Hechizo 14

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— ...Y lo único que me quedó hacer fue empujar mi auto por toda la avenida. Lo peor fue ver a la señora Thongkham mirarme el trasero por tanto tiempo.

Metawin río ante lo dicho y Bright rio también, apretando por centésima vez la envoltura de hamburguesa en su mano, ahogando el profundo deseo de tomarle a su vecino una fotografía. Había descubierto que, siempre que terminaba de reír, Win mantenía su sonrisa e inclinaba un poco la cabeza y la echaba hacia atrás. Esta vez, apoyado en el gran tronco del único árbol de la calle, al sonreír e inclinar su cabeza, el castaño de su cabello contrastaba con la corteza oscura.

Era precioso.

— Ahora ya entiendo por qué mamá me decía que tuviera cuidado con ella —dijo Metawin aun sonriendo.

— Pues claro, es que tú eres muy...— Bright se interrumpió, sonrojado—. Quiero decir que...Eres...

Win sonrió, mirándole con intensidad.

Mierda.

Bright evadió la mirada sin decir una palabra más. Metawin tampoco dijo nada, sin embargo, no dejó de sonreír.

Apretando los labios y respirando lento, Bright se relajó, volviendo la mirada.

— Es un día fresco —comentó, sintiéndose tremendamente estúpido por hablar del clima.

— Sí, lo es —respondió su vecino sin quitarle los ojos de encima. Sus marrones clavados en él.

Pronto no supo otra vez que decir ¿Cómo podía sentirse tan intimidado? Esa noche había descubierto que Metawin era jodidamente adorable, sin embargo, cada que lo miraba así, lo turbaba de tal manera que no podía hablar.

Y así había sido desde que habían empezado a hablar. Por momentos alterado como el demonio, pero aun así tan emocionado y alborozado, que en varias ocasiones tuvo que apretar los dientes para que sus sentimientos no salieran a través de su boca y le estrellaran a Win en la cara.

No sabía lo que una voz, una risa, un simple gesto con las cejas o con sus manos podía producir en él. No sabía lo increíble que podía ser, sentir todo eso tan sólo al hablar con alguien.

Y es que había sucedido.

Al fin lo había empezado a conocer y había sucedido lo que anticipaba y temía. Hablar con Metawin le había encantado.

Y ahora, lo único que deseaba era saber más. Saber todo, todo sobre él. Aunque supiera que ese sería su fin. Porque estaba convencido que ya no tenía escapatoria, estaba perdido. Perdido completamente por Win Metawin.

— Bright —le escuchó pronunciar de repente, interrumpiendo el hilo de pensamientos. Levantó los ojos y encontró a Win más cerca.

Algo en la mirada de Win le calo adentro, impidiéndole moverse. El cuerpo le tembló cuando vio a Metawin dar un paso más, acortando el espacio entre ambos. Bright ordenó a su cuerpo moverse, pero no le obedeció. Metawin le clavó los ojos, aun con más intensidad que antes. Le vio sacar la mano del bolsillo y temió incluso respirar por temor a interrumpir lo que sea que fuera a ocurrir. No quería detener a Win. Nunca.

Sin embargo, nada pasó, porque, de un momento a otro, como si se arrepintiera, su vecino sacudió la cabeza, llevó su mano derecha a su nunca y evitando la mirada, se hizo a un lado.

Bright abrió la boca para decir algo, lo que fuera, pero su celular vibró en su bolsillo con tanta fuerza, que lo hizo dar un brinco hacia atrás. Acercó el auricular a su oreja y contestó. Era Prem, le preguntó donde estaba, y si estaba con Win. Pete y él llevaban esperándoles más de cuarenta minutos.

Sortilegio #Brightwin #SarawatTineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora