Con el poder de Sunshine en juego, comienza la cacería de los Tesoros del Sol.
Noah Nyclock es un heredero mágico y, además, uno de los elegidos para acabar con el mal que rodea la isla Utsikt. Con más peso en su espalda del que cree, este chico y...
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De entre las llamas apareció la figura de El Vigilante, quien detuvo su marcha para levantar la mirada hacia Noah.
Varios hombres de la tribu, blandiendo sus lanzas, se abalanzaron hacia él, pero este sin esfuerzo alguno los detuvo: las raíces de los dos árboles que adornaban la entrada ahora se mecían en el aire y acabaron por atravesar los cuerpos de los nativos. La sangre manchó la tierra y una gota cayó en su rostro.
—Sangre pura —dijo, después de lamer el dedo con el que se había limpiado la gota—. Sin duda, la más deliciosa.
Le dedicó una sonrisa a Noah mientras caminaba entre los nativos que, a pesar de estar luchando con todas sus fuerzas para proteger su hogar, todos terminaban muertos por las raíces que El Vigilante usaba como arma. Ninguno logró ponerle un dedo encima.
—¿Qué rayos es esa magia? —preguntó Hasek, aterrorizado.
—Es la magia más peligrosa de todas: la magia de Trastorno —aseguró Cameron, que se detuvo a un lado de Noah a observar la situación—. Los herederos mágicos de Trastorno pueden controlar el exterior de los organismos vivos, incluyendo a los humanos.
—En resumen —habló Noah—: puede controlar nuestro cuerpo, pero no puede interferir en el funcionamiento interno de este.
—Exacto.
—¿Qué podemos hacer nosotros? —preguntó Hasek, ahora inquieto.
—Los Herederos de Hielo tomarán esta batalla —comentó Avril—. Vamos a detenerlo, o al menos lo intentaremos.
—Vamos a ganar tiempo —corrigió Karamat—. Con un poco de tiempo seguro se te ocurre algo. ¿Verdad, Noah?
—Cuento con ustedes —dijo este antes de que los hermanos corrieran rumbo a las escaleras.
—¿Y qué se supone que haremos nosotros? ¿Quedarnos aquí esperando a que este loco venga a matarnos? —comenzó a levantar la voz Hasek—. Me rehúso. Yo voy a luchar. He vivido por la lucha y moriré luchando.
—Calma, indio. Aquí no vamos a morir —lo paró Noah mientras estrujaba su rostro tratando de idear algún plan.
Cameron se quedó pensativo y apretó la mandíbula antes de decir, preocupado:
—Espero que ellos dos logren hacerle frente... No podemos dejar que los pendientes caigan en sus manos.
El Vigilante detuvo sus pasos cuando hacia él comenzaron a caminar Avril y Karamat.
—Vaya, vaya, los hermanos Coxgreen. Pensé que este día nunca llegaría. No sabéis las ganas que tenía de luchar contra ustedes. Oh, Karamat, desde tu combate contra Helier en Deigh llamaste mi atención. Fue un combate sencillo pero ingenioso... Muéstrenme qué tan fuerte son en este show que nos espera —anunció, esbozando una sonrisa y desprendiendo esa malicia que tanto lo caracteriza.
—No creas que lo tendrás tan fácil. Aunque seas tan fuerte como dicen, seguimos siendo dos contra uno —aseguró Avril.
—No vengas llorando después —advirtió Karamat comenzando su ataque. Extendió sus manos una sobre la otra en dirección al Vigilante y dijo entre dientes—: "Insane"
Al igual que cuando utilizó esta habilidad en Deigh contra Helier, en el aire comenzaron a aparecer trozos de hielo que salieron disparados hacia el cuerpo de El Vigilante, quien utilizó las raíces como escudo. Por otro lado, el hielo que desprendía el cuerpo de Avril comenzó a expandirse por toda la zona, evitando así que pudiera obtener más marionetas su oponente. Karamat abrió sus manos y detuvo su hechizo.
—Gelios —susurró esta vez.
Tomó aire por la boca y luego sopló hacia delante como lo haría un dragón al lanzar fuego: de la boca de Karamat salió a gran velocidad un torbellino de aire gélido.
Las raíces que había utilizado como escudo estaban destrozadas, así que el usuario de Trastorno tuvo que correr hacia un lado mientras buscaba algo en su bolsillo. Luego se detuvo y lanzó hacia Karamat lo que parecía ser una granada. Este, sin problemas, hizo que la granada se congelara desde adentro (evitando la explosión), pero para cuando su vista se volvió a centrar en El Vigilante, este había desaparecido.
De repente, un grupo de aves comenzó dar vueltas alrededor de Karamat, estorbando y restándole visión. Los arbustos a un lado de Karamat comenzaron a crecer y terminaron por atraparlo entre sus, ahora flexibles, ramas.
—Yo también puedo jugar este juego —susurró Avril—. "Insane"
En el aire se formaron trozos de hielo, que esperaban a que ella localizara el objetivo. Un par de arbustos detrás de Avril se movieron y ella descargó todo su ataque en este.
—No creo que puedas jugar este juego —dijo El Vigilante, que acababa de golpearle la nuca, haciendo que esta cayera inconsciente.
—¡¡Maldición!! —gritó Karamat, aún enredado entre los arbustos pero con las venas de su cuello a punto de reventar por la rabia.
—No la mataré. Puedes relajarte. Puede que algún día necesite nuevas marionetas.
Karamat cerró los ojos y tomó un suspiro. Luego, susurró:
—"Arte de Anti-magia: Complete Cancel".
Las ramas que lo sujetaban reventaron y Karamat cayó de pie en el suelo otra vez. Su mirada, viva miscelánea de entusiasmo y adrenalina, se clavó en El Vigilante.
—¿Qué acaba de pasar? —preguntó asombrado.
—¿Nunca lo habías visto? —lo enfrentó el nativo de Deigh con una sonrisa—. Esto es Anti-magia. Entiende que no tengo intención de perder.
—Parece que no has estado perdiendo el tiempo exactamente... Eres incluso más fuerte que Abraham.
—¿A qué te refieres? ¿Acaso estás delirando?
—Supongo que eres más fuerte que él, pero en tema de madurez te falta todavía.
—No conozco a ese Abraham, pero te puedo decir que lo voy a superar en todo. Tan solo observa.
El Vigilante soltó una pequeña carcajada y miró el suelo por un momento:
—¿Que no lo conoces? Si es tu antepasado...
Karamat se quedó paralizado. El entusiasmo que había ganado hacía momentos al utilizar anti-magia se esfumó al instante.
—Abraham... ¿Hablas de... Abraham Arleck, el primer mago de hielo?
—¡¿Ves?! Sí que lo conoces.
—¿Cómo es posible que lo conozcas tú, personalmente? Abraham vivió hace setecientos años atrás... ¿Quién eres?— preguntó mientras retrocedía, aterrado.
—¿Yo?... yo soy un fantasma.
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Nota de autor: Hay doble actualización. Sigue al siguiente capítulo :)