Al principio no le importaba su quemadura en el ojo, al contrario, le gustaba. Pero todo cambio por solo siete palabras de Koko.
—Ver tu ojo me recuerda a mi fallo
Eso lo destrozó por dentro, y mucho más si se trataba de la persona que le gusta. A pesar de aquello, no se separó de su lado, siempre iban juntos. Pero eso no significaba escuchar comentarios de Koko sobre el día del accidente o de su apariencia.
—Cada vez que te veo, me acuerdo de ella, sois iguales —Me siento mal viendo tu ojo
Comentarios así escuchaba casi todos los días Inui, aquello provocó un desagrado hacia su cuerpo, tanto que apenas comía y si lo hacía se provocaba el vómito, ¿la razón? Ni el lo sabía, pero se sentía horrible cuando comía.
Por otro lado, lo que eran sus brazos y muslos pálidos y finos, ahora estaban rojizos, con costras de sangre seca y algunas heridas abiertas que seguían sangrando y escociendo.
Como cada día normal, Inui estaba descansando en el sofá, no quería pensar en nada, solo estar ahí, pero su mente empezó a atormentarle recordando los momentos vividos con el moreno, al principio todo era bonito, hasta que aparecieron las peleas o comentarios de aquel chico.
Hundido en aquellos pensamientos negativos, agarró una cuchilla y las heridas que tenía a medio camino de curarse, ahora volvían a sangrar. Cuando se cansó, apoyó su espalda en el sofá cerrando los ojos.
La puerta se abrió, el moreno encontró a su mejor amigo tirado en el suelo con charcos de sangre. Asustado y apurado, corrió al baño agarrando el botiquín y acercándose al rubio.
—¿¡Qué mierda haces Inui?! —¿Qué...importa...? —¿¡Eres idiota?! —Puede... —¡Inui!—enfadado le dio un puñetazo en el rostro. —¿¡Ahora te importa?! ¿¡Después de decirme todos los días como te recuerdo a ese día?! ¿¡O que soy como Akane?! ¿¡ACASO ENTIENDES COMO ME SIENTO?! —Inui yo... —¡No Koko! Llevo años escuchando todo eso, ¿¡y sabes lo peor?! ¡Aguanté todo eso porque me gustas idiota!
Con el shock de las palabras, dejó caer todo lo que tenía en las manos, el rubio simplemente se quedó ahí, sin hacer nada, hundido en el eco de sus últimas palabras.
Después de asumir la situación, Koko agarró el algodón con unas pinzas y le paso agua oxigenada y en silencio comenzó a curar las cortes del chico, el cual quería apartar sus brazos, pero el moreno los agarraba lo suficientemente fuerte para detenerlo sin hacerle daño.
Tras limpiar y desinfectar las heridas, tapo todas estas con gasas y vendando por encima. Suspiro al terminar relajando su cuerpo y mirando al chico que tenía la mirada perdida, sin expresión.
—Vendré mañana para curarte
No recibió respuesta,recogió todo y salió por la puerta, culpándose por solo pensar en él, por hacerdaño a su mejor amigo y a la única persona que tenía.
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