Capítulo 3 - Negro para el funeral

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ㅤ             ❛❛ C A P Í T U L O   3 ❜❜

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           • ˏ ˋ  Las lágrimas parecían
                   tener vida propia. ˎˊ ˗

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Había pasado toda la noche en vela, las lágrimas recorrían mis mejillas como si tuvieran vida propia, sentía que las lágrimas recorrían mis mejillas haciendo un camino, por momentos podía sentir su salado sabor en mis labios, un hueco, un vacío se habían sentado y puesto de manera firme en mi pecho, la tristeza, el desconsuelo, el vacío que tenía desde la noticia de Melissa.

Melissa, la dulce y tierna Melissa, aquella dulce y comprensiva Melissa, la chica que se había vuelto mi única amiga, esa chica que me daba cálidos abrazos, que acariciaba mi cabello, que tomaba mis manos y me decía: "no creas nunca lo que te digan, no creas las cosas malas que te gritan, tu eres valiosa, eres tan valiosa que ellos quieren quitarte tu brillo, no te dejes arrebatar nunca tu brillo", aquellas palabras que solía decirme se habían quedado grabadas con fuego dentro de mi corazón. Aquella chica que me había demostrado que era tener una amiga por primera vez, aquella chica que me había consolado cuando mis padres, su hermano y sus padres me hacían hecho miles de desplantes, me habían hecho sentir como la peor cosa del mundo, mi única amiga ya no estaba, ella se había ido, había sido asesinada y todos me culpaban a mi. Recuerdo los últimos minutos al lado de ella, me había pedido acompañarla, y ahora que lo pensaba, si hubiera ido junto con ella yo también hubiera resultado como ella, muerta.
Al sentir esa conclusión fue como si el hueco en mi pecho se hiciera más y más grande.

En ese momento, si yo también hubiera muerto en el atentado, mi familia estuviera celebrando que se libraron de mí y no se iban a ver cómo unos desalmados, iban a mantener la careta de "la familia triste y desdichada que perdieron a la menor de sus hijas en un horrendo atentado", de la casa para la calle ellos serían la familia desdichada, pero dentro de casa iban a ser las personas más dichosas del mundo, llegar a esa maldita conclusión me hizo sentir aún peor.
Ya sabía que mis padres nunca me habían querido, sabía que había sido un error para ellos.

Toda la noche llore y llore y llore, no sabía de donde sacaba todas y cada una de las lágrimas que soltaba para seguir llorando toda la noche.

Mi vida siempre había sido trágica, mis padres siempre me trataron como si fuera un maldito error, mis hermanos siempre pasaban de mí, yo ocupaba para ellos un lugar inferior al de la mascota de la casa, todo eso afectó mucho en mi.

El hecho de que la muerte nos arrebate a un ser querido es un factor muy atormentante, a mi la muerte de Melissa me terminó de romper por completo, en mi pecho solo hallaba un pequeño vacío, las dulces palabras de Melissa recorrían mi cabeza haciéndome recordar las veces que Meli me regaló una dulce sonrisa y me hacía sentir que mi vida tenía sentido en este mundo.

Las lágrimas se habían empeñado en empapar mis ojos, mi cuerpo temblaba y el nudo en mi pecho se acentúo y con cada segundo que pasaba ese maldito nudo parecía crecer dentro de mi pecho. 

No sé en realidad cuánto tiempo pasó, solo se que lloré y lloré con mucha fuerza, poco a poco mi cuerpo fue cayendo en el cansancio, tenía los ojos hinchados de tanto llorar, sentía que me ardía soltar una sola lágrima más, escondí mi cabeza entre mis brazos, estire el brazo para tomar mi móvil y ver qué hora era, solté un bostezo cansado al ver que eran las 5:00 am, deje el celular en donde había estado originalmente, me acomode en la cama y cedí, cedí a lo que mi cuerpo me pedía, descansar. Mis ojos se cerraron, fui quedándome dormida en aquella incómoda pero reconfortante posición.

Señora BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora