XVIII: VUELTA A CASA

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Noah se despidió de Feitan y se reunió con el resto en la orilla de la isla Lidelse

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Noah se despidió de Feitan y se reunió con el resto en la orilla de la isla Lidelse. Esa mañana la costa estaba ocupada por los sobrevivientes de la tribu, que habían ido a despedir a su líder.

—¿Ya están todos listos? —preguntó Noah.

—Eso creo —respondió Karamat—. ¿A dónde iremos primero?

El chico apretó la mandíbula y le dedicó una mirada al mar que se perdía en el horizonte. Entonces, dijo:

—Seré sincero con ustedes: no sé dónde está mi madre en estos momentos, pero sí conozco un lugar en el que ella solía pasar el tiempo junto a papá.

—Iremos ahí entonces. ¿Hacia qué dirección vamos?

—Hacia el norte... Vamos a la isla Sannhet.

Karamat y Avril comenzaron a crear un sendero de hielo sobre el agua y los cinco emprendieron su largo y agotador camino.

—¿Qué se siente volver a la isla de la que escapaste? —le preguntó Cameron mientras caminaban.

—No se siente mal del todo. Viví allí toda mi vida...

—Por cierto —habló Avril—, ¿no dijiste que el rey de Sannhet los había hecho abandonar la isla?

—Sí. El idiota pensó que estaba conspirando contra él... Aunque ahora tiene sentido: todo estaba preparado por Peter.

—Sabes que eso no cambia el hecho de que el rey te quiera fuera de su isla, ¿verdad? —indicó Cameron.

—No va a saber que estamos allí —aseguró Noah.

—¿Y cómo propones hacer eso? —quiso saber Hasek, que había estado todo el tiempo en silencio.

—Conozco a alguien en la costa. No tendremos ni que entrar a la ciudad. No directamente.

—¿Y en la costa no hay gente? —preguntó el mismo.

—Solo pescadores. La mayoría están en contra del rey, así que si nos llegan a reconocer no nos delatarán.

Hasek se encogió de hombros y ninguno volvió a hablar en el camino. Al llegar a la isla, lo único que se podía ver era un puerto: completamente hecho de madera y, como contó Noah, con al menos tres pescadores.
Detrás del puerto, se erguía una gran muralla, esta hecha de piedra y con una puerta de hierro inmensa.

Noah caminó hasta una casa que había en el puerto, hecha de madera también, y tocó dos veces a la puerta.

—Contraseña —pidió un hombre del otro lado.

Avril logró ver cómo, por una pequeña fracción de segundo, una ligera sonrisa se esbozó en los labios de Noah al escuchar la voz del hombre; como si, de alguna manera, se sintiera más aliviado.

—"Atraparemos hasta el último mentiroso. Lo juro bajo la luz de la luna".

Una rendija se abrió cerca de la mirilla y unos ojos grises se asomaron a ver. Al divisar al chico que esperaba afuera de su casa, los ojos se agrandaron y cinco trabillas sonaron antes de abrirse la puerta. De ella salió un hombre un poco más alto que Noah, con el pelo canoso y una barba bien cuidada. El hombre se quedó pasmado frente al chico, mientras entre su barba se mostraban sus dientes perfectamente cuidados.

Sunshine [Herederos Mágicos #1] © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora