Capítulo 33.

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— ¡Amor! — doy un par de saltitos mientras lo veo quitarse la chaqueta en la puerta, camino hacia él y lo abrazo con fuerza.

— Hola, cariño — me da un beso en la coronilla, sonrío inspirando su olor—. ¿Ya me echabas de menos?

— A ti te echo de menos siempre — me separo de él, me fijo bien en su vestimenta y aprieto mis labios—. Qué guapo estás — sonrío, Nico se sonroja.

— Y tú, preciosa — me hace dar una vuelta, me quedo quieta en cuanto me suelta la mano—. ¿Hace cuanto están aquí? — río caminando a su lado en dirección al salón, que ahora acoge una gran mesa en el centro.

— Pues casi toda la tarde, mis padres y tu madre se han puesto al día, yo he estado ensayando, no me han dejado ayudar demasiado — camino hacia la cocina, escucho sus pasos detrás de mi—. Creo que fueron al centro, algo del festival benéfico que te comenté, hoy hacen una cena solidaria para la gente que no puede permitirse una — sonrío triste, es imposible no sentirme así—. ¿Recuerdas que te dije que te quería presentar a alguien? — él asiente— ¿Vamos?

— Claro, amor — me agarra de las manos y tira de mi—. ¿Vamos en coche? — niego, caminamos de la mano hacia la puerta, dónde cojo mi abrigo negro y el bolso.

— No hace falta, está aquí al lado — sonrío, lo veo colocarse un gorro negro y es imposible que no pase la mirada por todo él de nuevo—. ¿Sabes? Me alegra que estés aquí conmigo — rodea mi cintura por encima de la ropa y me pega a él, cierro la puerta con una sonrisa.

— ¿Lo sientes más como un hogar ahora? — trago saliva recordando la conversación de verano, asiento apretando su mano, giro la cabeza hacia él sin dejar de caminar.

— Porque estás aquí, que sino estaría deseando marcharme — me acaricia el dorso de la mano, apoyadas sobre mi cintura—. Menos mal que aceptasteis venir estas fiestas, mis padres me hubieran matado si les hubiese dicho que no venía— Nico ríe en bajo.

— Después de haber estado ingresada en Navidades... — me río agachando la cabeza—. ¿Cómo vas? ¿Has notado alguna molestia? ¿Algo importante?

— No, amor, todo bien — le digo con voz tranquila, giro a la derecha en un pequeño callejón—. Ya llegamos — inspiro profundamente y toco en el timbre.

Siento que empiezo a temblar, noto a Nico apretándome contra él, río nerviosa viendo cómo el portal se abre. Un hombre que reconozco como si fuera mi familia me observa con una sonrisa, tiene el pelo grisáceo y algo largo. Él abre sus brazos en cuanto me ve.

— Sabeliña — mis ojos se aguan y camino hacia él, lo abrazo con ese cariño que se le tiene a la familia—, qué tal estas, meu sol? — echa mi pelo hacia atrás y sonrío mientras me aparto un poco.

— Muy bien, quiero presentaros a alguien — le hago un gesto a Nico para que se acerque—. Es mi pareja, Nico — sonrío acercándome a él, siento cómo rodea mi cintura y extiende la mano hacia el hombre—. Aunque ya lo conoces.

— Aún recuerdo cuando eras así — hace un gesto con la mano para señalar la altura— y jugabas con Diego — el padre de mi amigo sonríe, Nico asiente en cuanto él le agarra de la mano—. Reme seguro que se acordaría de ti si... — suspira y niega, noto como tiembla mi labio inferior al verlo girarse hacia la casa—. Vamos, Diego no sé dónde está, la verdad — suspiro con una sonrisa, yo sí lo sé.

— Mejor que no esté, no me apetece verlo llorar — río triste—. ¿Cómo está pasando estas fechas?

— Son muy complicadas, Iván ya ni se pasa por aquí a veces, desde que se fue con sus tíos a Madrid... — asiento, entendiendo completamente lo que dice—. Es mejor que entres tú primero, tu chico se queda a buen recaudo — sonrío y asiento, miro hacia Nico que me da calma con su rostro.

Firefly · Nico GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora