Prologo.

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Hubo un tiempo en que la humanidad vivía en armonía con la naturaleza junto a seres que no eran visibles para el ojo humano.

Uno de esos seres era tres deidades que habitaban en un solo cuerpo. Fueron llamados Samshin.

El mayor presidia el nacimiento y la vida, el segundo presidia la muerte y el tercero presidia el equilibrio entre ambos.

Un día la deidad de la muerte se volvió codiciosa y en su ansias de más sangre engulló a la deidad del equilibrio.

El equilibrio entre la vida y la muerte cayó provocando que el mundo se viera abrumado por la inquietud.

Alrededor de ese tiempo el demonio de la muerte se separó del cuerpo de Samshin y se alimentó de la codicia de los seres humanos.

Poseyendo lideres y monarcas, utilizándolos como sus marionetas solo para clamar su sed de sangre.

Por mucho tiempo aquel demonio logró su cometido sumiendo al mundo en penumbras, provocando caos, dolor y muerte hasta el día en que dos hombres, uno con el don y la bendición de los cielos entre sus dedos y otro bañado en la energía del fénix lograron encerrarlo en lo que seria su única y oscura cárcel.

Pero cada esfuerzo al final tiene un sacrificio, estos hombres habían firmado lo que seria una condena que perduraría a través de los cielos sobre su linaje, expandiendo la desgracia y la oscuridad sobre ellos y cada una de su descendencia.

Cuenta la leyenda que mucho, mucho tiempo después, cuando cientos de estaciones pasaron, cientos de arboles mudaron sus hojas y la humanidad cambió, aquel con el poder para romper dicha maldición resurgió.

Un hombre el cual tiempo atrás había perdido a su amante debido a la locura imprudente de aquel demonio completó un dibujo.

La deidad Samshin escuchando sus suplicas tomó control de dicha pintura y el demonio que había causado estragos en el mundo fue sellado dentro de ella.

Y luego, ese hombre desapareció para siempre. Esta...es su historia. 

The Red Eyes LoverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora