A pesar de tener 27 años, Kokonoi Hajime pertenecía a una gran organización de Shibuya. Aunque normalmente se encargaba de estafar para conseguir dinero, en algunas ocasiones debía meterse en peleas. No era malo peleando, pero le molestaba que le provocaran heridas que le dificultaban trabajar.
Eso decía, pero la realidad era que desde que se separó de su mejor amigo se sentía solo. Aunque pasaran los años, Koko extrañaba a su amigo.
Quitando el hecho de que estaban golpeados, amaban ese momento donde curaban las heridas del otro. Ese momento era de ellos, un momento único, pero ahora era imposible para el chico. Ahora Inui estaba fuera de las pandillas y tenía su propio trabajo legal, por eso no supo porque ingreso al taller donde su excompañero trabajaba.
Se bloqueo cuando una figura rubia y otra morena lo miraban, esas dos personas se miraron, el moreno afirmo sin decir nada y el rubio agarro su muñeca metiéndole a una habitación.
No intercambiaron palabras, solo el rubio comenzó a curar las heridas del ahora peliblanco.
—Terminé—dijo acercándose el rubio a la puerta. —Inui —¿Si?—preguntó mirando al chico. —Quédate...por favor... —Tengo que trabajar... —Solo un poco...
El rubio se acercó con una sonrisa enternecida al ver como el otro le brotaban lágrimas de los ojos. Secó las lágrimas con sus pulgares sin dejar de sonreír.
—No me llores Koko, ya tienes 27 y perteneces a Bonten, si te ven así no intimidas —Lo siento...
Manteniendo la sonrisa, abrazo al chico apoyando la cabeza ajena en su hombro quien correspondió el abrazo sin dejar de llorar.
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