Hechizo 3

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Ambos observaron la escena estupefactos por varios segundos hasta que un pétalo que parecía caer del techo, le cayó a Pete en la nariz, motivo suficiente para dejar su estupefacción y brincar del susto. Con el corazón palpitante y los nervios resonando por todo su cuerpo se quitó a Bright de encima y corrió hacia la puerta, seguido de este, aunque no por huir sino por detenerlo. Pero cuando Pete logró tomar, por fin, la manija de la puerta, Bright la tomó también, impidiendo que la girara.

— Mierda Bright, déjame salir.

— Por favor, prometiste quedarte.

— Te juro...te juro que regreso. Sólo...sólo voy a tomar aire.

— No te creo.

— Sólo, sólo un segundo amigo, te lo ruego.

Bright sintió los nervios de su amigo y reticente aflojó su agarre, Pete giró la manija, abriendo la puerta con rapidez, pero apenas cuando iba a dar un paso para salir por ella, la puerta se cerró dando un portazo. Tremendamente asustado Pete se echó para atrás, cayendo sobre Bright.

— Bright —soltó con voz lánguida y aún sobre su amigo—. Dime que esto es una broma tuya...Por favor.

— No lo es.

— Pellízcame, esto tiene que ser un sueño —acto seguido Bright lo pellizcó con fuerza —. ¡Auch! Esto...esto no es un sueño. ¡Mierda Bright, tu puta puerta se cerró sola! Sostenme que me voy a desmayar.

— Pero si estás sobre mí. Muévete.

— ¡La ventana! —gritó con su mano temblorosa señalándola—. Tienes una venta...Saldré...saldré por ahí. Ven, vamos juntos, quédate en mi casa si quieres —sin esperar más se puso de pie y salió corriendo hacia la ventana, pero tan pronto la abrió, esta se cerró de golpe —doblemente asustado, saltó de nuevo contra Bright y trepado a su cuerpo cerró los ojos —. Si no veo, no existe.

— Pete, suéltame...

— Llamemos...a...

— ¿Qué?

— Lamemos a la policía... No... A la Cruz Roja. No, no...a un Padre de la iglesia, sí, a ese... No, mejor, mejor llamemos a estos de los espíritus chocarreros...Yo tengo un amigo que...—empezó a rebuscar en sus pantalones, aun sin soltarse de Bright —. Diablos, ¿dónde dejé mi celular?

— Pete tranquilo...mira, está ahí —dijo Bright señalando el suelo, cerca a la puerta.

— Ni loco voy hacia allá.

— Yo iré, pero suéltame.

— No, no me dejes sólo, voy contigo.

.

Nadie les hizo caso; que la policía no está para tonterías de muchachos, que la Cruz Roja no atiende esos casos, que el Cura de la iglesia tenía la agenda llena y que los del servicio de espíritus chocarreros estaban de vacaciones.

Vencidos, ambos se sentaron en el sillón, aunque atentos a cualquier movimiento, trataron de tranquilizarse, sobre todo porque después de lo de la ventana, no había pasado nada más. Minutos después, Bright ya envalentonado se puso de pie para sacar los pétalos.

— ¿Me ayudas?

— No sé. ¿No puedes hacerlo mañana? —contestó mirando por la ventana con algo de nerviosismo aun presente en él —. Ya es casi de noche.

— Tenemos que dormir y no pretendo hacerlo en el sillón. Anda, vamos, no ha pasado nada desde hace rato —dijo, tendiéndole la mano.

— Está bien, pero si pasa algo, por favor dile a mi mamá que viví feliz.

— Idiota.

.

Fueron 8 bolsas de las grandes las que necesitaron para tirar todos los pétalos.

— Este fantasma no se juega bromas, ¿no? Mira que tirar tantos pétalos —soltó Pete, quien con escoba en mano y la camisa arremangada observaba cansado las bolsas —. Aunque, ahora que lo pienso, ¿los fantasmas pueden hacer esto? ¿No deberían ser pétalos fantasmales?

— ¿Pétalos fantasmales? Pero, ¿de dónde sacas esas cosas?

— Es que...—levantó un pétalo del suelo—. Hasta huelen bien —añadió, acercándose el pétalo a la nariz—. ¿No será que este fantasma está enamorado de ti?

— ¿Pero qué dices?

— ¿Por qué te sorprende? Eres tremendo hombre y eres tan lindo —de manera cariñosa apretó con los dedos su mejilla derecha—. Ay no, mejor ni te toco —dijo, soltándolo—. Lo siento señor fantasma, yo no tengo ninguna intención romántica con este muchacho...aunque...una vez nos besamos, pero....

— Pete no seas imbécil y cállate.

.

La limpieza terminó con ambos en el sillón, agotados. Las camisas arremangadas, las corbatas aflojadas y el cabello desordenado.

— Bright tengo hambre.

— Prepararé algo.

— Te ayudo.

— No. La ultima vez casi echas mi cocina abajo. Quédate aquí.

— Aunque sea déjame mirarte, pero no me dejes aquí solo.

— Esta bien, esta bien. Ven. Pero no toques nada.

.

Pete observó a Bright moverse con maestría en la cocina. Su amigo era apuesto, más que eso. Además de inteligente y salvo que era un poquito renegón, no terminaba de entender porque no salía con nadie.

— Bright...

— ¿Hmm?

— ¿Por qué no sales con nadie?

— ¿Ah?

— Es que no sales con nadie y hace poco te negaste a salir con mi amigo y era bastante guapo.

— Tu amigo tenía mirada de acosador.

— No te voy a mentir, te quería comer —soltó riendo.

— ¿Ya ves? Que bueno que no salí con él.

— ¿No te aburres?

— ¿De qué?

— De estar sólo. Me gustaría verte sonriendo emocionado, enamorado. Nunca hemos tomado por un corazón roto que no sea mío.

— ¿Y por qué querría el corazón roto? Ya te he visto a ti así y con eso me basta.

— Es parte de la vida.

— Pues no la quiero.

— ¿Sabes? A veces hablas como si nada te importara y he admirado por mucho tiempo tu control de emociones, pero a veces me gustaría verte dife.... Espera —se detuvo, mirando a la nada, como cuando se recuerda algo de repente—. ...Hace unas horas...

— ¿Hmm?

— Hace unas horas, cuando estuve hablando en medio de la pista, reaccionaste de una forma...

— Yo no...

— Sí.

— No

— Lo hiciste. Reaccionaste... ¿por qué hiciste eso?

— Pues... ¿Y por qué va a ser? —dijo escondiendo la mirada—. Estabas gritando tonterías en medio de la pista.

— No soy de los que hacen eso, no te creas. Pero tu vecino está tan bueno. Dios de vez en cuando crea criaturas tan bellas y ese vecino que tienes esta para comérselo. Tremendo hombre, me gustaría tenerlo entre mis...—se interrumpió, notando algo diferente en el semblante de su amigo—. ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así?

— ¿Así como? —preguntó, cambiando su expresión rápidamente.

— Así, como si quieras pegarme.

— No te he mirado de ninguna forma.

Los ojos esquivos no lo engañaron, se quedó observando a Bright por un momento y entonces lo entendió.

— ¿Te gusta tu vecino?

Sortilegio #Brightwin #SarawatTineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora