Hechizo 11

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— Bright, en serio, ¿no puedes borrar eso? —insistió, señalando su cuello con su dedo índice.

— Ya te dije que no.

— Es que vas a morir de calor — aseveró, envolviendo resignado su cuello con una pañoleta blanca.

— Sí, pero ya te dije que he intentado todo y no desaparece.

— Por eso debes pensar antes de andar de calenturi...

— ¡Pete! —interrumpió, mirándolo serio.

— Perdón, perdón —dijo, mostrando sus palmas en señal de paz—. Ya lo entendí: él apareció de la nada.

Bright lo miró avergonzado.

— ¿Y si mejor no voy?

— ¡¿Estás loco?! Hoy es la oportunidad para conocerlo de verdad, además...—sonrió, levantando sus cejas—. Además, Prem ya está en camino y realmente le gustas Bright, esta es una oportunidad doble para ti.

— No estoy de ánimo para conocer a nadie —soltó, suspirando desganado, y tomando asiento en la cama. Con los codos en sus rodillas, apoyó su rostro en sus palmas, poniendo en su cara un mohín.

— No me pongas esa cara, que me haces desear apretar tus mejillas.

— Es que no voy a poder mirarlo a la cara.

— ¿A quién? —fingió no saber.

Bright lo miró indignado, antes de tirarse hacia atrás y colocar sus antebrazos sobre su rostro.

— Por favor Bright, inténtalo. Además, el trato sigue en pie, si a media cita quieres irte, no te detendré. Es más, me iré contigo.

— ¿Lo prometes? —preguntó, descubriéndose el rostro y mirándolo esperanzado.

— Claro que sí. Eres mi hermano. Vamos —animó, tirando de su brazo para levantarlo de la cama.

Ya de pie, se acercó al espejo; acomodó la pañoleta asegurándose que nada de lo que no quería, se podía ver. Estiró la tela de la camiseta de manga larga, que traía remangada en los antebrazos, y luego pasó su mano por sus cabellos.

— ¿Me veo bien?

— En serio, ¿necesitas preguntarme? Quieres presumir, ¿cierto?

.

.

Llegaron al restaurante veinticuatro minutos antes de la hora pactada. Una vez fuera del auto, caminaron por el lugar, admirando el extenso frente de flores. Detrás de Pete, Bright avanzó dubitativo hacia las puertas de vidrio. Con cada paso su estómago se revolvía y sus manos se enfriaban. Pensó en huir, pero valientemente se resistió ante ese pensamiento. Tras pasar las puertas, se dirigieron al área de espera por indicación de un mozo y tomaron asiento.

En silencio esperaron, hasta que el celular de Pete sonó y entonces confirmó lo que deseaba, sin embargo, también temía: Metawin ya había llegado.

De inmediato dejo de ver las puertas de vidrio y sacó su celular del bolsillo, buscando desesperado algo con que distraerse. Los hincones del pulgar de Pete en su cadera le indicaron que Metawin ya estaba entrando. No levantó la vista, fingió mirar su celular como si acabara de salir información sobre el descubrimiento de un nuevo planeta. Sintió a Pete ponerse de pie, levantó, entonces la mirada por instinto, a tiempo para ver como su vecino saludaba sonrientemente a su amigo. Un fugaz recuerdo de la noche anterior, le hizo mirar hacia otro lado.

Sortilegio #Brightwin #SarawatTineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora