La última vez que se sumergió en las profundidades del mar fue cuando tuvo que visitar a su hermano Frank décadas atrás. Jamás, en toda su vida se hubiera imaginado que descendería otra vez hacía ese lugar y que sería por su propio hijo.
— Podrá hablar con él veinte minutos. Ni un minuto más —advirtió severamente el vigil, que con los brazos extendidos empujaba el navío hacia el fondo.
Asintió sin rechistar, el defensor ya le había informado todo, sabía muy bien que solo tenía veinte minutos para verlo. Sólo necesitaba eso, era suficiente para saber cómo estaba.
Cuando el navío se detuvo, sintió un estremecimiento al ver la tétrica fortaleza frente a ellos, La gran puerta se abrió con un sonido terrible. Ingresaron sin demoras, una vez dentro, el navío se apagó. Quiso salir corriendo para buscar a su hijo, pero espero a que el vigil les permitiera salir. Tan pronto lo hizo pudo sentir sobre su cabeza la terrible presión del mar y en sus extremidades la pesadez que implicaba moverse en un lugar como ese.
— Por aquí —señaló el vigil girando pesadamente y encaminándose en el profundo y oscuro pasillo.
Caminaron a lo largo de lo que calculó fueron más de diez cuevas. Cada una más oscura que la otra.
— Es aquí —indicó el hombre abriendo el mecanismo de la cerradura sin tocarla. El sonido la reja al abrirse la sobresaltó.
Avanzó titubeante, con el corazón retumbando en su pecho. Se detuvo cuando reconoció la cabellera castaña sobresalir tras una roca. Corrió hacia él, estrujándolo entre sus brazos.
— Lo siento —le oyó decir con voz ahogada. Metawin apretó su espalda, abrazándola.
— Voy a sacarte de aquí —prometió, empinándose para tomarle el rostro con sus manos, observándolo con detalle, asegurándose que estuviera bien.
— Mamá, lo siento.
Sus ojos culpables. Lucía desaliñado, su cabello por todas partes, su rostro sucio. Su corazón se llenó de ira.
— No hijo, tu no tienes la culpa de nada, fue ese hombre el que te...
— ¿Dónde está? —la angustia reflejada en su rostro descuidado.
— Eso no importa.
— ¿Se lo llevaron? —insistió, la urgencia en su tono de voz.
— Ya te dije que eso no es importante —lo soltó.
— Por favor —rogó, extendiendo sus manos hacia las suyas, estrechándolas —. Dime que pasó con él, por favor.
Su mirada suplicante fue insoportable. Le enojaba profundamente que se preocupara más por ese hombre que por su propia vida. Le dolía que ni siquiera viera el sufrimiento que ella tenía.
— Huyó —dijo, evadiendo la mirada.
— ¿Qué?
— Tan pronto desapareciste, se fue.
— ¿Se fue?
— Sí, él y el otro, ambos se fueron.
— ¿Entonces? —el brillo en sus ojos. Carajo, ¿qué le había hecho ese hombre a su hijo? — ¿Entonces ellos no lo tienen? —sonó esperanzado.
— No.
La sonrisa aliviada en el rostro de su hijo al oír su respuesta la enfureció. Diablos, ¿es que su hijo no veía la situación en la que se encontraba? ¿Es que acaso no se daba cuenta de todo lo que podía pasarle? Lo observó otra vez: su pecho desnudo lucía la marca que jamás pensó ver ahí. Una sucia marca de criminal que otro si había merecido portar, pero no él, su hijo no.
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Sortilegio #Brightwin #SarawatTine
RomanceBright está enamorado de su vecino, a quien observa diariamente desde su casa. Pronto, sucesos extraños se introducirán en su vida, trayendo consigo a ese que tanto desea, pero ¿quién es Win Metawin? Extensión: 24 capítulos. Finalizado el 13 de abri...