IV. TESORO DEL SOL

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Noah examinó la pieza por un instante: la tabla estaba tan limpia que podía ver su reflejo en ella

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Noah examinó la pieza por un instante: la tabla estaba tan limpia que podía ver su reflejo en ella. Asombrado ante semejante hermosura, se percató de un escrito que esta poseía:

—¿Qué idioma es ese? —le preguntó a Karamat—. No entiendo lo que tiene grabado la tabla.

—Está escrito en una lengua antigua. Todos los que sabían hablarla fallecieron, así que nadie sabe qué significa —explicó, encogiéndose de hombros.

—Y pensar que tenían esto guardado en una cueva —comentó Melville, que recién entraba a la habitación. Dejó su mochila en el suelo junto a la puerta y se acercó al pedestal—. La Tabla de Amery, un Tesoro del Sol —dijo el hombre, parándose a un lado de su hijo—. Esto es lo que hace que los seres de este bosque sean excepcionales. ¿Me equivoco? —le habló a Karamat.

Este, después de sonreír burlonamente por un momento, se cruzó de brazos.

—Te crees muy listo ¿eh, viejo?

—¿Estoy equivocado? —dijo este alzando una ceja.

—Desgraciadamente, no. La tabla desprende magia por todo el bosque y esta queda impregnada en los objetos inanimados. Si los animales van a tomar agua al río o a comer de un árbol estarían recibiendo magia. La magia de los cuatro tesoros son parte de lo que solía conformar al dios del sol, así que el hecho de que los animales pudieran adquirir su magia era algo dentro de las probabilidades.

—Por eso escupían fuego... —agregó Noah, acabando de entender— pero, ¿por qué mi magia no funcionó con aquel oso?

—Los animales de este bosque han desarrollado la habilidad "Lucidez", que les impide ser afectados por cualquier tipo de magia. Incluso a mí me resulta imposible utilizar magia en su contra. Puede que no te hayas detenido a pensarlo, pero todos los seres vivos buscan una forma de tener control sobre su terreno. Incluso los humanos, que somos los más civilizados, intentamos destacar de los demás y sobrevivir a las adversidades que la vida misma nos plantea. Todo es gracias al desarrollo, así que no bajes nunca la cabeza, pues podemos, como los animales de este bosque, crear nuestra propia manera de lidiar con los problemas.

—Tengo una idea de la respuesta, pero debo preguntar: ¿por qué esa magia no te afecta a ti? —habló Melville.

—¿Cómo sabes que no me afecta a mí también?

—No te veo escupiendo fuego.

—La magia que desprende La Tabla de Amery no afecta a los herederos mágicos —respondió el nativo—. La tabla confunde la magia de los herederos con su propia magia y solamente nos ignora.

—Por cierto, chico, al entrar pude percatarme de que las paredes estaban todas pintadas. ¿Qué significan esos dibujos? —preguntó el hombre.

—A eso quería llegar. Les explico: Abraham, en su tiempo como Guardián de Utsikt, pasaba incluso semanas sin salir de La Biblioteca Real. Se dedicó a estudiar mitologías e historias de sus antepasados, particularmente la historia de Sunshine, El dios del Sol y el Fuego. Lo que Abraham dibujó en las paredes de esta cueva narra la parte más importante de la historia de dicho dios; narra el hecho conocido como: "La Caída del Sol".

Sunshine [Herederos Mágicos #1] © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora