☆ 08

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Un mes desde la partida de Tristán y una semana desde la llegada de la correspondencia de la Marquesa Morgana, honestamente quiero saber si ella esperara algún tiempo más o vendrá en el periodo de tiempo que le pedí que lo hiciera, por supuesto dada su posición en la nobleza la familia de un general y comerciante no representa un obstáculo real para ella y si bien fui un poco atrevida con el contenido de mi carta hacia ella estoy segura que sus cartas estaban destinadas a establecer una pronta reunión.

Mientras veo como mis nuevos vestidos descansan en el armario y además espero que mis cálculos no fallen y la marquesa realmente venga hoy escucho el sonido de pasos apresurados que se dirigen a mi habitación, la puerta se abrió con brusquedad, y contuve un bufido de molestia, aun no me respetaban, de hecho desde la partida de Tristán todos me trataban aun más indiferente, pero las puertas no eran solo lo que olvidaban tocar, incluso algunas habían tratado de encontrar algo de valor entre mis cosas.

—Señorita Sheridan, la señora Sigfred la busca, debe ir, de prisa — Amelia jala de mi brazo, frunzo el ceño y de inmediato tiro de ella para soltarme, ambas nos miramos en tensión, se que es lo que está por pasar así que no me preocupa.

—Puedo caminar por mi cuenta — digo con seriedad y camino fuera de la habitación, ella con rapidez se pone delante de mí y me guía hasta uno de los salones.

Al entrar veo a la señora Sigfred abalanzarse sobre mí y sin poder evitarlo ella me golpea con fuerza, mi rostro se vuelve hacia el lado contrario y siento la mejilla caliente y dolorida, — ¿Qué has hecho? — su tono es rudo y la rabia brilla en sus ojos, aunque la satisfacción por el golpe se hace visible desde mi perspectiva.

—Buenos días Suegra, ¿en que puedo ayudarla? — le contesto con burla y veo como aprieta la mandíbula.

Ojalá se rompiera los dientes.

—Maldita perra — brama y se acerca a mi buscando darme una nueva bofetada, retrocedo dos pasos tratando de evitarlo. — ¿Cómo hiciste que la marquesa Morgana viniera a esta casa? — gruñe con furia.

Me quedo en silencio y la miro con confusión, quizás no sea del todo inocente, pero debo lucir como tal, después de una diatriba de su parte donde me maldijo la mayor parte me informa que se espera la llegada de la Marquesa para el almuerzo, dado que aun no se ha servido el desayuno debo pensar que todo esto le dará la oportunidad para eliminarme.

Media hora después de lo previsto me traen el desayuno, es un plato sencillo de avena y un vaso de agua, el ingrediente secreto, por supuesto, veneno.

Tal y como en la historia original, a veces me pregunto si seré capaz de cambiar algo de lo que ocurre en la historia, quiero decir, si he modificado algunas cosas, siento que todo esto aun no es aceptable para lograr la vida que deseo para mí y para Marjory.

Suspiro, la señora Sigfred se tomó mucho tiempo antes de dar este paso, me entristeció realmente el pensar cómo se habría sentido Marjory, realmente es horrible estar en un lugar no deseado, aunque es peor saber que no te quieren y lo demuestren enviando comida envenenada, si me preguntan a mí, todo esto es abrumador, pero no puedo negar el hecho de que mi don esta todo el tiempo activo y la sensación tan natural de él haciéndome saber cada cosa que esta a mi alrededor, como la necesidad imperiosa de curar a aquellos que están enfermos o heridos.

Claro que mi ayuda nunca fue bien recibida, pero la mirada extraña de esas personas al ser curadas por mí, después de tanto desprecio y cosas terribles, valió la pena.

Según la historia, con dosis pequeñas moriré en dos meses. Extraigo con sumo cuidado el veneno, en mis manos se forma una burbuja de color morado, es oscura y de un tamaño mediano, trato de comprimirlo un poco más para que su tamaño se vuelva pequeño. Minutos después logro mi cometido y suspiro de alivio, la pequeña burbuja permanece en mi mano y sonrió, finalmente tengo un arma real para defenderme de quien sea en esta casa.

Veo hacia la ventana, de todas formas puedo esperar para que cuando la Marquesa venga podamos hablar y si hay más veneno en mi comida o en la suya tener una excusa mucho más plausible para que ella me ayude y yo ayudarla, estoy segura de que puedo hacerlo, conozco el problema y he estado practicando como usar mi don, aunque las cosas se dan de manera natural, y por ello agradezco la memoria muscular de Marjory, claro, que ejercitarme en la habitación también es algo que hago recientemente, necesito con urgencia mejorar mi condición física.

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Elizabeth caminaba por la calle junto a su gemelo, Patrick, ambos habían recibido una carta sobre un patrocinio de parte de la Marquesa Morgana junto al nombre de su prima, Marjory Sigfred, la carta era algo que Elizabeth esperaba, pues Marjory se lo había contado con detalle en una carta, Patrick en cambio estaba aturdido, jamás espero algo similar, sobre todo por los perjuicios que habían alrededor de la marquesa Morgana.

—No estoy seguro de que esto sea adecuado, Lizzy — Patrick le murmuro a su hermana, el bullicio de las calles era algo que ambos disfrutaron en ese momento.

Elizabeth lo miro con el ceño fruncido — Ya te expliqué lo que está pasando con Marjory, debemos ayudarla y reunirnos con ella en el tiempo estipulado, por ahora debemos evitar el contacto con la condesa Sheridan y con Bela — ella contesto mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie la escuchara, Marjory le había pedido que mantuviera discreción pues su vida dependía de ello.

Patrick frunció el ceño, él sentía que estaban haciendo las cosas mal, no importaba si se trataba de Marjory, su futuro y el de su hermana era todo lo que realmente importaba. — Si la condesa Sheridan se da cuenta de esto, nos quitara su patrocinio, sabes que papá esta enterrado en deudas, él jamás podría pagar la colegiatura de ambos los dos terminaríamos siendo expulsados — Patrick trato de hacer entrar en razón a su hermana.

Elizabeth negó con severidad — ¿Por qué eres tan molesto? — inquirió con una mueca de desagrado por su hermano.

Patrick suspiro — El abuelo lo dijo, uno de los dos tiene que ser el ancla — le recordó tratando de hacer que su hermana viera el enorme problema que se les venia encima a ambos si alguien se enteraba de esto.

Elizabeth lo miro con ojos entrecerrados — Si sigo ese consejo jamás saldré del puerto — ella contesto con seguridad, la determinación brillo en sus ojos y Patrick se quedó congelado, nunca había visto esa mirada en su hermana, Lizzy se giro dispuesta a seguir lo que su prima le había pedido dejándolo atrás.

Patrick la miro marcharse, aturdido, desde pequeños Elizabeth había dicho que la situación alrededor de su prima Marjory era extraña, cada vez que Bela se enfermaba, su tía Bianca enviaba a Marjory para que sanara a los pacientes, dada la similitud que ambas compartían pocos notaron sus diferencias, claro que, al volver, para proteger la reputación de Bela, decían que fue ella quien curó a las personas y en cuanto a Marjory.

Bueno, Marjory siempre fue esquematizada bajo un poder roto, se decía que, en lugar de infundir su fuerza vital, tomaba la de los pacientes poniendo sus vidas en riesgo, claro que eso era una autentica tontería, todos sabíamos que ella era la que más curaba, de hecho, jamás se detenía en ver que podía y que no podía curar.

Elizabeth había dicho que Marjory no tenía un poder defectuoso, pero en lugar de que ellos le creyeran —dado que éramos jóvenes— creyeron que era debido a su edad que no podía entender como funcionaba el mundo, claramente la vieron como alguien joven e ingenua y lo peor de todo es que yo no la ayude, no respalde sus palabras porque se supone que de los dos soy el sensato.

Con rapidez la seguí a hacer lo que la carta de Marjory le pedía que hiciera, quizás ya era momento de hacer algo para apoyarlas, a ambas.

Lα Lεccισ́и dε lα SαитαDonde viven las historias. Descúbrelo ahora