Capítulo Veinticinco: ¿Fallando?

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Mientras caminaban

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Mientras caminaban

―Mierda. ―lamentó el menor parando el paso, llamando la atención de sus amigos.

―¿Qué pasa? ―interrogó Joel.

―Ahora recordé que los llame para decirles algo. ―Con un tono de autorreproche habló. Los mayores asintieron, sorprendidos por lo fácil que los tres olvidaron el motivo por el cual se habían reunido. Se miraron todos divertidos, recordando lo que hacían dos minutos atrás, sus mejillas se pintaron de un ligero carmesí, así como sus ojos resplandecieron en un brillo de puro amor.

―No había manera de poder recordar, estábamos demasiados ocupados. ―riendo dijo el castaño, Joel, inconforme con su comentario, golpeó su hombro, mientras Erick rodaba los ojos― Auch, Joe, creí que ya habíamos superado la parte de nuestra relación donde me golpeabas. ―se quejó acariciándose.

―Esa parte nunca pasara, si nunca dejas de ganártelo. ―Lanzando una mirada exasperada― Ya, silencio. Hablaremos después, Renato explotará si no llegamos ahora. ―dijo caminando en dirección a la sala de estar, sin dar otra mirada a sus amigos y ocultando su sonrisa.

―Espéranos, Joel. ―ordenó Erick, siguiéndolo, con Christopher detrás.

―Soy ciego no oigo. ―respondió el mencionado, ninguno tuvo tiempo de decir nada más, ya que habían llegado. Solo hizo falta poner un pie en la sala para notar la tensión y la mala vibra en el ambiente, lo peor es que estas emanaban de una sola persona, la cual los miraba fijamente.

―Hasta que se dignan a aparecer, niños estúpidos. Siempre el mismo problema con ustedes, nunca pueden llegar a tiempo, nunca pueden apurarse. ¿Qué tanto tienen que hacer? Es que no pueden estar lejos y me quedo siempre con la mitad de la banda en otro lugar. ¡Pero ya verán! ¡Los voy a separar para que aprendan! ¡Indisciplinados!

―Lo siento.

―Perdón.

―Discúlpanos. ―dijeron al unisonó Erick, Christopher y Joel, sin embargo, este último decidió seguir hablando― Pero tampoco exageres, sí, a veces tardamos más de lo necesario, pero esto no quiere decir que alguna vez hayamos hecho algo grave, nunca hemos dejado de hacer lo que tenemos que hacer. Sí, es nuestro error tardarnos, y lo vamos a corregir. No hay que sobrepasarse. Tampoco nos trates como a unos "niños estúpidos". ―Callando a todos, sus cuatros amigos lo miraban entre sorprendido y aterrados. Renato también lo miraba sorprendido, un poco enojado, a la vez con remordimiento, por lo que tocando el puente de su nariz, estresado, habló.

―Está bien. También me disculpo, me exalté. ―reconoció― En ese caso, espero que en verdad mejoren eso, tampoco podemos vivir a su ritmo cuando todo ya está pautado.

―De acuerdo, lo sentimos y nos comprometemos. ―terminó el rizado, los otros dos asintieron dándole la razón. Renato suspiró, ya cansado y apenas iba a comenzar.

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⏰ Última actualización: Aug 10 ⏰

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