Capítulo XXIV

64 10 11
                                    

01/02/2011

Tan sólo había despertado el día de su cumpleaños cuando empezó a revivir uno de los peores momentos de su vida, seguido de la muerte de sus padres y hermana. Tal vez necesitaba ayuda psicológica ya que él sentía que seguían ahí, en alguna parte del mundo y que tarde o temprano lo visitarían, tal vez no lo había aceptado ni superado aún, había vuelto a la etapa de negación, la más clara y oscura a la vez.

— No, no, no. Mierda, me está pasando de nuevo, alguien está encima mío. — Ni siquiera iba a intentar moverse ni abrir los ojos, simplemente sucedería otra vez y no podría cambiarlo, definitivamente no volvería a dormir boca abajo. Pero, ¿Qué tal si le vuelve a pasar mientras duerme con la mirada hacia el techo, vería un monstruo, sería peor? Quería que todo esto termine ya, cada día tenía más dudas acerca de su existencia, y ni hablar de la de su ojiazul amigo.

— ¿Quien soy? Dijo Louis en su oído después de haber tapado los ojos del rizado con sus manos. — Feliz cumpleaños luv!

— ¿Qué? Puedo moverme. — Estaba a punto de llorar, cuando se dió cuenta de que Louis estaba encima de él, no un monstruo maligno.

Tal vez el mayor no lo hubiera hecho al saber acerca de las "pesadillas" de Harry, peor aún en su cumpleaños. Pero el ojiverde no quería que se preocupe más por él, pensaría que es un completo tonto por sentirse violado y sucio tan sólo por una estupida alucinación que tuvo meses atrás, claramente Louis no se burlaría, lo conoce, y sabe que por muy tonto que sea lo apoyará porque para eso están nuestros mejores amigos. Sin embargo Harry pensaba que era algo inútil por completo, ¿De qué le serviría hablar de esto con aquel chico? Probablemente le ayude a calmarlo pero Louis era un chico muy ocupado, había tenido que lidiar con su propia muerte, con la de su madre, y con la de el resto de la humanidad como para preocuparse de cosas que un idiota ve cosas por estar estresado.

Inicialmente se lo iba a decir pero ese día se veía tan feliz y hogareño, cocinando para él por segunda vez en su vida, no quería quitarle la poca felicidad que tenía, fue posponiendo varias veces el tema hasta no querer hablarlo en absoluto.

— Eh, sí, supongo, creo que no peso demasiado. — Respondió luego colocarse a su lado. Había notado que algo pasaba con Harry, lo conocía demasiado bien, pero sabía que no era el momento indicado para hacerlo, quería hacer que el ojiverde olvide absolutamente todo lo malo junto a él en ese día especial.

— Oh, se ve oscuro afuera, ¿Que hora es boo? — Dijo mientras bostezaba y restregaba sus ojos.

— Las doce.

— ¿Hiciste que me duerma a las cinco de la tarde para despertarme ahora?

— Cuidado Einstein que ha llegado tu competencia.

Louis le colocó un gorro de cumpleaños luego de que Harry se sentara en aquella cama para uno, seguido de besar su frente y tumbarlo a la cama para darle un abrazo.

— Lou, voy a quedarme dormido si sigues así.

— ¿Así como?

— Un peluche, además yo soy la cuchara pequeña.

— Tendrás que demostrarlo luego, ahora iremos a pasear.

— ¿A dónde?

— Vamos juntos a la playa.

— ¿No es peligroso que venga un loco y nos mate? Perdón, me mate.

— No importa, así estarás conmigo para siempre.

— Cursi.

— Poste.

Al llegar, Harry se sentía como si estuviera en esas series o películas cliché las cuales muestran cosas románticas que de ninguna manera podrían pasarle a las personas, sólo creando ilusiones de algo ficticio, pero nada era imposible ahora, la muerte literalmente estaba a su lado para protegerlo.

Prisionero de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora