Capítulo 26 •Accidente•

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Cuando Robin dijo eso sentía que un balde de agua helada caía sobre mi cuerpo, no sabía como reaccionar estaba en shock

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Cuando Robin dijo eso sentía que un balde de agua helada caía sobre mi cuerpo, no sabía como reaccionar estaba en shock.

—¿Qué cosa? —dije con los ojos abiertos como platos—. ¡No, por favor, dime que no es verdad! —comencé a gritar.

—Karol, tranquila, por favor —escuché que Ruggero me decía.

—¿Cómo voy a estar tranquila cuando mis padres se accidentaron? ¿Dime, Ruggero? —dije comenzando a derramar lágrimas—. Llévame a donde estén, Robin, por favor.

Mi primo me tomó de la mano, Ruggero nos siguió, en este momento lo que más necesito es apoyo, no quiero ni imaginarme que mis padres me falten. No quiero... Ellos son mi vida.

Llegamos al auto que llevaba Robin el cual era de mi tía Katja, los tres subimos a él y mi primo encendió el auto y comenzó a conducir rápidamente.

—¿Cómo pasó? —dije con un nudo en la garganta.

—No sé exactamente —respondió mi primo—. El auto en el que viajaban fue encontrado en la carretera principal.

Negué con la cabeza... ¿Cómo pudo ser posible?

—Al parecer los frenos no funcionaron y ocasionó que chocara contra un tráiler, que por cierto, el conductor de aquel tráiler se dió a la fuga.

Toqué mi cabeza con frustración. No dije nada más ni tampoco los chicos. Mi primo se dedicó a conducir y llegamos sumamente rápido al hospital donde había trasladado a mis papás.

Bajé del auto corriendo, sin importar nada, debía llegar rápidamente a donde estaban, tenía que asegurarme que estaban bien, al llegar pedí informes en recepción quien me dijo que estaban en cuidados intensivos. Estaba muy preocupada, observé a Ruggero quien al igual que yo tenía un semblante preocupado y muy pálido.

Se acercó a mí y me dió un abrazo, la verdad es que lo necesitaba mucho, Robin y mi tía se encontraban en la sala de espera, pero en mi caso yo estaba en un pasillo esperando a que el doctor saliera y me dijera que todo estaba bien.

—Verás que estarán bien —me susurró Ruggero.

—Eso espero, Ruggero —dije soltando algunas lágrimas.

Narrador omnisciente.

Ruggero estaba muy preocupado por el bienestar de su amigo Agustín, él siempre lo había apoyado en todo y ahora verlo en una situación así era algo que no se podía ni imaginar, tenía que ayudarlos a él y a su esposa a quien desconocía, pero sabía que era alguien agradable, Agustín tenía muy buenos gustos en chicas y dudaba que se hubiera fijado en una creída.

Con Agustín

El castaño tenía los ojos cerrados, pero sentía dolor, dolor en todo su cuerpo.

Al abrir sus ojos sólo pudo distinguir las luces blancas que lo rodeaban, veía borroso y las voces de los doctores las escuchaba lejanas.

—Debemos sacarle los vidrios de la pierna —dijo uno de ellos.

Agustín se sentía mareado.

—Ha despertado, necesitamos dormirlo un poco más de tiempo, le puede subir la presión y podemos perderlo si lo hace.

Una enfermera se acercó a él para inyectarlo para que se volviera a dormir.

La visión de los ojos comenzó a oscurecerse y a continuación se quedó completamente dormido.

Comenzó a soñar... O mejor dicho, a recordar su pasado... Cuando era adolescente, cuando conoció a Karol Sevilla, todo eso volvió a su mente en ese momento.

“—No tienes que agradecer, tienes que ser feliz aunque no sea conmigo —observó como Karol entraba a la casa sigilosamente”

Siempre iba a estar enamorado de ella, no importa cuanto tiempo pasara y si moría, su único consuelo sería que la iba a volver a ver.

•Karol Bernasconi•

Ruggero dejó de abrazarme y yo seque mis lágrimas.

—Agustín estará bien, Karol, es muy fuerte —comentó Ruggero—. Él y tu mamá saldrán adelante.

—Es lo que más quiero, Ruggero...

Buscando el Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora