Capítulo 32 •Canción•

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•Karol Bernasconi•

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•Karol Bernasconi•

Como esas palabras habían salido de mi boca quise tragarmelas de nuevo, en verdad quería decirle que Karol Sevilla estaba viva, pero no era el momento.

—¿Qué? —cuestionó Ruggero mientras me miraba sorprendido.

—Olvídalo —dije mientras me sentaba frente a mi computadora a continuar editando mis fotografías.

—¡No! Dijiste que ella volvería... ¿Qué sabes? —dijo mientras cerraba mi laptop, lo cual me enfureció.

—Lo ves... Aún te importa —hablé—. Hazte a un lado —comenté mientras quitaba su mano que descansaba sobre mi laptop, él la hizo a un lado y volví a abrir mi computadora.

Ruggero comenzó a caminar de un lado a otro, parecía desesperado.

—Ruggero... —dije volteándolo a ver—. ¿Ahora te das cuenta? Te dije algo sobre ella y de inmediato se te olvido lo que estábamos hablando.

Ruggero me miró con pena en los ojos, sabía que yo tenía razón, no le importó... Y eso es lo que más me duele.

Él negó con la cabeza y se sentó en la orilla de mi cama, cruce los brazos sobre mi pecho y lo miré detenidamente.

—Lo lamento, Karol —hizo una pausa—. Pero es que... —lo interrumpí.

—No importa... La quieres y es compresible —me encogí de hombros.

Ruggero suspiró... Y me miró.

—¿Volverá? —me preguntó mientras en sus ojos se asomaba un destello de esperanza.

Pero no debía decirle, no era mi deber, Sevilla me había dejado en claro que no debía hablar.

—Yo... No estoy segura.

Ruggero apretó los párpados.

—¿Entonces por qué dijiste eso?

—Me sentía molesta... —me excuse.

🌙🌙🌙

Narrador omnisciente.

Se acercaba la noche de luna llena, en la cual Ruggero iba a poder reencontrarse con el amor de su vida.

Exactamente faltaba un día para que la luna llena llegará.

Karol Bernasconi se encontraba sentada en los escalones de su casa, muy aburrida, sostenía su celular en la mano. No había recibido ningún mensaje de Lionel, comenzaba a creer que quizá Ruggero tenía razón en cuanto a él, pero algo en su interior le pedía a gritos que debía confiar en Lionel.

Soltó un suspiro, levantó la vista y se encontró con el tierno rostro de su madre, quien llevaba una taza de té en las manos.

—¿Qué haces aquí, linda? —preguntó y se sentó a un lado de ella. Karol sonrió y negó con la cabeza.

—Nada, mamá, sólo que estoy aburrida —dijo.

—¿Por qué no vas a ver a Robin y pasan la tarde juntos? O ¿Qué hay de Giovanna? —preguntó y dió un sorbo a su té.

—No tengo ganas, Robin seguro que salió con sus amigos y, bueno, Giovanna... Créeme, ha de estar muy ocupada —habló mientras soltaba un suspiro.

—Mmm, bueno —dijo.

—Mamá... —habló Karol.

—¿Qué pasó, cariño? —preguntó Carolina frunciendo el ceño.

—Tengo miedo...

Carolina observó confundida a su hija, no comprendía por qué decía eso.

—¿Por qué, cariño? ¿Te sucede algo?

Karol asintió.

—Tengo miedo de... Que algo me pase.

Karol tenía un presentimiento, que no la dejaba tranquila.

—¿Por qué cariño? No tendría porque pasarte algo... Siempre estaremos tu papá y yo para cuidarte mucho —dejó la taza a un lado y abrazó a su hija.

—Gracias, mamá —dijo correspondiendo el abrazo, sabía que no tenía caso decirle a su mamá, eran cosas sobrenaturales que obviamente serían muy difíciles de creer.

🌙🌙🌙

Karol salió al mini súper para comprar unas ricas papas fritas, entró y se dió cuenta que el lugar estaba vacío, no había gente, salvó el cobrador.

En los altavoces se escuchaba una canción algo tétrica que le puso la piel de gallina, una mujer de voz dulce comenzó a cantarla.

Se dirigió al lugar donde estaban las patatas fritas, se paró enfrente de los estantes y comenzó a elegir las que compraría.

"Dime luna de plata, ¿qué pretendes hacer con un niño de piel?, aah, aah, aah, hijo de la luna", cantó la mujer en la canción.

Karol al escuchar eso, abrió los ojos como platos y se dispuso a escuchar la canción.

—Es la Leyenda —se dijo a sí misma en un susurro.

Se quedó parada, mientras escuchaba toda la canción, la canción donde contaban porque Ruggero es el hijo de la luna.

Al finalizar la canción, Karol se dió cuenta que el temor que la gente le tenía a Ruggero "el hijo de la luna" se había esfumado. Recordó lo que su primo Robin la había dicho, nadie se atrevía a contarla porque según estaba maldita y ahora hasta una canción le habían hecho.

Tomó las papas fritas que fuesen y se dirigió a la caja para pagarlas.

El cobrador la atendió de forma neutra pero Karol rompió el silencio.

—Oye, una pregunta —el hombre asintió de forma desinteresada—. ¿Quién canta la canción que estaba anteriormente?

—Mecano —respondió sin más.

—¿Mecano? —volvió a preguntar, nunca había escuchando de ese grupo.

—Así es, ¿es todo? —preguntó señalando las papas fritas, Karol asintió—. Son 10 pesos.

La pelinegra sacó el dinero y se lo tendió, el cobrador le entregó la bolsa de papas y salió del lugar, tenía que volver a escuchar esa canción.

Buscando el Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora