Christopher, Joel y Erick son mejores amigos, unos muy peculiares. Unos que no pueden estar separados nunca. A los que las palabras lindas y de amor nunca les faltan. El apoyo que se brindan entre ellos es inmenso. Tienen una conexión tan electrizan...
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Viernes 1 de marzo, 2019
―¡Estoy cansado! ¡Tengo sueño! ―El castaño, Christopher, se quejó infantilmente, alargando la última vocal en las dos frases, la mayoría de las personas a su alrededor lo ignoraron, acostumbrando a su loca e imperativa personalidad. Sus amigos los miraron entre burlones e irritados.
―Sí, Christopher, nos quedó claro las primeras cincuentas veces que lo repetiste. Si no es mucha molestia, podrías parar ya. ―Completamente exasperado habló su amigo rizado, Joel, dirigiéndole una mala mirada. Sus otros tres amigos afirmaron con la cabeza, en una petición silenciosa.
―No le dicho tanto, tal vez, dos o tres. ―objetó cruzándose de brazos, indignado.
―Claro, pero por minuto. ―socarrón dijo el rubio, Zabdiel― Yo también estoy cansado, te aseguro que todos lo estamos, pera bro, para ya, por favor.
―Eres malo, Zabdi, creí que lo nuestro era especial y resulta que no. ―dramatizó el castaño― Pasar tanto tiempo con Richard te está afectando.
Los cuatros chicos restantes se soltaron a reír.
―No, nunca lo fue. ―sonriendo le contestó.
―Auch, me dolió. ―llevó una de sus manos hasta su corazón. Riendo juntos sus amigos.
Apenas era mediodía, acababan de llegar a México, se hallaban en el vestíbulo del hotel donde se hospedarían. Estaban a la espera de que les asignaran sus habitaciones para poder tomar un relajante baño y dormir una siesta.
Su mánager, Renato, estaba en el mostrador siendo atendido por el recepcionista, este les entregó todas las tarjetas -llaves- de las habitaciones, dándole una pequeña explicación de ciertas cosas y una amable bienvenida. El mánager tras agradecerle comenzó a repartir las tarjetas al staff, dejando a los cinco chicos para el final. Se aproximó hasta ellos, mirándolos con seriedad dijo:
―Para ustedes hay dos habitaciones disponibles. Dos y tres camas ―suspiró con cansancio, sentía que era prácticamente inútil está charla, ya sabía las respuestas, pero al fin y al cabo, era trabajo― ¿Quiénes quieren compartir? ―cuestionó pasando sus ojos por cada uno de ellos.
El pelirrojo a una velocidad alarmante contestó: ―Zabdiel y yo vamos en la de dos.
El hombre suspiró.
―Muy bien, tengan. ―Les entregó la llave, el rubio la tomó y en compañía del dominicano se fueron deprisa hacia su habitación, sin molestarse en despedirse. El de lentes siguió en lo suyo, ahora dirigiéndose solamente a los tres restantes.
―Pues, ni modo, van ustedes tres. Compórtense. Nada de salir sin permiso, nada de meter personas a la habitación, no hagan demasiado ruido, no destruyan nada, no molesten tanto, no llamen la atención, entre otras que ahora mismo no recuerdo, y no haré el esfuerzo. Y si, va para Christopher y Erick. ―habló con ojos juzgones― Tú, Joel, encárgate de que cumplan con todo, y no te dejes influenciar, por favor. ―pidió en dirección al chico de rizos.
