En la colina

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—¡Vamos, Steve! ¿Ya te está pasando factura la edad, abuelo?

Steve rió y aumento el paso, casi corriendo colina arriba, hasta alcanzar a su esposo en la cima.

—No es justo, me hiciste devolver por la canasta que tú olvidaste. —frunció el ceño, pero perdió el efecto cuando no pudo evitar la sonrisa en su rostro.

—Ahh, ¿con que es mi culpa, entonces? —Tony levantó una ceja y también sonrió, poniendo esa expresión risueña que le daba a sus ojos un brillo de picardía. —¡Atrápame! — y echó a correr.

Steve se carcajeó, como quien vive feliz con la vida, y salió detrás a perseguirlo. Rodearon un árbol y saltaron una cerca, corrieron y jugaron como niños, hasta que Steve lo atrapó, agarrándolo por la cintura.

—Te tengo. —sonrió. 

—Ah, pues yo también te atrapé. —Tony enrolló sus manos alrededor del cuello del rubio y lo atrajo hacía sí mismo.

Steve y Tony se besaron, lento y suave, con tanto amor que, quien los viera, podría llorar ante la maravilla y alegría que transmitían.
Combinaron con la magia del atardecer, desprendiendo la belleza del amor.

Tiempo después, cuando se separaron, Steve comenzó a atacar con cosquillas al castaño, quien no pudo controlar sus carcajadas.

—¡A-Alto! Ja, ja, ja, ¡Steve!

En un momento, logró recuperarse, y haciendo uso de su profundo conocimiento del cuerpo ajeno, contraatacó justo en sus puntos débiles.

—¡Tonyyy! — una risa profunda lo interrumpió. —¡B-Basta!

Ambos cayeron de espaldas en el pasto, con las respiraciones agitadas. Se miraron a los ojos y volvieron a reír, felices y enamorados, dedicándose miradas brillantes y sonrisas bobas, resplandecientes.

—Te amo. —soltó Tony a bocajarro.

—Yo te amo más. —contestó Steve y lo volvió a besar.

Continuaron así hasta que el manto oscuro de la noche se posó sobre ellos. Los dos miraron hacia arriba, contemplando las estrellas, apreciando la inmensidad del cielo.

—Es hermoso. —la voz de Tony era suave, llena de maravilla.

—Sí, lo es. —concordó Steve, sin embargo, mirándolo a él.

Este era un momentos de esos de los que ninguno quisiera que acabara. La perfección, lo increíble y magnífico de la simplicidad de estar juntos.

Tony usando el hombro de Steve como almohada, acostados en la hierva húmeda de una colina, contando estrellas y besándose como tontos enamorados.

Que bonita era la vida.

⍟•⎊

𝐌𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐒𝐭𝐨𝐧𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora