Capítulo 12 •Hablame de ella•

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Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente

Agustín estaba en su estudio, mientras miraba por la ventana, una leve brisa se hizo presente dentro del lugar, lo que se le hizo bastante extraño.

Frunció ligeramente el ceño y giró sobre su eje para ver que era lo que ocasionó cierta brisa, él creía que se trataba de Carolina, tal vez había entrado, pero se llevó una enorme sorpresa al ver de quien se trataba.

—Hola, Agustín... Que agradable es volver a verte —dijo el ruloso con una media sonrisa.

Agustín abrió la boca a más no poder y vió a Ruggero incrédulo, el castaño volvió a sentirse un adolescente, recordó todo lo que había vivido gracias a Ruggero.

—Ruggero... —comentó con un susurro.

—¿No te alegras de verme?

Ruggero extendió los brazos a sus costados y ensanchó su sonrisa.

—¡Claro! —dijo Agustín nervioso—. Es increíble que estés aquí.

—Pensé que te habías olvidado de los viejos amigos —habló Ruggero con tristeza—. Te fuiste sin avisar —habló.

—Yo... —Agustín soltó un suspiro—. No fue mi intención, mi madre decidió que era mejor mantenernos alejados del beso del diablo, ella fue la que nos trajo aquí.

Ruggero asintió.

—Comprendo —soltó un suspiro—. Ya ha pasado mucho, así que... Olvidemos eso.

Agustín asintió y se acercó a él.

—¿Cómo me encontraste?

Ruggero miró directamente hacia los ojos de Agustín.

—Es una larga historia... Algún día la sabrás... Tu hija —Agustín se puso tenso—. Es igual a ella.

—Lo sé...

Agustín pasó saliva un poco nervioso.

—¿Por qué, Agustín? Sólo explícame eso —dijo posando una de sus manos sobre su barbilla.

—Te juro que no lo sé —respondió.

—Ya veo —soltó un suspiro.

—Ruggero... —habló Agustín con un tono serio.

—¿Si? —cuestionó.

—No quiero que mi hija tenga el mismo final que Karol Sevilla, es mejor que ella no sepa nada de esto, de que tú existes de que existía una chica igual a ella... Por favor.

—Creo que eso es demasiado tarde... —Agustín abrió los ojos como platos—. Porque ella ya lo sabe...

•Karol Bernasconi•

Después de huir del estúpido de Benicio llegué a mi casa, subí a mi habitación y solté un largo suspiro.

—Que tipo tan intenso —dije quitándome el impermeable y llevándolo dentro del baño para que se escurriera.

Esto era demasiado aburrido, las vacaciones ya habían iniciado y eso significa que estaría un largo tiempo en mi casa sin hacer nada.

Me tiré en mi cama, tomé el control remoto para encender la tele y cuando lo hice pase los canales.

Mi papá entró a mi habitación sin llamar a la puerta.

—Juro que soy inocente —dije al notar su cara seria.

—Quiero hablar seriamente contigo —me dijo mientras se sentaba en la orilla de mi cama.

—Claro —apague el televisor—. ¿Qué pasa?

—Ruggero Pasquarelli me hizo una visita —abrí los ojos—. Hay muchas cosas que les he ocultado a ti y a tu mamá —solté un suspiro.

—Lo sé... Papá —él me miró agradecido.

—Lo hice porque, sólo quería protegerlas, pero a estas alturas ya no es necesario, él me ha dicho que... Ya sabes cosas que yo intentaba ocultarte.

—Sobre que existe una Leyenda llamada “El hijo de la luna” el chico es malo y que tengo una gemela... Oh, si, ya lo sé. Que normal, ¿no? —de mis labios escapó una risita.

Mi papá sacó de su bolsillo un papel y lo desdobló.

—Ella es Karol Sevilla —mis ojos se dirigieron con rapidez hacia la foto.

Tomé el papel arrugado y observé la foto detenidamente. Toqué mi rostro al ver que eran iguales, aunque su tono de cabello era un poco más claro, mire a mi papá asombrada.

—Hablame de ella —comenté, los ojos de mi papá se llenaron de lágrimas.

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