☆ 71

10 2 0
                                    

La mañana es agradable y dado que ya estamos en un lugar que se supone es nuestro, el General, Claude, Fabian y Joe salen conmigo a entrenar, esta vez los ejercicios son de gasto físico, no hay pesas y puedo ver como los sirvientes nos ven por las...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La mañana es agradable y dado que ya estamos en un lugar que se supone es nuestro, el General, Claude, Fabian y Joe salen conmigo a entrenar, esta vez los ejercicios son de gasto físico, no hay pesas y puedo ver como los sirvientes nos ven por las ventanas.

Mientras estemos aquí tendrán que acostumbrarse a esta rutina, lo que me sorprende es que ya hay algunos que están despiertos y aún el sol no se ha asentado.

Después del desayunó, el General y yo salimos a caminar, Joe y Claude nos siguen y mientras caminamos hablando de las cosas que el desea reparar, como por ejemplo, mi relación con su madre y hermana, Rómulo aparece.

— Señor, Señora, el Duque quiere verlos — anuncia.

Ambos nos miramos, mi corazón comienza a latir, finalmente llegamos a este arco, Alexis no apareció ayer en el jardín, al menos no me lo encontré porque Tristán me entretuvo todo el tiempo, pero sé que esta cerca de esta casa.

Al llegar al salón el Duque nos extiende la correspondencia, hay algunas que son reportes de Marcus y Mateo, otros que supongo deben ser más importantes para el Duque tienen una hoja de reclutamiento.

Completo silencio.

El rey Alexis Diaval ha declarado la guerra al reino de Barbaros y ha pedido por mí como su sanadora para el campamento de Tiara.

Tristán esta furioso, él sabe de mi relación con Alexis. — Absolutamente no — espeta con rudeza.

El Duque me mira con seriedad y yo ruedo los ojos.

— No es algo que pueda evitar, además, iré aun si no te gusta — frunzo el ceño y me cruzó de brazos.

El suspiro del Duque ante mí terquedad le deja claro que no pienso retroceder.

— ¡No te dejaré sola con él! — Tristán estalla, sus gritos elevados golpean mis tímpanos.

No dejaré a Alexis solo en esto, el tipo literalmente le dio amor a Marjory cuando ella lo necesitaba, se volvió loco por ella cuando el inepto de mi esposo le dio por actuar de secuestrador.

— ¿Conoces al rey Diaval? — el Duque pregunta con curiosidad.

Alzó mi ceja y lo fulmino — No — miento con rudeza — pero si hay alguien que ha pedido por mí con nombre y apellido, iré — aclaro — aunque mi esposo lo conoce, el día de la ceremonia de purificación fue él quien trató de defender a mi prima del rey — lo fulmino con la mirada.

Él está rojo de furia — ¡No importa si lo conocí o no con Isabela! — me grita — ¡No iras y es la última palabra! —ordena.

Niego con furia, él no está nada cerca de ordenarme, por algo en mi otra vida yo era un limón salvaje. — ¡No soy uno de tus soldados, General, a mi no me vas a dar órdenes! — le gritó en respuesta.

Su respiración es rápida, está tan furioso que incluso su cuello parece enrojecer, no me importa. Haré lo que yo quiera, no lo que él me ordene.

— ¡¿Por qué eres irrazonable?! — me grita dando un paso hacia mí, sus puños están apretados.

Lα Lεccισ́и dε lα SαитαDonde viven las historias. Descúbrelo ahora