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El señor March había sido herido y Marmee tenía que marchar por su ayuda. Todas las mujercitas en la casa se movían de un lado a otro para preparar perfectamente la maleta de Marmme menos Beth y May, que volvían de casa de Laurie.

—¿Ya han llegado Beth, Jo y May? —preguntó la madre de todas mientras ponía cada vez más mantas en la bolsa.

—Aquí estamos —May, Beth, y sorprendentemente Laurie y el señor Laurence entraron a la casa. Laurie abrazaba a Beth y la dejó ir para saludar a Marmee. May subió al desván corriendo y Laurie le siguió con la mirada.

May abrió su caja en el desván, todo lleno de papeles, una muñeca y sus viejas punteras, las que su padre le regaló. Dentro de ellas, May guardaba una importante carta para su padre y este era el perfecto momento para entregársela. May recordaba la última vez que lo vió, ella estaba enfadada por la ida de su padre y no entendía su acto, lo veía egoísta, irse dejando a sus hijas y mujer allí.

"May bajaba las escaleras resignada al hecho de que su padre se iba a ir de allí. Lo miró desde las escaleras aguantando el llanto y poniendo cara ruda. Su ceño fruncido ya sus brazos cruzados le delataban el enfado. Todas las chicas y su padre la miraron. El se acercó a ella para agarrar su mano pero May lo evitó de forma arisca.

—No me puedo creer que prefieras ayudar a hijos de desconocidos que a nosotras —May dijo mirando hacia otro lado incapaz de mirar a su padre. Tenía rabia, impotencia, arrepentimiento de sus palabras y mucha pena.

—¿Por qué eres tan poco solidaria? —su padre preguntó cansado del berrinche. Nunca trató mal a sus hijas pero esta vez estaba cansado del comportamiento de May.

—Voy a perder a mi padre.

—Por lo menos tu gozas de uno, la gente a la que voy ayudar ni si quiera los conoce —dijo el hombre y las demás chicas se miraron preocupadas. May se levantó y miró a los claros ojo de su padre.

—Pero eso no es nuestra falta —la joven dijo con sus comisuras hacia abajo.

—¡Deja de ser tan engorrosa y desagradecida! ¡Por Dios, May! —Su padre dijo cabreado. Sus ojos hacían chiribitas y los de May pequeñas lágrimas de sal.

—Ya ves a quien he salido, papá —dijo con pena en sus ojos. Miró a su madre la cual miraba con tristeza al igual que sus hermanas a segundos de parar la pelea. May se subió al desván con decepción al ver que ninguna de sus hermanas, ni su madre le miraban con compasión ni entendimiento. Solamente tristeza y odiaba dar tristeza.

Lloró por días, todas las noches esperando que su padre le nombrará en sus cartas pero solo dos veces lo hizo. Era la persona más importante junto con Marmee y el seguro pensaba en ella pero May quería verlo y sentir como la quería.

Así fue como May escribió su primera poseía que después fue una canción llamada "Memorias de un mundo roto"."

¡Madre espera! —May gritó acompañada del sonido de sus pies chocando con los escalones. Tropezó y se escuchó por toda la casa, todos se rieron al escuchar e imaginar la caída de la chica. Ésta se levantó, se peinó y siguió su camino hacia la parte baja —Esto es para padre —le susurró en el oído.

Marmee me sonrió sabiendo que contenía la carta —Todo va a salir bien.

Marmee dió todas sus indicaciones y Jo entró por la puerta entregándole dinero a su madre.

—La tía March no suele ser tan generosa —Marmee contó el dinero agradecida.

—No ha sido la tía March —Todos miraron a Jo. May dejo de tocarle el pelo a Beth y Laurie dejo de tocarselo a Amy. El Señor Brooke y Meg dejaron de coquetear y observaron a Jo con sorpresa.

Un par de ojos verdes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora