Capítulo Catorce: Otro beso

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La distancia era escasa en ese momento, y no sabían si era inconscientemente, pero sus rostros estaban cada vez más próximos

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La distancia era escasa en ese momento, y no sabían si era inconscientemente, pero sus rostros estaban cada vez más próximos. Sus respiraciones pesadas, sus cuerpos tensos, sus mentes sacudiéndose. Desde su lugar cada uno comenzó a detallar cuidadosamente las facciones ajenas. Empezaron por sus ojos donde se cruzaron el chocolate y el limón, hallando revoluciones en los iris contrarios. El cubano llevó su vista más arriba, encontrando la frente de Joel cubierta por sus rizos, después su vista fue a parar nuevamente en los ojos del otro, ahora fijándose en esas abundantes pestañas que tanto le gustaban. Los dos siguieron bajando la mirada, pasando por los pómulos, nariz, mejillas, llegando hasta sus mandíbulas. Para caer como de manera predeterminada en los labios del otro. El mexicano observaba los finos, pero colorados labios del menor, y este miraba fijamente los regordetes y estrechos labios del más alto, que en respuesta a esa mirada pasó su lengua por ellos. Y con total intención se acercaron todavía más, sintiendo sus narices rozarse. Con los nervios flotando a su alrededor, paro siendo las ganas más fuertes.

―¿No vas a apartarme? ―cuestionó un poco burlón el rizado, pero igual dudando y demasiado nervioso.

―No. Esta vez no quiero evitar lo que está por suceder. ―la convicción en su voz sorprendió a los dos chicos en la habitación.

―Me alegra. Porque no sé si te lo hubiese permitido. ―dijo el chico, agarrándolo fuertemente por las estrechas caderas del pelinegro. Para luego llevar la mirada hasta el chico que aún estaba en el piso, el mexicano le guiño el ojo, cosa que fue correspondida por el castaño con una gran sonrisa.

―Bien. ―la sonrisa era imborrable de la boca del pelinegro― Créeme que a mí me alegra mucho más.

―Bien. ―contestó de igual forma el mexicano.

―¿Necesitas que te presione como a Chri-. ―fue cortado por los labios del otro. Donde lo único que pudieron hacer fue soltar un jadeo de puro placer. Como cuando pruebas algo que apetitivas desde hace tiempo. Aunque eso no estaba muy lejos de la verdad.

El cubano no tardo en tardo en tirar sus brazos al cuello del más alto, acabando con toda distancia, el rizado llevo una de sus manos a la mejilla del menor y la otra hasta un lado de su cadera. Sus labios comenzaron a moverse lentamente, acariciándose con amabilidad y cariño. Esos movimientos pasaron a ser algo más cuando Joel lamio con suavidad el labio del chico. La lengua del rizado indagó profundamente la cavidad bucal del cubano, acarició su boca, sus labios al compás dando firmes, pero a la vez tiernos movimientos, una de las manos de Joel llegó hasta la cintura de Erick, un de las de este fue a parar a la nuca del otro, ambos agarres llenos de vehemencia, pero aun así reverberando en ese beso los dos chicos su forma de tratarse, tranquila, cariñosa, suave, pero teniendo la pasión que lleva consigo todo amor. Un dulce beso, con lamidas, mordidas y succiones. Sensual, pero sin rayar lo descontrolado. Sus bocas se movían con una intensidad calmada, al sentir sus pulmones ya ardiendo por la falta de aire, el menor succionó con coquetería el labio gordo del chico de rizos, el cual le correspondió con una mordida lo suficientemente fuerte para hincharle un poco más sus labios. Cuando sus bocas estuvieron despegadas, el mexicano inclinó su cabeza, recargando su frente en la del más bajo. Para después llevar su rostro a la curvatura del cuello del de ojos verdes.

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