Capítulo XXIX

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— ¡Mierda me quede dormido!

— Mmmmmm. ¿Qué pasó? Ven y abrázame, tengo mucho sueño.

— No puedo, tengo clases, ya falte a historia y matemática.

— ¿Por qué no te quedas conmigo hoy? Seguro no tienes nada importante que hacer.

— Olvide las llaves de mi casillero en el aula, tengo cosas valiosas ahí.

— ¿Ocultas algo siniestro, Styles?

— Obvio no idiota, cállate.

— Cállame. — Se  dejó callar sin oposición alguna, y las cosas iban mejorando notoriamente.

— Lou, se lo que está intentando, no pasará lo de ayer.

— ¿Qué, no te gustó? Lo siento, tal vez no estaba li-

— No hablo de eso tonto, es decir, si, o sea, quiero decir, debo dejar de trabarme, me refiero a que no lo haremos en este momento, te conozco, y se que lo quieres.

— Ay me muero, somos una pareja perfecta, mago y leedor de mentes.

— ¿Esa palabra existe?

— Yo que se.

— ¿Quieres desayunar?

— Te, si.

— Pensaba que no te gustaba el té.

— Auméntale "Te" a tu frase.

— No entendí.

— Jjjjj.

— ¿Por qué haces como serpiente que quiere vomitar?

— Por nada, tengo sueño. Déjame dormir.

— Dijiste que querías desayunar.

— Te.

— ¿Hago té o no?

— No.

— Reiniciando en tres, dos, uno. — Comentó imitando una muy extraña voz robótica antes de fingir su muerte.

— Queridos televidentes, wow la palabra televidentes termina en videntes, omg, todos somos videntes, como decía, un joven murió por bruto, Louis, tu que estás en el lugar de los hechos, coméntanos sobre lo sucedido. — Fingió voz chillona para luego intentar hacer voz grave. — Claro que si Zaina, nos encontramos aquí con el cuerpo del cadavérico y tieso Harry Styles, un adolescente más conocido como el amor de mi vida, muerte, el cual es tan bruto que murió por esto, te extrañaremos Harry, también extrañaré las mamadas que no m-

Harry le dió una dramática pero suave cachetada mientras fingía molestia.

— ¡Mi novio bruto revivió! — Dijo mientras miraba una cámara imaginaria en la puerta de la habitación para después tirarse sobre su cuerpo.

— Me estás aplastando.

— No me importa, quiero que huelas a mí.

— No somos alfa y omega.

— ¿Eso que tiene que ver con que los presidentes son más corruptos que un plato con sopa?

— Depende del clima, ya boo, de verdad, vamos a desayunar.

— Que no, quiero dormir mientras me aplastas y me dejas oler tu cuello, tocar tus rizos, besarte, hacerte mi-

Harry lo calló con un beso.

— Te esperaré en la cocina.

— Hijo de la gorra.

El rizado se distrajo un poco al escuchar el sonido de una guitarra, cerró los ojos, al darse cuenta de lo horrible que sonaba.

Prisionero de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora