Al decirle de esas memorias a Edward este lo charló con su familia y Carlisle les habló de las almas gemelas, que cuando no habían podido ser felices juntas se reunían en un universo diferente e intentaban serlo.
Al escucharlo Elizabeth entristeció por el destino de sus otras versiones y se prometió a sí misma que tendría un final feliz con su vampiro. Esa era su meta, pero el destino es muy juguetón y tiene sus propias reglas.
El primer obstáculo que tuvieron que enfrentar para ser felices fue James, quien se obsesionó con la sangre de Elizabeth y tuvieron que matarlo.
El segundo sucedió tras el decimoctavo cumpleaños de la chica, luego del casi ataque de Jasper los Cullen se marcharon, de manera que Elizabeth se sumió en una profunda depresión de la cual la sacó su mejor amigo, Jacob, y sus amigas del instituto, luego conoció a la manada y mejoró considerablemente. Pero entonces, siempre hay un pero, Elizabeth tuvo que ir a salvar a Edward que por un malentendido pensaba que ella había muerto y quería morir igual, así conoció a los Vulturi y despertó el deseo de poseerla de Aro.
El tercer obstáculo apareció tras el regreso de los Cullen, Victoria que enfureció tras la muerte de su compañero y aguardó entre las sombras esperando el momento justo para atacar, creó un ejercito que estaba cada vez más cerca. Vampiros y lobos unieron fuerzas y trabajaron en equipo para vencer, saliendo victoriosos.
El cuarto obstáculo fue algo tan común como las inseguridades, al iniciar la universidad Elizabeth pasó por un periodo muy duro de autodesprecio causado por chicas que querían estar con Edward y la atacaban en todo momento. Esto ocasionó que Elizabeth despertara muchas inseguridades sobre su cuerpo y forma de ser que fueron tratadas por Edward, quien pese a los intentos de alejarlo de la chica se mantuvo firme y no la abandonó, pues estaba decidido a no cometer el mismo error dos veces.
Y ahora, por fin, luego de todo eso, lograrían sus felices por siempre.
****
Elizabeth caminaba con su blanco vestido y su brazo unido al de su padre por la alfombra blanca que la llevaría al altar, donde un ansioso y sonriente Edward la esperaba. Al cruzar miradas volvieron a sentirse como la primera vez, mariposas en el estómago, ese algo en el otro que los llama, y confirmaron que eran dos mitades de un todo.
La tibia palma de Elizabeth hizo contacto con la fría de Edward cuando Charlie le entregó su mano.
- Te estoy entregando mi más valioso tesoro Edward Cullen-, advirtió Charlie mortalmente serio con sus ojos llenos de lágrimas no derramadas.
- Lo sé señor, también lo es para mi-, confesó pasando su mirada de los ojos del hombre a los de la mujer que amaba, con pura adoración escrita en toda su expresión.
Charlie se alejó hacia su asiento junto a Sue, seguro de que ese era el hombre que acompañaría a su hija toda su vida, y nunca se arrepentiría de ese día.
En el momento en que Elizabeth y Edward estuvieron frente a frente, todo su entorno desapareció.
- Elizabeth Swan, eres esa parte de mi ser que no sabía que me faltaba pero anhelé cada segundo de mi existencia. La vida no era vida hasta que llegaste y le diste sentido con tu preciosa y única forma de ver el mundo. Eres el amor de mi vida, quiero estar allí para tí en los momentos buenos y aún más en los malos, quiero estar presente cada vez que descubras algo nuevo del mundo o de tí misma, pero sobre todo quiero amarte y apoyarte, ayudarte a crecer y forjar un futuro juntos.
- Edward Cullen, eres quien me enseñó lo que es amar y ser amado, eres... eres quien le da sentido a mi vida, me has ayudado a superar cosas que no habría podido superar, me apoyaste y entendiste en mis peores momentos, te mantuviste a mi lado cuando lo único que hacía era alejarte. Eres todo lo que buscaba y más, con quien deseo formar un futuro prospero, por eso prometo apoyarte, cuidarte y amarte incondicionalmente hasta que terminen nuestras vidas.
- Hasta que terminen nuestras vidas-, prometió Edward, para unir sus labios tras la indicación del obispo, los aplausos y felicitaciones no se hicieron esperar.
*****
- ¿Estás lista Lizzie?-, cuestionó Carlisle, toda la familia había ido a la isla Esme, donde la pareja pasaría su luna de miel, mismo lugar donde Elizabeth sería convertida.
- Lista-, afirmó, poco después sintió los colmillos del hombre perforando su piel.
Tres días después, una nueva vampira abría sus ojos al mundo, todos le dieron la bienvenida antes de marcharse y dejarla al cuidado de su esposo, quien la acompañó en su primera cacería durante la cual no solo cazó tres venados, sino que derribaron al menos diez árboles cegados por el placer de unir sus cuerpos.
Dos semanas después regresaron a Forks, contrariamente al resto de los vampiros Elizabeth aborrecía la sangre humana, mientras que la animal la satisfacía por completo. Del mismo modo su temperatura no era como la del resto de su especie, siendo templada en lugar de completamente fría. Sus ojos regresaron a su color verde tras la primera semana, al igual que el color en sus mejillas, sorprendiendo a su esposo quien se alegró pues amaba los ojos de su mujer.
Al llegar, se encontraron con que su familia les había construido una casa, por lo que se dirigieron hacia allí.
- ¿Qué te parece?-, cuestionó Edward abrazándola por la espalda, ambos frente a su nuevo hogar.
- Hogar, dulce hogar-, volteó hacia él, rodeando su cuello con sus brazos-, lo logramos amor, logramos ser felices-, hundió su rostro en su pecho-, espero que Cedric y Ariadna estén felices y juntos, donde quiera que estén.
- Lo están amor, al igual que nosotros, y ya nada nos separará. Te amo.
- Yo te amo más-, lo besó, al separarse lo miró con picardía-. ¿Estrenamos nuestra casa?
Edward gruñó antes de alzarla sobre su hombro e ingresar a su nuevo hogar, donde no dejaron mueble sin daño ni rincón sin estrenar.
Final, espero que les haya gustado.
~Sofia.
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One Shots (o algo así) de Crepúsculo
Hayran KurguPequeños relatos de Crepúsculo. Acepto peticiones (personaje y qué quieren que ocurra)