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Jimin logró tranquilizar a Jeonghan, así que ahora estabamos los tres mirando una pelicula con Tae Tae dormido en nuestros brazos.

-Seonghwa ¿cómo te sientes? -preguntó el rubio de la nada.

Con una pequeña sonrisa, le contesté -Bien. Me he estado preparando para situaciones así desde que aceptamos la propuesta. Jeonghan solo exageró.

El nombrado hizo una mueca -Que tu lo dejes pasar no significa de que haya actuado bien.

-Es verdad. No estuvo bien -miré al mayor de los presentes con asombro -Pero aún así, sigue siendo el Rey de una nación. No puedes gritarle en su propio palacio, menos siendo quién eres. Y Seonghwa, sé que es difícil enfrentarte a un harem de la noche a la mañana. Pero tú, no eres cualquier consorte, fuiste criado para lograr todo lo que te propongas. Así que mantén la cabeza erguida -acomodó un mechón detrás de mi oreja.
El amor puede tardar, pero llegará si es el indicado. Sin embargo, si un día ya no quieres estar más aquí... yo mismo te vendré a buscar. Tu familia siempre te defenderá -Nos abrazamos como nunca antes, impregnandonos de cariño. Jamás olvidaré todas las enseñanzas de mis seres queridos.

Cuando era hora de despedirlos, intenté con todas mis fuerzas no llorar.

-Tío, tienes que visitarnos o dejarme visitarte con frecuencia -me decía el pequeño aferrado a mi cuello.

-Si, no te salvarás de tu tío -le hice cosquillas.

-Hwa, ¿estarás bien?

Le sonreí -No te preocupes primo -Jungkook asintió.

-Te llamaremos siempre. Mándanos fotos de lo quieras también -me decían Jimin y Jeonghan.

-Si si, vayan tranquilos.

Al arrancar los autos, juro que escuché mi corazón romperse. No estaba listo para dejarlos ir. Decidí irme rápido de allí, mientras era seguido por Woo. El llanto comenzaba a arremolinarse en mi garganta, y necesitaba volver. Mientras iba caminando, alguien me chocó y casí caigo de espaldas. Grité antes de sentir que me sostuvieron.

-¿Estás bien? -preguntó agitado.

Abrí mis ojos ante esa voz, era él. -Si, estoy bien -dije y él me soltó. -Lamento haberme chocado con usted, Rey.

-No te disculpes. Yo fui el culpable -miro tras de mi -¿Ya se fueron tus familiares? Vine corriendo y aún así no pude despedirlos.

Lo miré sorprendido y él me correspondió. Era la primera vez que nuestros ojos se encontraban directamente, sin un velo de por medio, y fue asombroso. Nos quedamos en silencio unos minutos, sin despegar la vista del otro.

-¿Realmente estás bien?

Su cuestión me sacó del hipnotismo -Si, todo bien. Los Reyes de Japón y China le dejan sus saludos.

-Gracias. Es una pena que no pude verlos -escaneó mi rostro -No tienes que preocuparte. Siempre que ellos quieran venir o tu quieras visitarlos, podrás hacerlo con completa libertad.

Su comentario fue comprendido en el momento en que sentí mis pómulos mojados; estaba llorando. Me sequé las pequeñas gotas antes de que su Caballero llegara -Mi Rey, Mi Rey Consorte -saludo este.

-¿Qué pasa San?

-La Reina Madre lo busca.

-No lo molesto más Rey, con su permiso -dije procediendo a seguir el camino hacia mi habitación.

-Ah, pero... -suspiró- Gusto en conocerte, Yoon Seonghwa -exclamó el pelinegro sin alcanzar a ser escuchado.


Los días pasaban como el viento, y ya cumplí 3 meses aquí. Gracias a la Reina Madre y a la Reina, pude acomodarme muy bien. Pude conocer a los hijos reales: Kim Joo Han de 9 y Kim Chan  y Kim Yu Na, mellizos de 7. Son encantadores, muy talentosos e inteligentes; iguales a sus padres. El primogénito es callado, así que no conversamos mucho, pero los mellizos son un terremoto andante. Chan-ah ama escribir, así que desde que llegué, me utiliza como lector oficial de sus obras. En cambio, Yu Na es increíble con la pintura, por lo cual, me tomó como su modelo artístico. Debo agregar que, aun que soy otro esposo de su padre, nunca me han faltado el respeto incluso si no les caí bien al principio. Así que, siendo hoy Viernes, los tengo en mi Palacio mientras jugamos con las flores.

-Padre Real, ¿crees que me quedaría bien una tiara de flores así? -me mostró Yu Na su dibujo.

-Te quedaría estupendo -le dije con una sonrisa.

-Padre Real ¿cómo podría expresar el encanto de la naturaleza con palabras? Si solo mis pensamientos son mortales y no alcanzan el esplendor de una bella flor -recitaba Chan-ah mientras anotaba en su libreta.

-Debes regalarme alguna de tus creaciones algún día -le dije con una ceja levantada.

Él se rió -Voy a guardarlos a todos, así cuando crezca los venderé y aumentaré mi fortuna.

Negué con diversión antes de mirar a Joo Han quien, sentado en la baranda de la escalera, escuchaba música con sus audífonos. Me acerqué sigilosamente y pude oír también. La melodia era tradicional, mezclada con estilo moderno. -Es muy bueno -dije en voz alta y él se percató de mi presencia.

-¿Rey? -preguntó con sorpresa.

-Ah, perdón no quería molestarte.

Sacándose los aparatos de los oídos, apagó el celular -No se preocupe -dijo y se dirigió a jugar con sus hermanos.

-Bien Seonghwan, espantalo. -me recriminé.

Luego de irse los niños, me acosté agotado. Posar y recitar es más cansador de lo que parece. Abrazé a mi almohada favorita y me dispuse a descansar, cuando escuché unos pasos provenientes de afuera. No le tomé importancia a la primera, pero después de hacerses más ruidosos, decidí mirar hacia afuera. No había nadie, ni un alma. Los soldados deben estar dando sus rondas y Wooyoung ya estará dormido. Lo que significa de que si alguien entra a matarme, le resultará fácil.

Armado con el mismo sartén que sostenía mi hermano hacia algunos meses, salí afuera -¿Quién anda por acá? -nadie respondió -Si estoy loco, entonces pasaremos la noche en paz mientras me río de mis inventos. Pero si no estoy loco, entonces significa que quieres matarme. Pues adelante, no moriré como un cobarde.

De repente, una silueta me tomó por detrás -¡DIOS MIO! ¡SI QUIERES HACERME ALGO, NO TENDRÉ MIEDO DE USAR EL SARTÉN -grité en su dirección.

-Shh, soy yo -abrí mis ojos. Le estaba apuntando al Rey Kim. Solté el tan peligroso arma mortal y me disculpé -Tienes buenísimos pulmones.

Que vergüenza.

◇SOY TU REY◇  HonghwaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora