Capítulo 5 •¿Quién eres realmente?•

102 11 0
                                    

Su voz hizo que me pusiera lo suficientemente nerviosa como para no saber que responder

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Su voz hizo que me pusiera lo suficientemente nerviosa como para no saber que responder.

Ruggero seguía inspeccionandome con la mirada. Me mostró una linda sonrisa.

—Tú... —dije nerviosa—. Tú me dejaste una foto tuya en mi cámara.

Ruggero asintió.

—Pensé que así me recordarías —fruncí el ceño ante su comentario.

—¿Disculpa? —cuestione.

—Sé que eres tú.

Ruggero tomó mi brazo.

Simplemente no podía entender a que se refería.

—Karol, no sabes cuanto tiempo he sufrido, creí que ya nunca iba a volver a verte.

Ruggero iba a tocar mi cabello pero retrocedí.

—Oye... Te lo juro —solté un suspiro—. Yo no sé de que me estás hablando, seguro me confundes con alguien más —dije seria.

Ruggero me mostró una mirada fría.

—¡Entonces, por qué te pareces a Sevilla! —exclamó molesto—. ¿Quién eres realmente?

—¡No conozco a ninguna Sevilla, mi apellido es Bernasconi y siempre lo ha sido!... No soy nadie especial, soy sólo una estudiante de fotografia. ¿Eso es lo que quieres saber?

Ruggero agachó la mirada.

—No lo entiendo —susurró.

—Ni yo... —solté un suspiro—. Eres un chico extraño —él levantó la mirada y me miró directamente a los ojos—. Dime... ¿Por qué conoces a mi papá? ¿Quién eres tú?

Parecía que Ruggero tenía una lucha con él mismo, estaba debatiendo entre decirme o no.

—Yo... Soy... —de pronto se escuchó la voz de mi madre.

—¡Karol! —gire rápidamente a verla y después volví la vista hacía donde estaba Ruggero, pero el ruloso había desaparecido, algo que me alarmó, abrí los ojos a más no poder, ¿qué está pasando?—. ¿Qué haces ahí? —preguntó mientras llevaba en las manos el traste donde se encontraba la comida.

—Yo... —volví a girar hacia donde estaba Ruggero, lo busqué con la mirada pero no había rastro. Creo que sólo alucine—. Yo sólo... —volví a decir, mi madre me miraba frunciendo el ceño, mi padre salió de la casa y ahora se encontraba cerrándola con llave—. No importa —dije.

Me acerqué al auto.

—Bueno, entonces, ayúdame a abrir la puerta para que pueda subir —asentí.

Aún seguía aturdida, ese chico había desaparecido.

Ayude a mi mamá, entró al auto, posteriormente entré yo y por último mi papá.

—¿Te pasa algo, hija? —preguntó mientras me miraba por el espejo retrovisor.

—No... Yo..., estoy bien —dije, mi padre introdujo la llave para encender el auto, mire por la ventana.

—Está bien —dijo poco convencido.

El auto comenzó a avanzar y yo observaba como el paisaje que estaba frente a mi casa comenzaba a desaparecer de mi visión, el chico ruloso apareció justo a un lado de mi ventana, abrí los ojos a más no poder.

Él me sonreía, era una sonrisa amable y sus ojos cafés brillaban.

Miré a mis padres para saber si se habían dado cuenta del chico, pero no, sólo yo lo había podido ver. Ruggero se había quedado atrás, mientras el auto donde viajaba seguía avanzando.

¿Quién será esa chica llamada Karol Sevilla? ¿Qué le habrá pasado?

🌙🌙🌙

Cuando llegamos a la casa de mi tía Katja, ella nos recibió con mucho entusiasmo.

Ahora nos encontrábamos sentados en la sala de estar esperando a que mi primo Robin llegara, ya que había salido con sus amigos antes de venir a festejar con su familia.

—¿Cómo te va en la Universidad, sobrina? —preguntó mi tía, no había estado poniendo atención en toda la plática, puesto que los acontecimientos que me habían sucedido antes abarcaban todos mis pensamientos.

—Ah, muy bien —dije con un poco de desinterés. Mi familia se miró entre sí, puesto que mi respuesta no era usual, siempre solía extenderme al hablar.

—Oh, eso está muy bien, debes echarle muchas ganas —habló mi tía, me limité a sonreírle.

La puerta de entrada se abrió mostrando a mi primo con una gran sonrisa, venía con otros dos amigos.

—¡Robin! —exclamó mi tía—. Hijo, que bueno que llegas —se levantó de su asiento y se aproximó a él.

Robin invitó a pasar a sus amigos.

—Hola, tío Agustín —saludó mi primo—. Tía, que bueno que viniste —le dijo a mi mamá.

—¡Felicidades! —dijeron mis padres al unísono, le dieron un abrazo.

—¡Feliz cumpleaños, pelinegro! —dije cuando mi primo se acercó a mí.

—¡Gracias, prima! —dijo y me abrazó fuertemente.

—Bueno, si quieren nos pasamos a sentar al comedor —dijo el papá de Robin.

—De acuerdo —respondieron.

—Nosotros nos quedaremos un rato a platicar aquí —dijo mi primo.

—Vale, en un rato los llamamos —dijo mi tía.

Los adultos se fueron dejándonos solos.

—Ellos son mis amigos —me señaló a los chicos con los que venía—. Él es Matt —señalo a un chico de cabello negro y ojos verdes—. Y el es Alberto —señalo al castaño de ojos mieles.

—Mucho gusto —extendí mi mano, Matt lo tomó primero y después Alberto—. Mi nombre es Karol.

Alberto sonrió coquetamente.

—Y es mi prima consentida —me abrazó por los hombros—. Así que cuidadito —les advirtió.

—El gusto es de nosotros, Karol, vemos que Robin es un primo sobreprotector —comentó Alberto, Matt soltó una risita.

—Porque los conozco —dijo mi primo tomando asiento—. Siéntense por favor.

Sus amigos se sentaron y yo hice lo mismo.

—¿Te pasa algo? —me preguntó.

—No, claro que no —sabía que no podía hablar de Ruggero cuando había más personas ahí, quería contarle a mi primo lo que me acababa de pasar, pero siento que es algo que debo tener cuidado al decir, porque algo me dice que no es nada bueno.

Buscando el Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora