Capítulo 23.

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Muevo la cabeza escuchando una canción a través de los altavoces de mi coche. Adelanto a una furgoneta mientras cambio de marcha. Sostengo el volante con ambas manos y una pequeña sonrisa. Tomo la primera salida, siguiendo las indicaciones del GPS y llego casi al lado de mi destino. Aparco dónde puedo, evitando la marabunta de gente. Busco en el bolso los papeles que tengo impresos desde hace horas, inspiro profundamente y giro la cabeza hacia el asiento del copiloto.

— Vamos a hacerlo — asiento con una sonrisa escuchando la voz de Irina, ella me aprieta la mano con fuerza antes de bajar del coche con su propia entrada—. Es la primera vez que vengo a un partido de fútbol.

— Yo es la segunda vez que lo hago — menciono mientras guardo las llaves del coche en el bolso, me coloco bien la camiseta y sonrío hacia mi amiga—. ¿Bien?

— Perfecta — Irina camina hacia mi lado, ambas vamos siguiendo a la gente que se agolpa en las entradas del estadio, me pongo una sudadera negra en cuanto nos paramos.

Hacemos cola hasta llegar a junto de los encargados de revisar las entradas, ambos nos miran fijamente antes de dejarnos pasar. Me río colocándome el bolso bien. Caminamos juntas sorteando a alguna gente, en busca de algo que señale el sitio en el que nos debemos sentar. Están bastante cerca del césped.

— ¿Cómo se llamaba? — bajo la mirada al folio, Irina imita mi gesto— Grada preferencial, no tengo ni idea de cómo llegar a esto — levanto la cabeza buscando algo que me ayude a reconocer el sitio al que tengo que llegar. Voy a ver si encuentro algo — camino por los pasillos sin esperar respuesta de mi amiga, con suerte si la pierdo vuelvo a encontrarla en cuanto sepa llegar.

Saco el teléfono de mi bolso y busco el contacto de Nico, los últimos mensajes que hemos compartido han sido míos deseándole suerte en los partidos y unas pocas respuestas más. Le escribo, como ya me es costumbre, un buena suerte. Su respuesta no tarda en llegar. Un gracias con un corazón morado al lado, sonrío, la mayoría de sus mensajes terminan de igual manera.

Encuentro a una chica con un walkie parada frente a una tienda, me acerco a ella con prisa y con una sonrisa.

— Kaixo, una preguntiña — la chica frunce el ceño al escuchar el diminutivo, yo amplío mi sonrisa—. Es que no sé como llegar aquí — señalo el asiento con los labios apretados, mirándola—. Si me puedes señalizar, por favor.

— Sí, claro, mira — alza la mirada hacia uno de los relojes, suspira volviendo a mirar a mi entrada—. Bajas por esas escaleras — señala un poco más hacia allá de mí y a la derecha— y ya encuentras la entrada, que disfrutes del partido.

— ¡Eskerrik asko! — me despido con una sonrisa y camino con prisa por ahí, bajo las escaleras y se hace el silencio.

Camino con lentitud fijándome en los pasillos casi vacíos, el móvil me suena, me paro en dónde estoy por si se da el caso de que es Irina. El nombre de Ansu corona la pantalla, frunzo el ceño con una sonrisa, abro la imagen y veo cómo señala hacia el escudo del equipo local, río en bajo respondiéndole con una sonrisa.

— ¿Te conozco? — me giro hacia la voz que habla, es un chico bajito con el pelo largo, entiendo que juega en el Barça por el chándal que lleva.

— ¿No? — pregunto frunciendo el ceño — Bueno, yo no sé quién eres.

— Riqui Puig, encantado — viene hacia mi con energía y me da un par de besos—. Yo a ti te conozco, pero no sé de qué — niego desconcertada, aún seria—. ¡Ferrán! — el grito del chico me toma por sorpresa, frunzo el ceño viendo a un chico venir hacia nosotros — ¿Te suena esta chica? Yo creo que la he visto en algún sitio pero...

Firefly · Nico GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora