Cuando los Cullen llegaron a Forks llamaron la atención, no solo por su perfección y belleza, sino por la pequeña niña que los acompañaba y no se despegaba de Esme o Edward, que no solo era la única infante sino que tenía una belleza deslumbrante, grandes, expresivos e intensos ojos verdes enmarcados con espesas y largas pestañas, cabello totalmente negro y sedoso, piel pálida cubierta de delicadas pecas que la hacían ver más tierna todavía. Su nombre: Annelise.
Había sido encontrada por Edward cuando tenía cinco años, parecía recién sacada de una película de terror. Tenía síntomas de desnutrición, maltrato e hipotermia, su aspecto era similar al de un muerto, la piel pegada a los huesos, totalmente pálida, labios resecos, cabello enredado, la ropa hecha girones y la piel cubierta de cortes, moretones y suciedad.
La niña había estado encerrada en un sótano por meses, tras la muerte de su madre su padrastro la encerró e hizo su vida con normalidad, ignorando a la pequeña niña que pasaba hambre y frío en ese mugroso sótano, solo recordaba su presencia cuando quería descargarse con algo, hasta que ese día pudo escapar encontrándose con el cobrizo en el camino. Siendo la primera persona que vio y la ayudó confió en él al instante, desde ese momento él fue el único al que le permitió acercarse, hasta que conoció a Esme cuyo aire maternal la impulsaba a dejarse mimar, cuidar y querer por la mujer. Con el tiempo fue permitiendo que los miembros de su nueva familia interactuaran con ella pero nadie ajeno podía hacerlo, la niña se agitaba al instante, por lo que evitaban esas situaciones.
Ahora cuatro años después sucedió algo que los vampiros no esperaban. Los Cullen discutían sobre la situación de los neófitos con los tres quileutes que habían asistido a la fiesta de graduación, cuando la puerta se abre, dejando ver a la pequeña Anne, sus ojos lucen llorosos mientras barren la habitación en busca de alguna de sus dos personas favoritas.
Al chocar miradas con uno de los morenos este cae de rodillas, la niña ajena a todo visualiza a Edward y corre hacia él que deja de lado su instinto asesino que salió a flote tras leer los pensamientos del lobo y alzó en brazos a la pequeña, centrándose en ella.
- ¿Qué sucede Anne?-. Cuestionó con ternura a la niña que escondió su rostro lloroso en su cuello.
- Pesadilla-, fue lo único que dijo antes de que Rosalie se acercara.
- Ven cariño, Eddie terminará de resolver algunas cosas y luego estará contigo ¿si?-. La niña se lanzó a los brazos de la rubia que salió rumbo a la habitación de la pequeña, la arropó y se acostó a su lado, haciéndole compañía hasta que el cobrizo llegara.
Pocos minutos después la puerta se abrió, revelando al chico que agradeció a la rubia antes de ocupar su lugar junto a la pequeña, que se acurrucó a su lado y le contó su pesadilla, tras calmarla pudo retomar su sueño, ahora sin interrupciones pues el chico se quedó a su lado.
Horas después se vio obligado a despertar a la pequeña pues debían ir al encuentro con los lobos y no podrían ni querían dejarla sola en la casa, una vez todos listos y con una adormilada Annelise en los brazos de Edward salieron los padres y hermanos al encuentro, y el cobrizo junto a la niña a buscar a Bella y luego al encuentro.
Al llegar no esperaron ni diez minutos cuando los lobos ya habían llegado, Annelise que ya estaba más despierta se maravilló al verlos y bajándose de los brazos de su padre, pues ella lo veía de esa forma, corrió hacia el primer lobo que vio, uno negro.
La gran criatura vio a la niña que se acercaba a él y se quedó completamente quieto, no queriendo asustarla, ya toda la manada sabía que esa pequeña era la impronta de uno de sus hermanos. Annelise sonrió antes de envolver al gran lobo con sus cortos brazos y refregar su rostro en su pelaje, aún abrazada abrió los ojos y vio otra criatura, hermosa a sus ojos, su pelaje marrón rojizo brillaba y la invitaba a pasar sus manitas por él.
Apartándose con cuidado del gran lobo negro se acercó al rojizo, sin apartar sus ojos de él, y repitió la acción, lo abrazó y el calor que desprendía mezclado con haber madrugado la adormiló, el lobo como si lo supiera se dejó caer al suelo con cuidado, la niña se acomodó sin soltarlo y poco después quedó dormida.
Jacob ignoró cada burla de sus hermanos y se centró únicamente en la pequeña que estaba aferrada a él, agradeciendo a los ancestros por elegirle una impronta tan maravillosa.
- No lo disfrutes tanto-, siseó Edward con un gruñido, esa era su pequeña y tardaría en aceptar la situación.
Es un poco corto pero aquí está, pedido de @Chinchulin69 espero que te guste.
~ Sofía
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One Shots (o algo así) de Crepúsculo
FanfictionPequeños relatos de Crepúsculo. Acepto peticiones (personaje y qué quieren que ocurra)