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Ser un reinante te mantenía ocupado. Entre las sesiones matutinas con el harem, el Consejo Real con Hongjoong y los gobernadores de las provincias y los intentos del Comité para lograr la paz con Arabia, las 24 horas del día no alcanzaban. Ahora entendía el por qué mi esposo siempre tenía ojeras.

-¿Le han entregado el té a Su Majestad?

-Como todos los días Rey -contestó Woo a mi lado. Aun que el pelinegro los devolviera intactos a la cocina, yo los seguiría enviado. Había notado en las últimas semanas como hacía muecas por el dolor de cabeza y muscular y tal bebida natural podría ayudarlo.

Pero, desde mi coronación, nada ha cambiado. Las cosas entre ambos siguen frías como un témpano de hielo. Hace más de cinco meses que ni siquiera pasa su sombra por mi habitación y solo recoge a los niños de la entrada. Como si estuviéramos divorciados...

-Su Majestad, vi a los príncipes y a la princesa ayer. Están muy bien a su cuidado -comenzó la conversación Sandara. Ella normalmente era muy tranquila, pero le gustaba molestar a Kira todo el tiempo y la cuidaba como una hermana menor. Así que, cuando vinieron a mí hoy, me alegraron el día.

-Gracias. Tienen la esencia de la Reina y del Rey, así que son unos niños muy buenos.

Kira saltó emocionada -Son realmente adorables. Me gustaría tener algunos en el futuro.

-Que Dios nos bendiga con más herederos reales -les sonreí a ambas.

Ellas, en cambio, cambiaron sus expresiones -No creo que eso suceda, su Majestad.

Las miré extrañado -¿Por qué lo dices Sandara?

-Por que... vinimos aquí hoy para despedirnos.

Los ojitos de la menor de nosotras se llenaron de lágrimas -¿Cómo que a despedirse? -le pregunté.

-Mi Señor, Sandara y yo hemos sido liberadas por el Rey- una sonrisa se formó en su pequeño rostro -Podremos volver a nuestros hogares.

-El Rey.... ¿rompió el vínculo con ustedes?

-Si, ya no somos más concubinas.

Mi mente era un abismo de ideas -Pero, no lo entiendo. Si sus relaciones iban tranquilas, él las visitaba y siempre se trataban bien entre ustedes ¿qué pasó? -pregunté con genuina preocupación. Sabía que no había genuino amor entre ellos, pero nunca pensé que tuvieran problemas.

Hicieron una mueca de confución -Su Majestad, nuestros vínculos con el Rey nunca fueron consumados. Teníamos el título de concubinas Reales pero él jamás nos tocó ni un cabello a ninguna de las tres.

-Si, las veces que nos visitaba solo charlábamos y le contabamos sobre nuestras provincias natales -añadió Kira.

-Las únicas personas con la que intimó fue con la difunta Reina y usted. Que Dios me perdone, pero es sabido que con la Reina solo era por el deber de traer herederos a la corona.

-Sandara, cuida tus palabras.

Bajando su cabeza, habló -Ya hemos hablado con Su Majestad de esto y él mismo firmó nuestra liberación.

-Además -la menor me miró -él no tiene espacio en su vida para otra persona que no sea usted.

Mis ganas de llorar aumentaban.

-Es cierto. Siempre que lo vemos, él habla sobre usted y su fijación por la limpieza, el bordado y su sonrisa brillante de oreja a oreja.

-Él lo ama, con todo su ser.

-Pero... ¿realmente quieren irse?

Con un asentimiento de cabeza confirmaron su respuesta.

Las abracé -Las voy a extrañar, amigas mías.

-Y nosotras a usted, mi señor.

Dejar ir a las personas que me habían acompañado desde el comienzo de mi vida en este lugar, fue de las cosas más difíciles que hice. Pero, ver sus caras de felicidad al saber que ahora podían decidir por si mismas ¿qué hacer? me daba alegría. Actualmente, en el harem solo quedábamos 2 personas. Claro que esa resolución no duró mucho tiempo.


-¿Que quieren que hagamos qué? -cuestionó un desencajado pelinegro. Su mirada y la mía se encontraron iguales en sentimiento.

-Tomar concubinas -respondió con sencillez aquel gobernador con el que ya habíamos tenido desencuentros antes.

-¿Que el Rey y yo tomemos otras parejas dices? -pregunté, esperando que quizás, solo quizás hubiera entendido mal.

El mismo se atrevió a seguir -Así es. Que ambos tomen alguna concubina mujer, así tendremos más descendencia real.

-Perdón, pero ya tenemos 3 hijos -dijo Hongjoong.

-Exactamente -apoyé. Y si, eran nuestros por que al morir la Reina yo los adopté como propios. Eran mis bebes también.

-Pero Reyes, es extraño que no tengan un harem.

-Eso es bastante anticuado, Gobernador. Mi hermano y cuñado se tienen solo el uno al otro, tal como el caso de los Reyes de Rusia, Estados Unidos, Canadá, Filipinas, Sudáfrica, y 20 naciones más. El hecho de que la poligamia no esté abolida, no significa que tengamos que aplicarla todos -contesté.

-Pero, Rey Yoon ... usted recién ha sido coronado hace pocas semanas. ¿Puede opinar sobre el tema?

Todos en la sala exclamaron asustados.

-¿Qué acabas de decir? -mi voz se cortó.

-Es la verdad, mi Señor. Es bien sabido que usted no puede tener herederos con su Majestad al ser hombre -sonrió.

-¿Sonríes? Ja ¿estás sonriendo? -Hongjoong se levantó del trono y fue caminando lentamente hacia él. -¿Tú entiendes bien dónde estás parado? Estás frente a los Reyes de Corea. Él es el príncipe de China, mi esposo y padre de mis hijos. Con todo y eso ¿te atreves a sonreír?

Su cara cambió y bajó la cabeza -No fue mi intención molestarlo, su Majestad.

-Es que tú... haz hablado así en contra de los soberanos, en contra de la familia real y por ende en contra de todo el reino. ¿La tortura sería suficiente castigo?

El hombre de marcadas canas se arrodilló -Perdóneme mi rey.

-No no no, yo no te perdono. Mejor ruégale a Seonghwa.

Mirándome desde el suelo, imploró perdón.

-Es cierto. Hace poco tiempo que estoy sentado en este trono. La difunta Reina Soo es la madre de la nación y sus manejos eran magníficos. Lo sé por que ella misma me enseñó, con sus consejos es que estoy sosteniendo esta corona.
Pero... me estás hablando a mi ahora, Yoon Seonghwa. Yo -lo miré -no permito comentarios ni actos insolentes en el Consejo.

Me paré para caminar hasta él -¿Alguno piensa igual que el Gobernador aquí? -le pregunté a los demás.

Todos ellos negaron. -Entonces, tu no hablas por el pueblo ni por los gobernadores. Tú hablas por ti mismo. Rey Kim -miré al nombrado - apoyaré su decisión.

La mirada del de menor altura se endureció -Quiero su maldito culo fuera de este lugar, gobernador. Si lo vuelvo a ver o me entero de que abrió la boca de nuevo, me deleitaré arrancándosela. ¿Estamos?

Asintiendo, salió lo más rápido que sus pies se lo permitieron.

Tomó mi mano -Cualquiera que diga una sola palabra que siquiera me suene mal sobre mi esposo, perderá la vida de la forma más dolorosa. ¿Entendió, consejo?

-¡SÍ!

◇SOY TU REY◇  HonghwaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora