Hechizo 1

1.1K 73 3
                                    


Los pétalos violetas que entraron por su ventana esa mañana debieron advertirle que ese día sería diferente a cualquier otro. Sobre todo, cuando las únicas flores que estaban cerca a su casa eran amarillas y verdes, pero ninguna de ese color.

Sin embargo, Bright no se extrañó, apenas si le prestó atención al color de los pétalos y los barrió distraído, atento al reloj que en un marco de madera adornaba una pared de su pequeña cocina.

Las siete y treinta y cuatro minutos, marcó el aparato.

Echó, apresurado los pétalos al bote de basura y luego de poner la escoba y el recogedor en su lugar, corrió a la ventana, ocultándose un poco tras la cortina blanca con blondas color marfil.

Clavó los ojos en la casa de en frente y esperó atento a que esa puerta, conocida a detalle por él, se abriera para dejar salir a quien, desde hacía 7 meses, 23 días y 8 horas le robaba sus primeros pensamientos en las mañanas y sus últimos suspiros en las noches.

Aún recordaba la primera vez que lo vio, no supo que le llamó más la atención: su saco fucsia, demasiado colorido para pasar desapercibido o su cabello húmedo moviéndose llevado por el viento. Ese día fue el principio de las incontables veces que se quedaría frente a esa ventana, observándolo detenidamente. Ahora sabía que se llamaba Win Metawin Opas-iamkajorn, que vivía con su familia, que dormía en la segunda habitación de la izquierda del segundo piso de la casa de enfrente y que todos los días luchaba por llegar a tiempo al trabajo. Así que Bright todas las mañanas a partir de las siete y treinta y cinco se colocaba frente a la ventana solo para observarlo salir.

Es solo que despierta mi curiosidad, se decía así mismo tratando de negar lo innegable.

Pero lo sabía, no era solo eso.

El chico de en frente, de una forma inexplicable y sin sentido, desde hacía varios meses le había robado el corazón.

Un corazón que sin piedad daba pisotones tremendamente fuertes cada que su dueño miraba al otro por la ventana.

De repente extrañado, observó nuevamente el reloj: siete y cuarenta y tres de la mañana. Su vecino ya debía de haber salido. Y él, ya debería estar alistándose para el trabajo. Pero no se despegó de la ventana sino hasta que ya no pudo robarle más minutos al corto tiempo que le quedaba para alistarse.

Maldiciendo, se separó de esta y abrió su armario para sacar uno de las tres camisas limpias que le quedaban para esa semana. Sacó el pantalón gris, mientras pensaba cual de todas las posibilidades que en ese momento se le ocurrían podían haberle sucedido al ser más perfecto que había visto desde que se mudó a esa casa en el último otoño.

Podía estar enfermo, el clima había cambiado últimamente y seguro le había traído una gripe. Estaba seguro que eso le podía pasar, es por eso que renegó tanto el último viernes cuando le vio salir con una camisa con cuatro botones libres, dejando su fornido pecho al aire. No era que estuviera celoso, claro que no, estaba preocupado por su salud, nada más.

¿Y si no era gripe? ¿Y sí...? ¿Y sí no había regresado en la noche? Pensó espantado. No, imposible. Él mismo lo había visto entrar, y no era que lo estuviera espiando, por supuesto que no. Que estuviera justo mirando por la ventana a la hora que su vecino llegó, había sido simple casualidad. Como lo era la de todos los días entre las ocho y las nueve de la noche.

¿Y sí lo habían despedido del trabajo? No, imposible. Su vecino de lejos se veía encantador, y trabajador. Más de una vez lo había visto cargando las bolsas de la señora de la casa amarilla que los fines de semana solía regresar del mercado llena de bolsas. Entonces, ¡¿Vacaciones?! Sí, quizás vacaciones. No, no podía ser. Si mal no recordaba, y no era por ser un vecino muy fijón, había notado que sus vacaciones habían sido apenas cuatro meses atrás, cuando lo vio salir un día de semana con lentes oscuros y una camiseta que lo hacían ver como el mismísimo Sean O'Pry en un desfile de verano.

¿Y si había sido secuestrado? Ni hablar. Respiró hondo y sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos de su mente. Había llegado el momento de dejar de ver tantas series norteamericanas de detectives.

Entonces, ¿qué podía ser?

Se ajustó la corbata y echándose al hombro su bolso, caminó hacia la cocina para coger su botella de agua frutada que había preparado la noche anterior.

Estiró su brazo para tomarlo cuando espantado vio como la botella se despegaba de la isla de la cocina y salía volando por los aires hacia su mano.

Aterrorizado la soltó y dando un salto hacia atrás, se alejó, golpeando su espalda con el respaldar del sillón de su pequeña sala. Con el corazón latiendo pesadamente en su pecho, observó con temor la botella para ver si se movía o si tenía algo extraño. Al ver que no sucedía nada más, se convenció que quizás todo había su imaginación y parpadeando fuerte y mirando hacía todos, decidió acercarse para tomarla del suelo.

Al tenerla entre sus manos la observó con cuidado, notando que no había nada fuera de lugar. Convencido de que había sido preso de una alucinación exhaló con fuerza y pasando saliva, metió a su bolso la botella.

Tomando aire profundamente, miró todo su departamento y caminó hacia la salida para tomar las llaves que estaban colgadas al lado de la puerta.

Grande fue su sorpresa cuando, igual que antes, vio las llaves volar hacia su palma. Las soltó aterrorizado y creyendo que todo su departamento estaba embrujado salió corriendo despavorido.

Tanta fue su desesperación que, mientras encendía su auto apenas si notó el grito aterrorizado que salió de la casa Opas-iamkajorn.



--------------

Holaaa~

Les traigo un nuevo fic. Será de capítulos cortos (1000 palabras aprox.) y serán pocos capítulos. El ritmo de actualización es hacerlo mínimo una vez por semana ya que serán capítulos bastante cortos. Espero lograrlo ;-;

Gracias de antemano por darle oportunidad a este fic y leerlo.


Sortilegio #Brightwin #SarawatTineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora