XIV: TRIBU

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Después de unos días en la isla Lidelse aprendiendo lo básico de la anti-magia con El Creador, Noah y los herederos se adentraron de una vez en el Valle de la Muerte

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Después de unos días en la isla Lidelse aprendiendo lo básico de la anti-magia con El Creador, Noah y los herederos se adentraron de una vez en el Valle de la Muerte.

La apariencia de este lugar no tenía nada que ver con su nombre: sus árboles eran fuertes y grandes, sus hojas eran de un color verde oscuro y sus raíces se extendían a lo largo del sendero. El camino era guiado por arbustos adornados de flores blancas y de vez en cuando encontraban carteles que indicaban qué dirección tomar.

—Es como si nos estuvieran invitando a encontrarlos —había comentado Cameron hacía ya varios minutos.

—¿A encontrar a quiénes, exactamente? —preguntó Avril.

—¿No es obvio? A la razón por la cuál este lugar se llama El Valle de la Muerte: Los Takaazar —respondió serenamente Cameron.

—¿Qué rayos es Takaazar? —preguntó Noah.

—Los Takaazar son una tribu que ha vivido en este lugar por cientos de años. Viven de la naturaleza, como los aborígenes, pero se rumorea que su actual líder vivió en Allvar hasta los dieciocho, practicando artes marciales.

—Supongo que podremos deducir que este líder es quien posee el tesoro.

—Eso creo, pero va a ser un problema. Tengo entendido que su padre era un nativo de aquí al igual que el resto de su tribu. Su madre era una viajera que cuando tuvo al niño se quedó a vivir en Allvar. Cuando su madre murió, su hijo volvió con su padre pero este murió poco tiempo después, dejándole el Tesoro del Sol y el mando de la tribu a su hijo. Si esta historia es cierta, no veo posible que nos entregue ese tesoro que tanto significa para él.

—Ya veremos qué hacer cuando llegue el momento. Por ahora, estén atentos a su entorno. Creo que nos están vigilando —advirtió Karamat, subiendo la guardia.

Al final del sendero se comenzó a divisar un muro totalmente hecho de bambú y que debía medir al menos diez metros. Custodiando la puerta se encontraban dos hombres armados con lanzas de madera y una vestimenta hecha con la piel de algún animal salvaje.

—¿Qué se supone que haremos? ¿Podemos noquear a los guardias? —preguntó Karamat, tratando de disimular una sonrisa.

—De eso nada —dijo inmediatamente Noah, caminando hacia ellos—. Hablaremos con ellos cara a cara.

—Pero ¿qué dices? —cuestionaba Karamat mientras seguía los pasos de Noah—. Sabes muy bien que hablando no nos dará el tesoro. Ya lo explicó Cameron.

—Todo se puede resolver hablando, Karamat —aseguró, tranquilo—. Déjamelo a mí.

Noah se detuvo frente a la puerta cuando ambos guardias colocaron la punta de sus lanzas a escasos centímetros de la garganta del chico.

—¿Quiénes son ustedes? No se permiten visitas —dijo uno de los guardias.

—Vaya, pero si saben hablar —comentó ilusionado Noah, y esto no hizo más que molestar al hombre.

Sunshine [Herederos Mágicos #1] © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora