Caído el caballero, sus compañeros se lanzaron contra el temible gigante. Mientras tanto Daniel aguardó el desenlace. Se encomendó al Altísimo, idéntico a su hijo cuando menguaba en el madero, y cerró los ojos. No dejó de suplicarle el perdón al ánima de Lucio, y con éste en su pensamiento, creyó exhalar su último aliento cuando una cálida luz lo cubrió, y supuso estar en la presencia del Todopoderoso, porque mucha calma y paz sintió. Pero al abrir los ojos halló que aquella luz provenía de un extraño artefacto frente a él. Estaba labrado en el oro más fino, en la tapa tenía una corona; y en ésta, arriba de ella, emergía un resplandor con la figura de un astro; dos alas salían de los lados de la copa a modo de asideros, que adornada estaba con las más hermosas y exquisitas joyas jamás antes vistas. Una dulce y agradable voz, que provenía del místico objeto, le habló: "Tomad y bebed, porque éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna".
Estiró los brazos, con sus manos alcanzó el adminículo, y la tapa que resguardaba el contenido desapareció, permitiéndole ingerir el sagrado líquido que dentro se contenía. Conforme bebió, su cuerpo y espíritu experimentaron maravillosa sanación. Una luz color arcoíris cubrió todo el lugar, y cuando el resplandor cesó, de éste surgió un intrépido héroe, que ataviado con roja capa y argenta armadura, la cual sumo preciosa y elegante era; enseguida alzó la justiciera espada y regresó al combate. En igualdad de situación estuvieron, y pese a que el gigante mucha experiencia poseía, Lord Daniel mejores maneras mostró. Rápido y certero se acercó y embistió, con mucha destreza, los detestables pies del gigante; la espada mucha merma hizo a su miserable carne porque no demoró en doblarse de rodillas. Enseguida subió por la mano, clavándole la espada conforme fue ascendiendo, haciéndolo lamentarse y mucho chorrear su perversa sangre. Apenas llegó se al hombro del pérfido, exclamó: "Los justos poseerán la tierra, y para siempre morarán en ella, ¡pero la descendencia de los impíos será exterminada!", exclamó. Y no hubo duda en su ánima al asestar el golpe definitivo, y de tajo cercenó la cabeza del Destructor.
Por la destreza del guerrero todos se admiraron y demasiado lo felicitaron. "Alegraos los corazones, porque la plegaria se ha encarnado", declaró Urganda La Desconocida en la apariencia de una joven dama, "El Soldado Célico que traerá la paz al mundo ha aparecido. Ese cáliz en sus manos es prueba de ello, puesto que es su Guardián. El Santo Grial que le ha conferido su custodia al brindarle su divino poder en el momento más precario. He aquí a su ilustre alteza, el príncipe Amadeo, heredero legítimo al trono de Asgarod". Daniel, quien no había prestado atención a su cambio, se asombró de la transformación y mucho celebró con sus compañeros, pero siguió preocupado por su extraviado amado. "Ahora poseo las fuerzas necesarias para cumplir mi empresa más querida, salvar a Lucio, por quien el corazón siempre me ha latido acelerado", esperanzado reveló.
En ese preciso instante, el cadáver de Basagante El Destructor desapareció y las almas de los Lores de Asgarod fueron libertadas. Lord Daniel reconoció la de su maestro y se acercó a ella. Ésta agradeció le por su acción, pidió le perdón por sus actos egoístas y falta de empatía para con él y sus sentimientos. Se alegró por su benéfico cambio y después se elevó, suplicándole oraciones que aliviaran su purgatoria pena. Enseguida Urganda La Desconocida le explicó que Lucio mal consejo había obtenido de Arcaláus El Encantador a través del enano Ardián, y así grandísimo daño estaban aquellos causando en muchos lugares. Sus compañeros, luego de reservado silencio, cuestionaron al caballero su responsabilidad en tal argucia. "Lucio es por quien el corazón me late más acelerado. Él es mi igual, mi correspondiente, ¡seguro estoy, nos mueve el mismo espíritu! Ha sido un hermano cuando lo he necesitado, un amigo frente a la mezquindad, amante y consorte ante los deseos de mi cuerpo y ánima; pero por culpa del miedo y la inseguridad, a quienes permití voz en mis decisiones, acabé dejándole sólo y a merced de la maldad. Ahora él ha caído en la oscuridad. Nuestro Señor y el Altísimo Padre son testigo de mi grave falta, porque en su divina presencia y bajo su sacro techo, juré protegerle y servirle con mi propia vida, empero no lo cumplí".
Esta revelación mucha compasión despertó en aquellos, y todos, su compromiso manifestaron de prestarle socorro para completar su frustrada misión. No obstante, la distancia hacia Asgarod era demasiada, un viaje a considerar, porque meses se llevaba. "No tenemos camino trazado ni un transporte que lo aligere. Sin embargo, haremos cuanto nos sea posible para ayudar a vos y a vuestro amado", expresó Gohun, apoyado por el resto de los integrantes. Urganda La Desconocida silbó, y en instantes tres caballos a total galope aparecieron tras la árida colina. Uno, el de crines plateadas e inmaculado blancor en la complexión, que mucha energía, además de equilibrio, fuerza y resistencia demostraba con cada avanzada; ese era Gaula, un príncipe entre los de su especie. "Él será vuestro compañero en las distancias largas y difíciles. Si has perdido el camino, despreocuparos porque él habrá de encontrar la senda indicada. Su linaje, como el vuestro, se remite al de antiguos reyes".
Entregó a Siffo y Landraff los otros dos caballos, que también eran compañeros de Gaula y grandes características poseían. Luego se dirigió a Gohun y Volstagg, a los cuales por su particular tamaño, les otorgó polvo de luz, para que su paso y cuerpos fuesen ligeros, como lo eran los de los seres de dicha nación, y con fácil movimiento pudieran andar y seguir a los otros. "Y porque a vosotros lo más difícil apenas se avecina, os entrego estas armas hechas con las artes de mi pueblo". Un bracamarte para Landraf, una alabarda para Volstagg, un mazo para Gohun y un arco para Siffo; todas éstas mágicas cualidades poseían, verdad y castigo sobre el inicuo. "Ahora príncipe Amadeo, ¡levantad el Grial!, y con él, tus jaculatorias. Suplicad por las puertas de Asgarod mirar al frente, y éstas ante ti se mostrarán", declaró La Desconocida. Así hizo Lord Daniel, elevó la mística copa y tras ferviente oración, una senda arcoíris se marcó sobre el suelo. "¡Andad por ella!, ¡y no os detengáis hasta arribar a la ciudad!". Aquella desapareció, presto los otros se prepararon e iniciaron el recorrido, conforme la avanzaron, ésta comenzó sea desprender de la tierra, y no supieron el momento exacto en el cual su andanza se elevó a los aires, ni tampoco cuánto tiempo había transcurrido, mas pronto advirtieron la ciudad y sus puertas.
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LORD La Historia de Daniel y Lucio
FantasiaAquí comienza la historia del muy valiente y esforzado príncipe y caballero de la ardiente espada Lord Daniel que trata sobre su profético nacimiento y sus grandes hechos en armas y de las increíbles y maravillosas aventuras que vivió por fortuna de...