Capítulo 34.

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— Diez... — llevo a mi boca la uva en cuestión, miro hacia Nico, a mi lado sonriente con la fruta entre los dientes—, once... — una más, me fijo en las dos hermanas del chico riéndose entre ellas—, ¡y doce! — mis padres y los del chico se levantan en medio de la euforia, mis padres, más eufóricos, se besan con ganas.

Aplaudo mirando hacia la familia que tengo frente a mi, por parte de Nico y mis padres a un lado. Me giro hacia el chico, que me mira con una sonrisa. Me pongo de puntillas y beso sus labios, escucho una ovación que me hace sonreír sobre su boca, él me aprieta la cintura pegándome a su cuerpo.

— Feliz año nuevo — susurro, su nariz roza la mía, veo sus ojos achinados.

— Feliz año nuevo — me responde en el mismo tono, deja un beso rápido antes de ir a abrazar a sus padres.

Me giro en dirección a los míos con una sonrisa tímida, ellos me recogen entre sus brazos con fuerza. Estas fiestas siempre han sido algo que celebramos bien, como se merecen. Ellos me desean un feliz año nuevo y sigo caminando hasta llegar a las hermanas de Nico. Carlota me mira con una gran sonrisa, suspiro antes de abrazarla con fuerza.

— Que felicidad estar aquí, Bels — asiento escondiendo mi cabeza en su cuello—. Gracias por invitarnos, seguramente nos hubiéramos quedado en Barcelona — me encojo de hombros con una sonrisa alejándome un poco de ella—. Gracias por hacerlo tan feliz — miro hacia Nico, que habla con Víctor.

— Él hace lo mismo por mí, o más, no podía ser de otra manera — suspiro mirándolo de arriba abajo—. Gracias por haber venido — me separo de ella para abrazar a Maca, que es tan alta como yo—. Feliz año, guapísima — ella me sonríe, sus ojos se achinan de la misma manera que hacen los de Nico.

— Feliz año, Bels.

Paso a su madre, que me abraza con fuerza. Susurra varios gracias que se ahuecan en mi pelo, sonrío, sintiendo cómo acaricia mi espalda con sus manos. Me besa la mejilla varias veces antes de ir hacia Fran, que me espera con el brazo extendido. Le agarro la mano con fuerza y mirándolo a los ojos, él sonríe y me abraza de repente.

— ¿Pensabas que te iba a dejar ahí? — río algo nerviosa.

— Quizás sí, quizás no — me encojo de hombros con una sonrisa—. Feliz año, Fran.

— Feliz año, Sabela — me alejo del hombre y busco mi cámara analógica, aprovecho para hacerles una foto antes de que se den cuenta de lo que hago.

Me siento feliz y agradecida por tener a quién tengo, por tener a quien quiero a mi lado en un día cómo hoy. Me apoyo en la encimera y juego con un anillo que, por lo que me contaron mis padres siempre, perteneció a mi madre. Me siento cercana a ella, más que nunca.

— ¿Estás bien? — Nico me pregunta rodeando mi cintura con su brazo, se pone a mi lado observando a nuestras dos familias juntas.

— Sí — sonrío mirándolo directamente—, ¿y tú?

— Un poco sorprendido aún por haber visto a Pedri aquí — río agachando la cabeza—, la situación es un poco extraña, en realidad.

— Supongo que se habrán hecho buenos amigos — humedezco mis labios con una sonrisa—, por lo que me dijo Diego, Pedri ha venido por el tema de la cena, necesitaban una cara conocida que les diese algo de publicidad — el chico asiente—, qué mejor que el grandísimo Pedri González — Nico ríe agachando la cabeza—. Aunque yo hubiera ido si estabas tú en el cartel, más que Pedri — me giro hasta apoyar la cabeza sobre su pecho—. No perdería la oportunidad de ver a mi novio nunca — él arruga la nariz, yo sonrío.

— Gracias por tus ánimos, amor — río, le acaricio la mejilla, me rasca su incipiente barba—. Por lo menos se ha mantenido eso de que yo aquí no soy un futbolista que juega en el Barcelona, me consuela.

Firefly · Nico GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora