Capítulo 12.

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— ¿Lo habéis entendido? — asiento, busco a los chicos con la mirada que repiten mi movimiento — Adelante.

Echamos a correr por el monte abajo, tratando de llegar lo más rápido posible a la primera prueba. Ya es noche cerrada y agradezco el llevar un par de linternas, los padres de Nuria y Hugo fueron los que les obligaron a cogerlas, y menos mal.

— Joder — escucho una maldición a mi lado, el defensa catalán me mira, yo lo observo con ojos suplicantes.

— Por favor, no te lesiones — el chico niega con una sonrisa, me hace un gesto con la cabeza para apurar el paso.

Solo se escuchan las hojas crujiendo a nuestros pies, las respiraciones cada vez más alteradas, al menos la mía y la de mis dos amigos. Siento que voy a vomitar el yogur que tomé antes de salir de casa. Gavi grita que lo sigamos corriendo más rápido, resoplo viendo al chico subir por unas piedras.

— ¡No puede ser por ahí! — le grito, él se gira serio — ¡Es como si fuera una andaina! ¡No puedes subir piedras! — frunce el ceño, me quedo quieta buscando algo que indique por donde tenemos que ir— ¡Mira! — un poco más a la derecha hay una casa con luz.

— ¡Pero ahí vive gente!

— ¡¿Cómo va a vivir gente en una casa medio derruida, Gavi?! — echo a correr hacia el sitio que les indiqué, ellos me pisan los talones.

Hay un par de personas que nos conocen a mi y a Nuria, les saludamos con un beso antes de hacer la prueba. Dos de nosotros tienen que coger cuatro manzanas con la boca de los cubos con agua. Nos miramos entre nosotros y señalo a los futbolistas.

— ¡Dos de vosotros! ¡Venga! — Ansu es el primero en arrodillarse delante del primer capacho, el chico agarra a Pedri y tira de él para que se ponga frente al otro.

— ¡Tenéis diez segundos! ¡Dos manzanas cada uno! — ambos asienten, el otro chico les ata las manos a las espaldas — ¡Tres! ¡Dos! ¡Uno!

Pedri es el primero en meter la cabeza en el agua, reímos a carcajadas escuchándolo murmurar por lo bajo. Los chicos les animan con ganas, Ansu saca la primera, que deja caer a su lado. El siguiente es Pedri.

— ¡Cinco segundos!

— ¡Vamos, hostia! — Eric les grita sin dejar de aplaudir, siento que me duele la barriga de tanto reír— ¡Eso es! — ambos sacan la última manzana, los seis que quedamos pegamos un grito de felicidad.

— ¡Genial! ¿Sabéis por donde tenéis que seguir? — niego, ella señala un camino por detrás de la casa que va entre las fincas — Muchísima suerte — nos despedimos con la mano y salimos corriendo.

Vamos pasando las pruebas cada vez corriendo menos, más por culpa mía, de Nuria y Hugo que por los propios jugadores, ellos trotan delante nuestra como si no acabásemos de subir una cuesta muy empinada. Pedri se queda atrás y se acerca a mi amiga, agarra su mano y tira de ella para que siga caminando. Suspiro viéndolos ir hacia delante.

— El rollo que llevan estos dos... — Hugo alza las cejas mirando como su hermana y el canario ríen juntos.

— Pues me alegro un montón — hablo sintiendo que me quedo sin aire—, se merece tanto a alguien que la quiera y la cuide — Hugo asiente y pasa su brazo por mis hombros, empujando de mi hacia arriba.

— ¿Y tú qué?

— ¿Y yo qué de qué? — respondo mirándolo.

— Bien que no te interesa el fútbol, pero cierto futbolista...— ruedo los ojos soltando una carcajada.

— Calla, calla — aparto los ojos de mi amigo en busca de Nico, quien ríe.

Llegamos a una de las últimas pruebas, o al menos eso pienso haciendo una especie de relación entre las que llevamos, todo el monte que llevamos recorrido, y las horas que llevamos. Les explican a los chicos la prueba, porque son los que van delante. En cuanto se giran hacia mi paso mis ojos uno por uno interrogante.

Firefly · Nico GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora