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El Supremo sacerdote limpió el sudor de su frente — No era necesario que tomaras la palabra, tenía todo bajo control — regañó al obispo Lean — no deberías haber hablado a favor de esa mujer, ¿qué haremos si no podemos controlarla? — cuestionó

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El Supremo sacerdote limpió el sudor de su frente — No era necesario que tomaras la palabra, tenía todo bajo control — regañó al obispo Lean — no deberías haber hablado a favor de esa mujer, ¿qué haremos si no podemos controlarla? — cuestionó.

El Obispo Lean mantuvo su actitud serena — supremo sacerdote, la deuda que tenemos con Marjory Sheridan, ¿no cree que ya es tiempo de saldarla? — preguntó con seriedad, algo dentro de él se había encendido al saber que Marjory seguía con su poder activo.

No como la Condesa Sheridan decía, obligando a Marjory a permanecer en la sombra de la Santa, él mismo tenía una corazonada con todo esto, sentía que había agua empozada con todo el asunto y estaba empezando a apestar.

El supremo sacerdote se quedó pensando sobre el trágico incidente del Vizconde Ogara, la Condesa Sheridan había declarado que la asesina había sido Marjory, claro que aquello era un evento alarmante, algo que jamás había pasado y Marjory había sobresalido todo el tiempo.

Después de eso, debido a la insistencia de la Condesa Sheridan bajo la excusa de "proteger a su hija", Marjory Sheridan había sido borrada de los registros activos de los sanadores y colocada bajo el estigma de tener un "poder roto".

A él no le agradaba la Condesa Sheridan, y solamente escuchaba sus caprichos porque ella sabía de su participación en la muerte de Almas Silas, por eso debía obedecerla, si él no lo hacía se arriesgaba a perder su reputación.

Si una niña debía ser recluida en casa a cambió de que él conservará su posición, era un precio que estaba dispuesto a pagar.

En cuanto a lo demás, tenía sus propios problemas, en los últimos diez años el poder de la Santa durante la ceremonia de purificación había ido en decadencia y el área que abarcaba se volvía más pequeña cada año.

Para evitar que sus emociones se volvieran inestables existía el estigma de la Santa, una reliquia antigua con la forma de un colgante, siempre que la Santa estuviera en contacto con esa reliquia se volvía incapaz de albergar emociones negativas y permanecía en un estado de ensoñación y alegría.

Isabela Sheridan recibía el colgante en cada ceremonia de purificación y pese a eso, su poder era débil, más consistente con una persona infeliz.

Este año en especial las cosas estaban yendo de mal en peor, primero la ausencia de agua bendita, luego una maldición a quienes se supone tenían la bendición de la Santa y por último las esculturas de las tres hijas de la diosa fueron destruidas y contaminadas.

Todo el que tocaba la parte oscurecida de las esculturas padecía de una maldición, su energía vital se consumía y por eso habían perdido a tres hombres, ahora para callar a las familias dolientes estaban pagando a sus familias por su sustento.

Era un año oscuro para el templo.

Y las cosas para la Santa después de los escándalos que la rodeaban, su rompimiento de compromiso con el Duque Bastián, la correa que el rey había lanzado sobre ella, todo los estaba afectando en gran medida.

Lα Lεccισ́и dε lα SαитαDonde viven las historias. Descúbrelo ahora