Capítulo 8 •Confesiones•

84 13 2
                                    

—¿Tú? —cuestionó levantando una ceja—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Tú? —cuestionó levantando una ceja—. ¿De qué?

—Sobre ti —dije de forma seria, Ruggero abrió los ojos como platos y me miró con más atención—. Sé algo sobre ti y necesito que lo confirmes.

Ruggero se cruzó de brazos y me dió una mirada poco amable.

—¿Qué te han contado? —me levante de la cama y me acerque a él lentamente.

—Tú eres una Leyenda —dije suavemente—. El hijo de la luna... Dime, ¿es verdad? —me puse frente a él sus ojos cafés me observaron curiosos.

—¿Tú lo crees? —levantó una ceja y mordió uno de sus labios.

—Es difícil creerlo... —él frunció el ceño.

La luz de la luna nos iluminaba, porque ni siquiera había encendido las luces de mi habitación, su rostro era hermoso para ser sincera, sus facciones tan bien hechas que parecía irreal.

—¿Por qué es difícil que lo creas? —preguntó con voz dura.

—Porque eso pasó hace muchos años —dije.

—Lo sé y en esos años han pasado tantas cosas, que te sorprendería saber —soltó un suspiro—. Lo soy.

Abrí los ojos a más no poder.

—¿Qué haces aquí? —dije con voz cortada, si en verdad él era el chico de la Leyenda, significa que es malo.

—Vine porque quería encontrarte —dijo un poco calmado—. Y también porque necesitaba explicaciones. Por eso vine.

—¿Explicaciones de qué? —fruncí el ceño ante su comentario.

—Hace algunos años, tuve a alguien especial al lado mío —asentí—. Su nombre era Karol Sevilla —sus ojos mostraban tristeza y parecía que en cualquier momento iba a comenzar a llorar—. Ella era... —agachó la mirada—. La chica más linda e inteligente que pude conocer —dijo—. Bondadosa, dulce y sobre todo valiente —parecía que aquella chica resultaba sumamente importante para Ruggero—. Ella era todo lo opuesto a mí —no comprendía el porque me platicaba esto. Ruggero volvió a mirarme—. Pero un ser despreciable me la arrebató —dijo con furia—. ¡La mato! —apretó los puños—. Por años he intentando buscar a ese desgraciado, para hacerlo pagar, pero parece haber desaparecido —yo seguía prestándole a atención—. Pero entonces apareciste tú —fruncí el ceño.

—¿Yo? —cuestione un poco confundida—. ¿Qué tengo que ver yo? —el ruloso asintió ante mi pregunta.

—Tan parecida a ella, con la única diferencia del color de cabello, que me hace creer que... Puedes ser ella —abrí los ojos—. Tu padre, Agustín —me puse tensa al escuchar que mi papá tenía que ver con todo esto. Ruggero sonrió—. Tal vez no sabes nada, ¿verdad? —levante una ceja.

—La verdad es que no... —dije.

—No te gustara saberlo... —dijo—. Tu papá al parecer a ocultado varias cosas de su vida —comentó—. Tal vez lo hizo para proteger a su familia —Ruggero soltó un suspiro—. Pero él... —se acercó un poco mas a mí, que nuestras respiraciones se mezclaban.

Eso hizo que me pusiera nerviosa y que mi respiración se hiciera más rápido.

—¡Solo dímelo, Ruggero! —dije, sabía que mi papá guardaba muchos secretos, pero nunca me imagine que tuvieran que ver con un ser que al parecer no es 100% humano.

Ruggero curvo la comisura de su boca y observó mis labios, su cercanía estaba haciendo que me sintiera insegura, pequeña y totalmente invisible.

—Agustín Bernasconi —sonrió y se alejó de mí—. Un viejo amigo... Que me ayudó mucho, enamorado de Karol Sevilla al igual que yo... Tan enamorado que hizo todo por verla feliz, incluso... —levantó su dedo—. Aceptar ser mi sirviente —abrí los ojos sorprendida, ¿mi papá? Imposible.

—Pero...

Ruggero me interrumpió.

—Tu padre fue quien contó la Leyenda, él fue quien me regresó, por él sigo aquí —dijo—. Por él... Conocí a Sevilla y se lo agradezco. Ahora te tiene a ti, tiene una hija idéntica a la mujer que amo, Agustín solía vivir en el beso del diablo con su familia... —abrí la boca—. Nunca te lo dijo, ¿verdad? —negué—. Bueno, pues tu papi nació y creció en ese pueblo que ahora está hecho trizas gracias a mí, lo destruí, por eso ahora nadie vive en él, pero es la única forma de mantenerme con energía. Ese pueblo ya no sirve de nada sin Karol —estaba atónita—. Lo único que quiero saber... ¿Es el por qué eres idéntica a ella?

Buscando el Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora