Capítulo 9 •El chico•

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Ruggero me miraba con furia y con asombro y yo sólo lo miraba con miedo y confusión, todo lo que me dijo parecía ser imposible, algo que jamás creí que me fuera a suceder

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Ruggero me miraba con furia y con asombro y yo sólo lo miraba con miedo y confusión, todo lo que me dijo parecía ser imposible, algo que jamás creí que me fuera a suceder.

—Yo... —comencé a decir—. No sé —finalice.

Ruggero apretó las manos y se acercó a mí, invadiendo mi espacio personal, lo que hizo que me sintiera nerviosa.

—Tiene que existir una explicación —comentó con voz ronca, mientras examinaba cada milímetro de mi rostro, Ruggero tomó un mechón de mi cabello y lo pasó detrás de mi oreja con delicadeza. Esa pequeña acción hizo que se me erizara la piel. Ruggero esbozo una sonrisa—. Lamento haber sembrado tantas dudas en ti —comentó serio mientras daba unos pasos lejos de mí.

Se comenzaron a escuchar voces fuera de mi habitación, lo que hizo que mis nervios aumentarán aún más.

—Debes irte —susurré, sus ojos cafés brillaron en las oscuridad y pude distinguir como curvaba la comisura de uno de sus labios.

—Hasta pronto, Karol... Bernasconi.

Ruggero había pronunciado mi apellido con mucha dificultad y cuando terminó de hablar desapareció justo frente a mí.

Apreté los párpados y solté un suspiro liberando la tensión que ese chico había dejado en mí. Tenía tantas cosas que preguntarle a papá.

Una semana después

Las vacaciones de fin de curso habían llegado, caminaba a la salida de la Universidad sola, como siempre, mi amiga Giovanna seguro se había ido con uno de sus tantos novios que no me sorprendía el hecho de que me haya dejado sola.

Cuando salí de la Universidad me uní a la sociedad, la gente caminaba rápidamente así como también el tráfico era sumamente pesado.

Aún seguía dándole vueltas al asunto de Ruggero, mi papá y Sevilla. Se lo había contando a Robin, mi primo estaba al tanto de todo, sabía todo lo que me había pasado la semana pasada, así como también sabía de la visita que Ruggero me hizo en mi habitación, él me había dicho que hablaría con mi tía Katja, tal vez ella supiera algo que no ignoraríamos.

Hoy por la noche habiamos quedado de ir al cine, bueno, mi primo prácticamente me estuvo rogando, ya que según él había estado estresada y muy distraída estos últimos días, por la tanto “necesitaba desestresarme” la película que había escogido para ver era una de terror llamada “Eso” la verdad es que soy fanática de las películas de terror y verla parecía ser interesante.

La tarde era soleada y había una leve brisa, un clima perfecto, las calles de Tlaxcala estaban repletas de gente y yo sólo trataba de esquivarlas con mi mochila en el hombro y la mirada gacha.

Iba tan metida en mis pensamientos que no me di cuenta que había alguien frente a mí, creo que la persona iba igual de distraída que yo porque chocamos, mi mochila resbalo de mi hombro y cayó al suelo, me agache a levantarla pero la persona con la que había chocado fue más rápida en levantarla.

—¡Lo siento mucho! —dijo aquel chico mientras me entregaba la mochila.

—No importa —lo mire al rostro y él pareció asombrado al ver el mío. Tome la mochila un poco confundida debido a su expresión.

—¿Cómo te llamas? —cuestionó frunciendo el ceño.

Obviamente no le daría mi nombre a un extraño, así que pensé en un nombre falso.

—Clarisse —respondí, aquel chico levantó una ceja y me miro de pies a cabeza, algo que no me agrado del todo—. ¿Y tú?

—Be...ni...cio —dijo como si hubiera dudado en decirme su nombre.

—Un placer, Benicio, pero debo retirarme —puse mi mochila nuevamente en mi hombro y comencé a caminar.

—¡Espera, Clarisse! —dijo tomándome del brazo y haciendo que girara a verlo.

—¿Puedo ayudarte? —dije algo molesta, no me agradaba la forma en la que me miraba.

—Sólo quiero saber... Si puedo volver a verte.

Esboce una sonrisa y quite su mano de mi brazo.

—Eso depende —hablé.

—¿De qué? —preguntó confundido.

—Del destino —comencé a correr lejos de aquel chico, gire mi cabeza para poder verlo pero me sorprendió ver que él ya no estaba.

Tal vez se había perdido entre la gente, ¡si!, seguramente fue eso, decidí ignorar el hecho de que el tal Benicio se había esfumado y apresurarme a llegar a mi casa.

Buscando el Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora