Capítulo XIX

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Lo pasé espectacular con mamá, vimos películas y series durante todo el día, aunque por momentos ella me miraba y lucía como si hubiera visto a un muerto.

Pasaron las horas y ya había llegado su hora de dormir, así que deje un suave beso en su frente para despedirme. Ella se limitó a sonreírme y asentir con la cabeza, supongo que ahora lo entendía.

Cuando su esposo llegó a casa se acostó a su lado pero después salió corriendo de la habitación para hacer una llamada, luego de varios minutos llegaron varias personas para llevársela.

Así que me fui.

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— ¿Boo? ¿Por qué tienes esa cara?

— ¿Qué cara Harry? He tenido esta cara durante toda mi maldita vida, ¿Qué esperas, que la cambie tan solo por verte a ti? Adivina qué, me importa una mierda.

— Perdón boo, de verdad no quería decirlo así, lo siento. Eh... debo irme. Adiós.

No hubo respuesta.

— Eres un maldito idiota Louis, una puta cosa tienes que hacer, tan sólo una, y la haces mal. Sabías que esto iba a pasar algún día, pero ¿Por qué es tan difícil? Decir adiós para siempre a aquello que amamos con cada parte de nuestro corazón, supongo que al decir esa frase me di la respuesta. — Amargas gotas que caían de sus ojos eran su compañía por décima vez en el día, ¡¿Por qué tenía que ser tan débil?!

Harry era una persona muy descuidada y despistada, aunque a veces eso le ayudaba. — Lo siento boo, olvidé mi abri-

— Está bien.

— ¿Cariño, estabas llorando? Si es por lo que dijiste no hay problema, no siempre tenemos que sonreír y estar de buen humor. — Le había dolido, pero sabía que era el coraje con el que había conversado, no con Lou.

— No estoy llorando, adiós. — Fue a la habitación de Harry, en realidad sólo quería cariño pero no sabía como pedirlo, así que su forma de dar pistas fue caminar hacia la habitación y no volverse humo.

Harry lo entendió, pero no lo iba a decir, tan solo lo iba a demostrar.

— Boo, ¿Puedo entrar?

— No. Bueno, es tu habitación, así que tú decides.

Al entrar vió al ojiazul mirando hacia abajo, se encontraba hecho bolita y su almohada ya se había mojado un poco por sus lágrimas. Se dió cuenta de que Louis se había movido para dejar un espacio de la cama libre, así que se acostó a su lado, y quedaron frente a frente.

— ¿Me puedes decir que tienes? — Susurró mientras tocaba su cabello con la yema de sus dedos, como si fuera de porcelana.

— ¿Te puedo abrazar primero? — En realidad lo hacía porque quería ocultarse bajo su tacto, para que no viera su rostro.

— Sabes que sí.

Entonces lo hizo, y empezó a contar aquella historia la cual nunca creyó ser escapada de sus labios con tanta prisa.

— Hazza, se fue para siempre, antes podía observarla a lo lejos y ella estaba siempre con papá, no volveré a verla, nunca más. — Su voz era entrecortada, su corazón se sentía igual.

— Shh, tranquilo ¿Si? En realidad no tengo idea de que decirte, pero sabes que puedes desahogarte cada vez que estés conmigo, si quieres abrazos, te los daré, si quieres hablar, te escucharé, y si te quieres sentir querido, te lo demostraré. Piensa que tu mamá ha sido liberada de toda la tristeza que tenía por tu partida, dices que ella te vió antes de irse, estoy seguro de que eso la hizo extremadamente feliz, como nunca. — Se abrazaron con más fuerza, Harry siempre sabía que decir para tranquilizarlo.

Prisionero de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora