dije tratando de restarle importancia, claro que me dolía-.

si quiere, solo está confundido, después de que se dejaron se confundió con lo que siente, pero si quiere estar contigo -aseguro mientras tensaba la mandíbula, ya recuerdo en que se parecían todos los Guzmán-.

¿por qué Alfredo no vino a la reunión? Recuerdo que cuando estaba con Iván y hacían las reuniones Alfredo si iba -cambie la plática-.

después de que Iván se alejo, Alfredo tomo su distancia, sigue trabajando en el cartel, pero está trabajando desde la comodidad de su hogar -se recostó en el sillón, yo me acosté y puse mi cabeza en sus piernas-.

¿no te duele el recordar cómo era todo cuando estaba tu papá? -me dio una mirada rápida, elevó una ceja y después sonrió-.

es que todo era tan aburrido, nunca había durado más de dos días junto a mis hermanos, a mí me crío mi mamá, yo no era el hijo que había nacido con la corona, Edgar y yo tuvimos que pelear por un lugar en esta organización, Magaly, en cambio, Iván y Alfredo desde que nacieron ya tenían un lugar asegurado -la sonrisa se volvió triste, lo miraba prestando mucha atención a todo- éramos una familia perfectamente imperfecta, una familia que se crío bajo la sombra de un padre narco, una familia que solo quería tranquilidad, pero por ser familiar del "Chapo" jamás la tuvimos, a esto se atienen nuestros hijos, a no poder ser una persona normal, a qué su familia jamás sea normal -puso una mano en mi cabeza-.

eres muy fuerte Ovidio -le sonreí-.

los golpes de la vida -cerre mis ojos y el empezó a pasar su mano por mi cabeza, no supe cuando pero quedé dormida-.

los golpes de la vida -cerre mis ojos y el empezó a pasar su mano por mi cabeza, no supe cuando pero quedé dormida-

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¿qué le dijiste a Ovidio? -un Iván muy enojado caminaba hacia mí-.

pues la verdad Archivaldo -subí y baje mis hombros-.

cuál verdad ¿La tuya o la mía? Porque déjame decirte que hasta yo mismo me agarre odio con lo que me dijo -se paro en la orilla de la alberca- salte a la chingada -me trono los dedos- ¿no escuchas o qué? Salte a la de ya, si no quieres que ahí mismo te de piso -me grito enojado-.

no me voy a salir, no mientras me tratas así -me sonrió y yo rodé los ojos-.

te lo dije por las buenas -saco su pistola, la cargo y luego me apunto, cerré los ojos esperando a que San Pedro me recogiera, sonó un balazo pero yo no sentí nada, abrí los ojos y el estaba apuntando el cielo, rápidamente llegó corriendo uno de los trabajadores de él-.

𝒕𝒐𝒙𝒊𝒄𝒐𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora