LORD La Historia de Daniel y Lucio

RESCATE -LA LEONA Y LA CABRA-

Y el temor del monarca no fue mal infundado, porque era bien cierto que aquellos lares eran la morada de fieras bestias; en especial, de una pareja de leones en demasía bravos. Un día los habitantes aledaños, cansados de la mermas en su aldea y armados de valor, vencieron al león; sin embargo, la leona que era más astuta, evitaba las trampas y las emboscadas; porque estaba preñada y el instinto le advertía proteger a sus nonatos. Cuando parió, la gente temió a su feroz descendencia, y cazó al animal hasta arremeter contra las crías y exterminarlas. La leona, con la maternidad malograda, quedó tan desolada que se refugió en lo más profundo de esos parajes, y anduvo en ellos buscando consuelo a su tristeza. Y fue en el río, donde se había detenido a beber agua, que lo encontró; allí avistó una cesta, que había venido con la corriente, y atorada había quedado entre los juncos; de su interior provenía un llanto, que bajo las ricas mantas, reveló a un hermoso niño. Tan encantador le pareció, que su corazón acaecido y fiero se conmovió de gran ternura, y de inmediato quiso protegerlo como si fuera su propia carne. Entonces lo llevó consigo, muy adentro de los bosques, y cuidó de él con mucho esmero hasta que éste cumplió los siete meses. Brindándole con su sustento fuerza y bravura.

Transcurrido ese lapso, quiso enseñarle al infante, como lo habría hecho con su propia estirpe,su oficio de carnicería. Recorriendo los campos, le buscó la presa adecuada para su iniciación. De repente, bajo la sombra de un árbol, alcanzó a ver una cabra echada con sus crías y creyó la buena lección para su pupilo. Enseguida, el animal se alertó con la presencia de la leona, y rápido empezó a saltar para distraer su atención, y así darle el tiempo suficiente a sus cabritos de escapar. Mientras el pequeño aprendiz gateaba hacia aquellos, gruñendo como lo hacía su protectora; estupefacto se quedó, cuando halló dormido a uno de su misma especie, otro idéntico a él.