02| La visita

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Rodó sobre la cama otra vez, eran las cinco de la mañana y Valerie no podía borrar la expresión temerosa de Harry cuando ella le acarcició el cabello.

¿Cuánto había sufrido ese pequeñin? ¿Por cuánto había tenido que pasar para temer de una simple caricia?

Sabiendo que no podría dormir apartó las cobijas y se puso sus pantuflas, llendo hacia la cocina.

Prepararía tartas, eran las favoritas de los niños y seguro que les encantarían, además, le hacía ilusión ver nuevamente a Harry, por alguna razón se sentía conectada al niño.

Pasó el resto de la madrugada cocinando, preparó tartas, galletas y empanadas. Seguro que los niños se pondrían felices.

Cuando iban a dar las nueve de la mañana, terminó de alistarse, y salió de casa. Definitivamente era temprano, pero mejor porque podía pasar más tiempo con los niños.

Después de escapar de casa, había buscado trabajo, lo cual era difícil ya que era bastante joven, y nadie le daba empleo. Fue hasta que cumplió dieciocho años que un agente la buscó y le notificaron que su abuelo había fallecido unos días atrás, y le había dejado una herencia. No tuvo mas necesidad de trabajar, y pudo encontrar algo que realmente amaba.

Ayudar, y convivir con niños.

Bajó del autobús con calma, y aceptó la ayuda de un niño que se ofreció a cargar la canasta que llevaba. Cuando entró al orfanato, algunas pequeñas corrieron a saludarla.

Todos estaban en el comedor comiendo, había dos mesas largas, en una estaban los niños, y en otra las niñas.

Como siempre, el orfanato estaba hecho un lio, la directora era una desordenada y desinteresada, o eso era lo que Valerie creía. Habían organizado infinidad de fiestas benéficas, subastas para donaciones, y habían recibido varias cosas para los niños.

Y de todo eso, solo se reflejaba que hubiera un 10% de todo lo que recibían.

En una bolsita guardo un puño de galletas y dos tartas. Una de fresa y una de uvas. No sabía lo que le gustaba a Harry, pero esperaba que eso estuviera bien para él.

Lo buscó con la mirada, y frunció el ceño cuando no lo encontró en la mesa de los niños.

—Jane — llamó a una de las voluntarias, era una adolecente de diecisiete años y era muy querida por los niños — ¿Donde está Harry? — al instante la sonrisa de la chica se transformó en una mueca triste

—El señor Olsman lo castigó... Durante la madrugada, un par de niños mayores lo estaban molestando, y Harry no hizo nada, así que el señor Olsman lo castigó para que según él, aprendiera a defenderse y a ser un hombre

Valerie apretó fuertemente los labios. El señor Olsman, el profesor de literatura, era un hombre machista que siempre molestaba a las niñas diciendo que ellas no debían estudiar y que mejor aprendieran a cocinar y limpiar, y a los niños diciendo que tenían que defenderse para algún día encargarse de que nadie tocara a sus mujeres.

Un hombre bastante desagradable. En opinion de Valerie.

—¿Y no ha desayunado? — preguntó molesta, Jane negó — ¿Cuál es su habitación?

—A-7, espero que coma aunque sea un poco, está muy delgado y necesita más nutrientes, he intentado acercarme a él pero... no hay resultados

Valerie asintió y se despidió con un asentimiento, para luego empezar a caminar por los pasillos del orfanato.

A pesar de todo, el lugar era grande, tenía bastantes habitaciónes, y afortunadamente ya no había tantos niños como antes. Esperaba que todos aquellos que fueron adoptados estuvieran felices con sus nuevas familias.

La madre de Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora