01| El pequeño

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Valerie llegó corriendo al orfanato, afortunadamente la canasta de panecillos y la de galletas habían llegado bien, no como la última vez que un hombre con prisas había chocado con ella, y por consecuencia, había tirado todas las galletas que llevaba para los niños del orfanato.

Susana la recibió con una sonrisa, aunque falsa, pero una sonrisa al menos.

—Llegas un poco tarde — le dijo a lo que Valerie rodó los ojos

—Si, al parecer hubo un accidente a unas calles de aquí — llegaron al centro del orfanato, donde ya habían un par de mesas, algunas bolsas a los lados y todos los niños al rededor

—Hola a todos — gritó la rubia, recibiendo algunos "Hola" como respuesta. Dejó las canastas en la mesa y comenzó, junto el resto de las voluntarias a repartir regalos y comida a los niños

Desde hacía un año, había empezado a hacer eso una o dos veces al mes. Los últimos dos meses, había tenido que faltar, y era hasta ahora que podía retomar su voluntariado.

Había sido difícil para ella encontrar algo que hacer después de escapar de su casa. Pero por suerte había salido adelante, todo gracias a Shannon y a su abuelo.

—Vaya, todo se acabó más rápido que de costumbre — dijo a Helen, que estaba a su lado. Ella era una trabajadora del orfanato, cuidaba a los niños aunque a Valerie le molestaba mucho que a veces era muy brusca o dura con ellos

Se estaba sirviendo un emparedado de jamón para ella y tomaba el último panquecillo de la canasta, iba hacia una de las sillas cuando notó un pequeño bulto en una de las esquinas. Se inclinó un poco sobre la mesa para ver bien, y frunció el ceño confundida cuando vio que era un niño pequeño.

—Helen — llamó a su compañera — ¿Quién es ese niño que está ahí? — lo señaló, pero aún sin ver, la chica respondió

—Es Harry, llegó hace casi dos meses... Una mujer lo trajo porque al parecer ya no podía cuidarlo — Valerie jadeó con sorpresa — no habla nada, según el doctor, tiene mutismo selectivo, si puede hablar pero prefiere no hacerlo y no lo hemos escuchado decir ni una sola palabra desde que llegó, no juega con nadie, casi no come y se pasa la tarde acurrucado en esa esquina

Valerie apretó los labios con pena. Era un horror todo lo que escuchaba, ¿Quien tenía corazón para tratar así a un bebé? Porque ese niño, era solo un bebé.

—No lo vi acercarse a comer

Al no obtener mas que un encogimiento de hombros, tomó su plato y caminó hacia el pequeño, que al escuchar sus pasos empezó a temblar.

—Hola pequeño .— le saludó con voz suave y tranquila, sin embargo, el niño no dejó de temblar — Soy Valerie, y me han dicho que tu eres Harry, ¿Estoy en lo correcto? — solo recibió un asentimiento rápido — Dime, ¿No tienes hambre? — no tardó en cansarse por la manera en la que estaba agachada,así que cruzó los pies sentándose frente a él — No te he visto acercarte por comida... Y quería ver si te gustaría compartir mi comida, la verdad es que odio comer sola, y una buena comida siempre es mejor con compañía... ¿Te gustaría un poco?

Sin esperar más por una respuesta, partió su emparedado a la mitad y le extendió la más grande al niño, que la tomó dudando un poco.

Fue en ese momento que Valerie lo pudo detallar bien. Tenía unas grandes sombras bajo sus ojos, sus ojos de un verde intenso, estaban opacos, sus mejillas pálidas y hundidas, y sus pequeñas manitas estaban huesudas. Llevaba ropa tres tallas mas grande, y a la vista parecía de cuatro años o incluso menos.

Harry, por el contrario, estaba muy confundido. La linda mujer delante de él estaba siendo amable, el había esperado que lo pateara y lo echara de ahí como hacían el resto de las mujeres que cuidaban a los demás niños, o simplemente que siguiera caminando sin hacerle caso.

—Come, han quedado muy buenos, no los he hecho yo pero seguro que te gusta... No pude traerte más porque se acabaron, para la próxima espero que puedas acercarte, te guardaré uno de mis panecillos especiales .— mordió alegremente su sandwich y Harry, al verla hacerlo mordió titubeante el suyo

Harry se sorprendió al descubrir que el pan estaba suavecito, y que había algo crujiente cuando masticaba. También se sorprendió al descubrir que tenía queso, él solo lo había probado una vez, y le gustaba mucho.

Pero lo que más le sorprendió a Harry, fue que la mujer frente a él le sonriera. Nadie, ni siquiera su tía que había dias que no le pegaba tanto, le había sonreído así de bonito. Y esa sonrisa hizo que su corazoncito latiera fuerte y se sintiera bien. Sin poder evitarlo, Harry le sonrió tímidamente.

No hablaron más, pero Harry se sentía bien con esa mujer sentado frente a él, y cuando se acabo el sandwich que le había dado su pancita dolía menos, pero aún tenía hambre. Aunque él sabía que ya no habría más comida para él, porque ya había comido lo suficiente y no podía ser egoísta y pedir mas, había otros niños que lo necesitaban más que él. "Los niños buenos no piden más comida, y tu no quieres ser un niño malo, Harry" le había dicho su tía una vez.

—¿Aún tienes hambre Harry? — le preguntó Valerie, pero Harry se quedó callado — Puedes decirme si quieres más, la comida se ha acabado pero seguro que encuentro algo para tí — Nadie nunca le había preguntado si quería más comida. Y aunque Harry quería decir que sí se qurdó callado — Bueno, tengo que ayudar a recoger pero aquí tienes un panquecito, era el último, y te diré un secreto .— se inclinó más a él y bajo el tono de voz — El último, siempre es el mejor

Harry tomó el panecillo y con rapidez regresó la mano a su pecho. Valerie le sonrió dulcemente y luego levantó una mano hacia él.

Harry inmediatamenre cerró sus ojitos con fuerza, esperando sentir el ardor en su mejilla, o un golpe en la cabeza. Tal vez no debió tomar ese panecillo, o había comido mucho y por eso sería castigado.

Esos pensamientos se fueron de su mente cuando sintió una mano en su cabello que acariciaba con suavidad y lo acomodaba.

—Me gustó mucho comer contigo, Harry, deberíamos repetirlo pronto — Le dio una última sonrisa y se levantó en dirección a Helen que la llamaba

Harry la miró alejarse, antes de darle una gran mordida a su panecillo para que nadie se lo quitara como siempre hacían los demás niños. Sacó a Lucky de debajo de sus piernitas donde lo protegía para que no lo volvieran a romper.

—Ella no me pegó Lucky, ella parece ser buena — le susurró a su pequeño compañero

Su vista se dirigió hacia el piso donde había un broche con forma de flor, era brillante y tenía algunos diamantes. Era el que la mujer linda tenía en su cabello mientras estaba con él, lo tomó entre sus manitas y lo observó detalladamente. Se levantó rápidamente y corrió hacia donde se suponía que estaba la mujer linda.

Pero ella ya no estaba.

—Harry, es hora de entrar, vamos — le dijo Helen, una de las mujeres del lugar. A Harry no le agradaba mucho, ella siempre gritaba a todos, y una vez los sacó a él y a los otros cuatro niños de su habitación, y ella se encerró ahí con un hombre que también les había gritado

—Te he dicho que ya entres, ¿Acaso eres sordo? — Harry caminó detrás de ella con la cabeza baja. Sosteniendo a Lucky en una mano, y el broche en otra

Una vez en su cama y bajo las cobijas, sacó el broche.

—Lucky, tu y yo tenemos que cuidar esta flor, para que cuando la mujer bonita regrese, se lo demos y ella esté feliz

La madre de Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora