Y así fue este tiempo, que ya hace mucho de él, sólo los cielos lo recordarán con toda exactitud. Porque en este tiempo el mundo se hallaba en particular repartición, pues se dividía en cuatro regiones, mas se contaban nueve; cada una gobernada por sus propias leyes.
Al norte, muy allá, se ubicaba la Tierra del Fuego; un lugar de amplias y escarpadas cordilleras, que por sus ríos de lava e ígnea flora, eran consideradas moradas de dragones y otras fantásticas criaturas asociadas a esta ardiente naturaleza. A su extremo opuesto, más allá, estaba la Tierra de los Hielos Perpetuos, el confín de los vestiglos y endriagos; porque en sus bosques la noche era eterna, y nunca penetraba la luz del sol, y el aire siempre rugía frío; además se decía, que por aquí se llegaba a la Tierra del Silencio o Reino de los Muertos; un territorio tenebroso y en demasía desconocido, del cual poco se sabía, pero si mucho se advertía; únicamente las divinidades, y los seres de luz podían cruzar sus fronteras.
En el oriente, por donde el sol emergía, se encontraba la mística Tierra de la Luz, la residencia de los seres luminosos y mágicos; este sitio era hogar de las hadas y otras magnánimas criaturas; pero sólo algunos habían sido capaces de llegar hasta ahí sin quedar cegados, o perderse en el descomunal desierto que tenía por antesala; además únicamente los justos y puros de corazón podían pisar su suelo. Y del otro lado, al poniente, por donde el sol se ocultaba, estaban las Tierras Lóbregas; residencia de los contrarios, de todos aquellos que habían extraviado su pureza, gracia y honor; aquí yacían los de fama mentirosa y embustera, enredadora y traicionera; una zona que los honrados y honorables evitaban. Y entre esas tierras y la lar de Noto, se situaban las Tierras Gigas, el reino de los gigantes, donde unos tenían la apariencia de hombre y otros la de la roca; pero la mayoría malvados y dementes, demasiado ambiciosos y con muchas ansias de conquista pues eran herederos de la condenada estirpe que la sagrada y antigua escritura nombró "nefilim".
Finalmente, en el centro, circuncidadas por aquellas otras, en las Tierras del Medio, vivían los hombres; y de ellos, aunque existían muchos reinos, sólo dos se distinguían y se consideraban con la autonomía para ser honrosa mención: el reino de los ases y el de los bárbaros, Asgarod y Vanird. El primero, era conocido por ser la cuna de grandísimos héroes y excelentísimos soberanos, por la fama de sus sabios y lo sumo diestros en sus artes, incluida la guerra como una de ellas. El segundo también lo era, pero por el indómito carácter de su gente; muy bélicos y salvajes, con mucha bravura y arrojo, aunque bastante primitivos; sin embargo, su sistema de justicia era honorable, y los hacía respetables.
Todos habitaban en equilibrio, y funcionaban en aquel tiempo; no obstante, cuando el viento empezó a susurrar historias sobre un extraordinario poder, cuando se habló de un mágico instrumento que servía de arma y de corona para su poseedor, pronto el balance feneció y la espada se alzó sobre la razón; la guerra fue la fatal consecuencia, permitiendo que la muerte se paseara a sus anchas y engrosara las filas de sus súbditos. Se manifestó el ocaso del orden, imperó la turbación y la fe se extravió.
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LORD La Historia de Daniel y Lucio
ФэнтезиAquí comienza la historia del muy valiente y esforzado príncipe y caballero de la ardiente espada Lord Daniel que trata sobre su profético nacimiento y sus grandes hechos en armas y de las increíbles y maravillosas aventuras que vivió por fortuna de...