Capítulo 14 •Me quiero morir•

100 12 1
                                    

Robin me miró con curiosidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Robin me miró con curiosidad.

—¿Qué amigo? —cuestionó.

Solté un suspiro, tendría que decirle, obviamente si él me iba a ayudar tenía que saberlo todo.

—Ruggero Pasquarelli —respondí, mi primo me miró incrédulo.

—¿Qué?

—Así es —dije mientras caminaba hacia mi escritorio.

—Pero... —dijo asombrado—. ¿Si es él?... E..el chico que dices que te encontraste.

—Exacto, mi papá me lo ha confirmado, tenemos al hijo de la luna aquí en Tlaxcala —dije y tome la fotografía que mi papá había dejado—. Ella es Karol Sevilla —le mostré la foto, Robin la tomó y su rostro pasó a uno de asombro.

—¡Diablos! Eres tú —me miró—. ¡Es igualita a ti!

Solté un suspiro frustrado.

—Lo sé, ella está “muerta” —hice comillas—. Sabes... Dudo mucho que lo esté.

—¿Por qué? —cuestionó mi primo mientras me miraba a los ojos.

—Mi papá dice que cuando murió, unas semanas después su cuerpo fue desenterrado, nadie sabe quién fue el que hizo eso —comente.

Robin abrió los ojos como platos.

—Pero, en todo caso... Si Sevilla está viva... ¿Cómo piensas encontrarla? —dijo poniendo la foto a un lado.

—Aún no tengo la menor idea, debe existir una manera —suspire.

—¿Por qué quieres hacer esto, Karol? ¿Por qué quieres ayudar al hijo de la luna?

La verdad es que sentía que esto era algo que tenía que hacer, algo que presentía era mi deber.

—Sólo sé que me corresponde —toqué mi pecho—. Algo me dice que esto es una tarea que debo cumplir.

Mi primo esbozó una sonrisa.

—¿Un sexto sentido? —asentí—. Prima, puede ser arriesgado.

—Lo entiendo, pero Ruggero sufre mucho, lo he visto, la tristeza en esos ojos cafés es evidente... Todos merecemos un final feliz.

—No te reconozco. ¿Qué has hecho con mi prima que le valía un pepinillo la vida de los demás? —comentó divertido.

Puse los ojos en blanco.

—¿Me ayudaras o no? —pregunte, pareció meditarlo un poco.

—De acuerdo.

🌙🌙🌙

Narrador omnisciente

El beso del diablo...

Ruggero estaba tirado como de costumbre en el suelo de su casa en medio del bosque, la luz del sol comenzaba a desaparecer, la luna iba a cambiar de fase, lo sabía porque comenzaba a dolerle la cabeza.

—¿Acaso todavía te importo, madre? Tal parece que no —habló con odio.

Se levantó del suelo y comenzó a caminar de un lado a otro, su vista se posó en aquel látigo plata, una de sus armas más preciadas, con la que una vez había golpeado a Agustín.

Fue directamente hacia el y lo tomó.

Con furia comenzó a estrellarlo en todas partes de la casa, rompiendo objetos, estaba tan molesto con él mismo, su existencia era una mierda.

—¡Quiero morir! —gritaba mientras seguía azotando el látigo—. ¡Me quiero morir!

Sus ojos comenzaron a adoptar el color verde... La noche había llegado.

—¡Por qué no me morí yo en lugar de ella... Merecía morir yo! —habló con odio.

🌙🌙🌙

Al día siguiente Ruggero despertó con las manos lastimadas, había estado lastimándose él mismo. Se levantó del frío piso y corrió a la salida de la casa, quería verla... Aunque supiera que no era ella.

Al llegar a la Ciudad, se dirigió a la casa de los Bernasconi, trepó al segundo piso y observó la ventana de Karol, la escena que observó no fue de su agrado... ¡Había un chico durmiendo a su lado!

Ruggero estalló en ira, abrió la ventana que no tenía seguro, tomó al chico agresivamente y lo lanzó al suelo.

—¡Ruggero! —gritó Karol alarmada, se había despertado—. ¿Qué diablos te pasa?

Ruggero miraba a aquel chico con odio.

Buscando el Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora